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Sami Rozenbaum
L a creciente comunidad de olim (inmigrantes) franceses en Israel está dando muestras de un también creciente activismo.
Hace algunos días, más de mil de ellos, pertenecientes a una nueva organización llamada “Israel es para siempre”, marcharon por la ciudad de Hebrón, en Cisjordania (Judea y Samaria), como protesta por la reciente decisión del Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco de registrar la Tumba de los Patriarcas (Mearat Hamajpelá) , y la Ciudad Vieja de Hebrón, como parte de “Palestina”.
“Israel es para siempre” también manifestó su solidaridad con 15 familias que se establecieron hace un mes en un edificio de Hebrón que acaban de comprar llamado Beit Hamajpelá, lo cual aún no ha sido legalmente admitido por la Administración Civil (israelí) de Judea y Samaria. El rabino Shlomo Levinger, vocero de esas familias, recordó que la antiquísima comunidad judía de Hebrón fue víctima de un pogromo árabe en 1929, en el que 67 personas fueron asesinadas; el resto debió huir. “Compramos Beit Hamajpelá y continuaremos redimiendo otras propiedades en Hebrón”.
Yaakov Hagoel, vicedirector de la Organización Sionista Mundial, señaló al Jerusalem Post: “Esta gente podría estar hoy en la playa, en un cuarto con aire acondicionado con sus iPads, pero están aquí marchando en medio de Hebrón, donde todo comenzó para el pueblo judío”.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel está sorprendido por la cantidad de expresiones amistosas hacia el Estado judío que han aparecido en las redes sociales de Iraq. Según informa el portal Ynet, Yonatan Gonen, jefe de la diplomacia digital en idioma árabe, dijo que el ministerio ha sido “inundado” con contenidos de apoyo a Israel.
Entre los mensajes destacan fuertes críticas a “la hipocresía de los pueblos árabes”, con énfasis en los egipcios y jordanos, países que han firmado tratados de paz con Israel pero cuya población, en general, parece oponerse a la normalización plena de las relaciones.
Por ejemplo, una persona que se identifica como Zaid, de Bagdad, escribe: “Israel ni siquiera nos ha arrojado piedras, mientras que los Hermanos Musulmanes han financiado terroristas suicidas para luchar contra nosotros”. Abdula Bassem, probablemente un cristiano evangélico, escribió: “Mensaje de Bagdad a Tel Aviv: reconocemos el Estado de Israel, el pueblo escogido y victorioso. Los falsoestinos son traidores y terroristas. Nosotros, los iraquíes, estaremos felices de visitar Israel y recibir visitantes israelíes en este su segundo hogar, la gran nación de Iraq”.
Abundan los comentarios que critican duramente a los palestinos como “malagradecidos”, tras la reciente divulgación de reportes según los cuales al menos 1200 palestinos han cometido graves ataques terroristas en Iraq, causando cientos de muertes.
Otros mensajes muestran simplemente pragmatismo, comentando que el Estado judío es una realidad, un hecho consumado, y que resulta inútil malgastar energía y recursos en intentar cambiar esa realidad; algunos agregan que el pueblo iraquí está cansado de tantas muertes, y que la normalización con Israel ayudaría a reconstruir su país.
Incluso ha aparecido un portal, Project Bright Future (“Proyecto futuro brillante”, www.projectbf.org), que declara como su misión que se establezcan relaciones diplomáticas entre Iraq e Israel, con el lema “Iraq e Israel son aliados”. Al parecer tiene muchos seguidores.
Claro que otros mensajes son de odio, pero como dice Gonen, “el solo hecho de que estos mensajes [positivos] se emitan abiertamente y sin temor indica que no se trata de un fenómeno insignificante. Si tales opiniones se hubiesen expresado hace 20 o 30 años, probablemente esas personas habrían sido colgadas”.
Los neonazis y demás miembros de la fauna racista que la semana pasada originaron el estallido de violencia en Charlottesville, Virginia, acaban de descubrir que “las acciones tienen consecuencias”, como reseña el portal GQ. La nota comenta que anteriormente los integrantes del Ku Klux Klan y otros extremistas solían ocultar sus rostros, ya fuera por vergüenza o, más probablemente, para evitar sanciones. Pero hoy en día estos sujetos enfermos de odio actúan con la cara descubierta; en la era de las redes sociales aparecen sonriendo, posan, se exhiben sin pudor.
Recordemos que lo de Charlottesville ocurrió un sábado, el 12 de agosto. Pues bien, como dice la nota de GQ, “tras volver a casa de un fin de semana de jolgorio fanático, descubrieron que se habían quedado sin empleo”.
Resulta que existe una cuenta de Twitter llamada @YesYoureRacist (“Sí, tú eres racista”), cuyo fin es identificar a quienes aparecen en manifestaciones de ese tipo. La cuenta publicó las fotos y solicitó: “Si usted reconoce a algunos de los nazis que marcharon en #Charlottesville, envíeme sus nombres/perfiles y yo los haré famosos”.
Y famosos los hizo. Cole White, de California, perdió su trabajo en el restaurante de comida rápida “Top Dog” de Berkeley, tal como informó ese establecimiento en un letrero colocado a la entrada. Otros estudiantes, James Allsup y Peter Cvjetanovic, dieron ansiosamente varias entrevistas para hablar contra el racismo “tras un diluvio de llamadas indignadas a sus respectivas universidades, que urgían a las autoridades a tomar acciones disciplinarias”. El padre de un tal Pete Tefft incluso escribió al periódico local para repudiar públicamente a su hijo.
Algunas personas critican este castigo mediático, como un tuit que decía: “Si ustedes apoyan la libertad de expresión, tienen que apoyar las expresiones que no les gustan. Así es como funciona, amigos”.
Pero Jay Willis, de GQ, respondió: “Seguramente no es así como no funciona la libertad de expresión. La Constitución garantiza acceso neutral al mercado de las ideas: tú puedes decir lo que quieras sin temor a un castigo, no importa cuán repugnantes sean tus opiniones. Pero lo que suceda después de que termines de hablar depende de la audiencia. Si ellos determinan que tus ideas son buenas, te pasarán cosas buenas. Pero ellos también tienen derechos según la Primera Enmienda [la que garantiza la libertad de expresión en la Constitución de EEUU], y esos derechos incluyen ver la evidencia y determinar que tus opiniones te convierten en un cretino moral e intelectual, y que no desean asociarse más contigo. Si pierdes tu trabajo en una cadena de comida rápida, tus oportunidades de empleo tras graduarte, o incluso la invitación a una reunión familiar, esa no es una violación a la libertad de expresión”.