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Sami Rozenbaum
N eda Amin es una periodista iraní que huyó de su país en 2014, tras haber sido arrestada varias veces por sus artículos y libros. Uno de ellos, titulado La cadena, describe la opresión que sufren las mujeres en Irán, por lo que fue prohibido por los ayatolas.
Amin, de 32 años, recibió el estatus de refugiada por el Alto Comisionado de la ONU y vive en Turquía. Entre otros medios, colabora con el portal web en idioma persa de The Times of Israel. Esto no le ha hecho gracia a sus anfitriones turcos: ha sido interrogada varias veces por la agencia de inteligencia. “Insisten en preguntarme por qué escribo para un periódico israelí, y qué contactos tengo en Israel. Aunque siempre les respondo que solo soy una periodista, me acusan de espionaje”, declaró al portal Arutz Sheva.
El pasado 5 de julio, las autoridades turcas de inmigración le notificaron que su estatus de refugiada fue revocado, y que si no abandona el país para el 5 de agosto la deportarán a Irán. Ahora teme por su vida, pues en su país podría ser sometida a tortura, abusos e incluso ser ejecutada. “Irán prohíbe cualquier tipo de relación con Israel. Todo el que trabaje con organizaciones israelíes es considerado un traidor o enemigo”, dijo en una entrevista para Israel Hayom.
Amin está solicitando asilo a los países occidentales, y cuenta con el apoyo de la ONG UNWatch. La oficina de la ONU en Turquía dice que no puede ayudarla ni garantizar su seguridad.
Un reporte de 2009 de la Federación Internacional para los Derechos Humanos indicó que “una amplia cantidad de infracciones pueden castigarse con la muerte en Irán”, donde la pena capital “se utiliza como política de terror del Estado”. Por su parte, el 28 de julio el Comité Femenino del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán reportó que, en los últimos tres años, 80 de las personas ejecutadas durante la presidencia del “moderado” Hassan Ruhani han sido mujeres. Pero esa cifra solo incluye las ejecuciones informadas por la prensa iraní; la cantidad es seguramente muy superior, pues la mayoría de las ejecuciones se llevan a cabo en secreto, como señala el mismo Comité.