Sami Rozenbaum, Director NMI
H ace pocas semanas se inauguró en Irán un parque temático que enseña a los niños cómo luchar contra Estados Unidos e Israel.
Como indica el portal Infobae, el centro de atracciones, llamado “La Ciudad de los Juegos para Niños Revolucionarios”, está ubicado en la ciudad de Mashad, y comprende 12 “etapas” que los menores deben completar. Como parte de ellas disparan balas de plástico contra una foto del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, y contra la bandera norteamericana.
Los niños pueden vestir uniformes militares para simular batallas contra Israel y las grandes potencias de Occidente, a pesar del acuerdo nuclear de 2015 que permitió a Irán regresar a la economía mundial, y además recibir una montaña de dólares que estaban congelados como parte de las sanciones internacionales.
En esta especie de “Yijadlandia” los niños se dividen en “escuadras” de hasta diez. Algunas de las áreas del parque están dedicadas a la guerra Irán-Iraq, la guerra en Siria contra ISIS, la defensa de santuarios chiítas en varios países, lanzar objetos contra la familia real saudita (el peor enemigo de Irán dentro del Islam, ya que son el corazón de la rama sunita), y caminar a través de campos minados.
Por supuesto, también se les ideologiza enseñándoles sobre la venida del Mahdi (el mesías chiíta) y lo maravilloso que son todos los líderes iraníes, empezando por el ayatolá Ruhola Jomeini, fundador de la República Islámica.
Al final, los participantes en esta versión musulmana de las tristemente famosas Hitlerjugend (Juventudes Hitlerianas) reciben un regalo de despedida.
P ero no todo lo que sucede en este revuelto mundo es negativo. Una noticia que recibió escasa cobertura fue la visita del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu a Azerbaiyán, país limítrofe con Irán que a pesar de ser de mayoría musulmana es una república secular.
En un artículo en el portal TheHill, el rabino Abraham Cooper, del Centro Simon Wiesenthal –quien fue testigo de la visita–, escribió: “Una foto que vale mil palabras, o más. Una imagen que quizá deberían ver los dirigentes de Estados Unidos y otras naciones: un líder judío y otro musulmán que no solo se dan la mano, sino que comparten su amistad. El simbolismo de esta visita es excepcional”.
En Bakú, la capital azerí, Netanyahu se reunió con el presidente Ilham Aliyev para establecer acuerdos comerciales por 5000 millones de dólares, y también visitó a la comunidad judía local.
Cooper agrega: “Sé por mis múltiples viajes a través de Asia y Europa cuán difícil es, para culturas diferentes, hallar propósitos y compromisos comunes. Y durante mis cuatro décadas de trabajo en el Centro Simon Wiesenthal he aprendido que esas diferencias solo pueden superarse gracias a líderes que estén dispuestos a asumir riesgos”.
En las semanas previas al encuentro, se instaló en Bakú la exposición del Centro Wiesenthal titulada “Pueblo, libro, tierra. Tres mil años de relación del pueblo judío con la Tierra Santa”, que ya se había exhibido en la sede de la Unesco. “El hecho de que esta exposición se presentara en un país de mayoría musulmana, ubicado en una región tan tumultuosa, tiene un profundo significado”, comenta Cooper. Durante la inauguración, el rabino Cooper compartió una plegaria con su amigo, el musulmán estadounidense Mahomed Khan.
Azerbaiyán destaca, en el ámbito del Islam, por su armonía interreligiosa y multicultural, que se inició durante el gobierno del presidente Heydar Aliyev, padre del actual mandatario y considerado el fundador del Azerbaiyán moderno (poscomunista). Allí se realizan a veces rezos conjuntos entre sunitas y chiítas en la mayor mezquita del país, algo realmente extraordinario.
Por supuesto que Irán protestó enérgicamente la visita de Netanyahu a su vecino, e incluso se organizaron “marchas populares” como protesta.
L a Biblioteca Nacional de Israel, ubicada en la Universidad Hebrea de Jerusalén, acaba de adquirir lo que se ha descrito como la mayor colección privada de libros y manuscritos judaicos jamás reunida.
Una reseña en The New York Times informa que la colección fue compilada durante más de seis décadas por Jack Lunzer, comerciante de diamantes originario de Bélgica y radicado en Londres, quien falleció en diciembre pasado a los 92 años de edad. Esta colección se conoce como Biblioteca Valmadonna, por el pueblo italiano con el que la familia Lunzer ha estado vinculada durante mucho tiempo.
La Biblioteca Valmadonna contiene más de 10.000 ítems, que incluyen un incunable (nombre que se da a los libros impresos antes de 1500) del Pentateuco fechado en Lisboa en 1491, así como uno de los dos ejemplares sobrevivientes de una Hagadá de Pésaj impresa en Praga en 1556.
Lunzer deseaba que su colección permaneciera siempre completa y disponible para los investigadores, y así se había puesto a la venta en la casa de subastas Sotheby’s de Nueva York en 2010, pero en ese momento no encontró comprador. The New York Times señala que Lunzer desarrolló posteriormente demencia senil, y sus albaceas vendieron algunos ejemplares de la Biblioteca, como una edición del Talmud de Babilonia impresa en Venecia, que alcanzó un precio de 9,3 millones de dólares en 2015. Varios expertos califican el hecho de haber separado este y otros ítems de la Biblioteca Valmadonna como una pérdida para la cultura judía.
No se ha revelado el precio que pagó la Biblioteca Nacional de Israel por esta inigualable colección, que dispondrá de un espacio propio en el nuevo edificio de la Biblioteca que se inaugurará en 2020 (véase nuestro dossier “Las bibliotecas del Pueblo del Libro”, en NMI Nº 2003: http://bit.ly/237Ltp4 ).