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Sami Rozenbaum, Director NMI
“I magine estar aislado del mundo durante toda su vida. Esa es la realidad para niños como Aya. El bloqueo de Gaza empezó cuando ella era una bebé, la ocupación de Cisjordania antes de que sus padres nacieran. Ahora ella tiene 11 años, y el bloqueo continúa. Los recuerdos de la infancia de Aya son de conflicto y dificultades, muros de los que no puede escapar, y el temor de que el único hogar que conoce, aunque sea muy pequeño, podría haber desaparecido cuando ella regrese de la escuela”.
Este es el dramático texto que acompaña la foto de una niña rodeada de escombros de edificios destruidos, que encabeza el portal web y circula en las redes sociales de la UNRWA, la eterna agencia de la ONU dedicada a los palestinos. El texto solicita donaciones para apoyar a la organización.
El único detalle es que la foto de la niña no fue tomada en Gaza, sino en Siria. La misma UNRWA ya la había publicado en un reporte de 2014, cuya leyenda explicaba: “Una niña posa junto a los escombros de Qabr Essit, cerca de Damasco. La UNRWA comenzó a reconstruir las instalaciones en este vecindario, incluyendo una escuela y un centro comunitario”.
Sin discutir que la población de la Franja de Gaza padece dificultades, sobre todo debido al cruel gobierno de Hamás (ver la página de Opinión enfrente), el hecho de que un organismo de la ONU utilice la foto en forma tan deshonesta, actuando como cualquier bloguero anónimo, es un ejemplo más de su falta de escrúpulos. Después de todo, este es el mismo organismo que promueve el odio antijudío y el yijadismo en sus escuelas y medios de difusión, y que ha escondido armas y cohetes en sus propias instalaciones y hospitales durante los conflictos de la última década.
La organización no gubernamental UN Watch, que hizo la denuncia, exigió que el director de la UNRWA, Pierre Krahenbuhl, se disculpe por el uso de una foto de Siria pretendiendo que fue tomada en Gaza, y por la afirmación de que la niña es víctima de acciones israelíes.
Tras la denuncia, la UNRWA se “disculpó”.
T odo un revuelo se ha formado en el mundo árabe por el rompimiento de relaciones diplomáticas y comerciales con Catar por parte de Arabia Saudita, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein. Catar ya está sufriendo las consecuencias, en la forma de escasez de productos importados (casi todos), aislamiento por la interrupción de vuelos y, en consecuencia, la desaparición repentina de casi todo el turismo.
Lo que no se ha difundido tanto es que la gota que derramó el vaso y desató esta tormenta, fue la revelación de que el pequeño pero rico reino petrolero pagó cerca de mil millones de dólares a una organización terrorista afiliada a al-Qaeda y a milicias chiítas pro-iraníes, a cambio de la liberación de 26 miembros de la familia real catarí secuestrados en Iraq cuando estaban en un viaje de cetrería (deporte típico árabe que usa aves de presa), así como de 50 miembros de las citadas milicias que habían sido capturados por yijadistas en Siria.
Según el diario Financial Times, este acuerdo, que se llevó a cabo en abril, no es el primero en su tipo, y más bien constituye un mecanismo por medio del cual Catar “alimenta el extremismo y el terrorismo”, acusación que desde hace tiempo hacen sus vecinos.
Como todo en el Medio Oriente, la situación es muy compleja y contradictoria, ya que Catar es sede de una base militar de Estados Unidos, y el reino, primer exportador mundial de gas licuado, se ufana de tener relaciones amistosas con las potencias occidentales. Su influencia mediática es desproporcionada a su pequeño tamaño y población, ya que es la sede del canal de satélite al-Jazeera, que utiliza como medio de propaganda.
Sin embargo, el gobierno de Catar tiene una larga historia de acercamiento a grupos extremistas como los rebeldes de la región sudanesa de Darfur, los talibanes afganos, Hamás (al que ha financiado generosamente), así como grupos islamistas en Libia y Siria. Desde hace tiempo, los países que ahora han roto sus relaciones con Doha lo acusan de tratar de “jugar a ambos bandos” y apoyar el radicalismo.
“Los cataríes le pagan a cualquiera y a todos, ¿para qué? Ellos solo nos han traído ruina”, declaró un comandante rebelde sirio al periódico británico.
También se recuerda que en el mismo mes de abril, el primer ministro iraní, Haidar al-Abadi, había informado que su gobierno incautó cientos de millones de dólares en efectivo que habían llegado, dentro de un montón de maletines, a bordo de aviones que ingresaron “ilegalmente” desde Catar. No se sabe si esto tiene vinculación con el pago del mencionado rescate, o si se trata de otro extraño negocio de la familia real catarí.
No hay que olvidar, además, la hipocresía que se esconde tras la actitud de Arabia Saudita, los emiratos y Bahrein, pues ya se conoce su rol histórico en el financiamiento de al-Qaeda, ISIS y otras especies de la rica fauna yijadista sunita.
E l grupo de rock Radiohead ha manifestado estar “extremadamente molesto” por la presión que sobre ellos ejerce el movimiento BDS, para que cancelen el concierto que tienen previsto ofrecer el 19 de julio en Israel, como reseña el portal ItonGadol.
Thom Yorke, líder de la banda, declaró a la revista Rolling Stone su disgusto por el hecho de que varios artistas lo hayan contactado para que tome esa medida discriminatoria, sobre todo Roger Waters, del grupo Pink Floyd, conocido por su furibundo antiisraelismo. También expresó indignación porque, tras no lograr su objetivo, Waters y otros músicos están ahora atacando a Radiohead en los medios.
Yorke también tiene previsto dictar una conferencia en una universidad israelí, lo que probablemente molesta aún más a los fundamentalistas de BDS; según ellos, “por su pensamiento de izquierda, la banda Radiohead debería unirse al boicot en apoyo a los palestinos”. Yorke replica: “Es extremadamente desagradable. Muchas personas estamos en desacuerdo con el movimiento BDS. No estoy de acuerdo en prohibir la cultura, como tampoco lo están J.K. Rowling, Noam Chomsky y muchos otros”.
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