Sami Rozenbaum, Director NMI
E l conflicto de Hamás contra Israel no se limita a cohetes y túneles. También están incursionando en la ciberguerra, y hay que reconocer que lo hacen muy bien.
Un reportaje del diario Israel Hayom relata cómo el grupo terrorista armó una compleja operación de las llamadas honey trap (“trampa de miel”), para la cual crearon en las redes sociales falsos perfiles de muchachas para atraer a soldados de Tzáhal; ingenuamente, estos descargaron en sus celulares aplicaciones simuladas de YouTube y WhatsApp, que en realidad eran malware (programas malignos). Esos programas convirtieron los dispositivos en verdaderas máquinas de espionaje, que suministraron a Hamás datos sobre ubicación, conversaciones y correos electrónicos, y hasta les dieron acceso a las cámaras y micrófonos. Incluso enviaban frecuentes actualizaciones a este malware para mejorar sus capacidades.
Los jóvenes engañados, más de 100 de diversos rangos, prestan servicio militar sobre todo alrededor de la Franja de Gaza, y fueron identificados por Hamás a través de Facebook. La trampa se descubrió gracias a otros soldados que comenzaron a reportar “actividades sospechosas” en las redes sociales; así se reconocieron decenas de identidades falsas de las supuestas chicas. Según la firma de ciberseguridad Kaspersky Lab, contratada por Tzáhal, el ataque digital se encontraba aún “en sus fases iniciales”.
Tzáhal ha instruido a todo el personal militar para reforzar las medidas preventivas en el uso de sus dispositivos, además de la prohibición, vigente desde hace tiempo, de informar su ubicación y actividades en las redes sociales. Para empezar, todos los afectados a los que se identificó debieron formatear sus teléfonos, única manera de eliminar el malware.
Edición del 25 de febrero al 4 de marzo de 1977
H ace cuarenta años, la primera plana de nuestro semanario mostraba a Yasser Arafat, líder de la OLP, con el título “Arafat vuelve a entonar la vieja canción: desmantelar al Estado judío”. La nota señalaba que el jefe terrorista había sido ignorado durante la visita al Medio Oriente de Cyrus Vance, secretario de Estado de la entonces nueva administración del presidente Jimmy Carter; frustrado, y para llamar la atención, Arafat aseguró que, debido a la “crisis económica” que padecía Israel, el gobierno de Itzjak Rabin lanzaría una “quinta guerra contra los árabes”. Igual no se le hizo mucho caso.
Otra nota de portada indicaba que Augusto Malavé Villalba, presidente del Banco de los Trabajadores de Venezuela (BTV) y vicepresidente del partido Acción Democrática, había declarado en una entrevista al diario El Universal que su objetivo era “tener un Banco de los Trabajadores tan poderoso como el de Israel”. De hecho, como destacaba la nota, el Bank Hapoalim, entidad financiera fundada por la Organización Sionista Mundial y la Histadrut para fomentar el desarrollo del yishuv de la Palestina británica en la década de 1920, asesoró a Venezuela en la creación del BTV en 1968.
NMI también reseñaba que un grupo de estudiantes de la kehilá de Maracaibo visitó el Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik” para un encuentro social, deportivo y cultural que duró tres días. Esta actividad fue iniciativa del Centro de Estudiantes del Moral y Luces.
En una larga entrevista de contraportada realizada a Teodoro Petkoff, quien acababa de regresar de una visita a Israel, el dirigente del partido Movimiento al Socialismo señaló, entre otras frases lapidarias: “El kibutz es la forma superior del socialismo”; “En Israel las condiciones son inmejorables para el desenvolvimiento de la izquierda y el desarrollo del pensamiento revolucionario”; “La izquierda venezolana está muy marcada por el primitivismo, y tienen una visión muy maniquea del problema del Medio Oriente”.
Eso fue hace cuarenta años.
Hace escasas semanas, y como consecuencia de la polémica suscitada internacionalmente tras la política migratoria de Donald Trump, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, comparó al recién elegido presidente estadounidense con el Tercer Reich alemán y su desgraciado líder.
Semejantes declaraciones demuestran una absoluta ignorancia acerca del peor genocidio cometido en la historia de la humanidad. Nada ni nadie se puede comparar con el Holocausto, y hacerlo supone trivializar el episodio más trágico que se recuerda.
No es la primera vez que los políticos españoles comparan actitudes comunes con semejantes crímenes. Lo hizo no hace mucho el Partido Popular: cuando un grupo anarquista rompía las vidrieras de muchas de las sedes nacionales del PP, destacados dirigentes del PP comparaban este hecho con la Noche de los Cristales Rotos. Inadmisible bajo todo punto de vista.
Es verdad que a quien no pertenece a Am Israel no le afectan tanto, o nada, muchas de las cosas que a nosotros sí. Pero que con el Holocausto también sea así, resulta lamentable y mezquino.
Elías Hayón Benabu