Sami Rozenbaum, Director NMI
E l periodista árabe-israelí Khaled Abu Toameh publica en el portal del Gatestone Institute un artículo en el que llama la atención sobre el destino de los palestinos residentes en lo que alguna vez fue Siria.
Destaca Toameh que unos 3500 palestinos han perdido la vida en la guerra civil que comenzó en 2011, “pero como fueron muertos por árabes, y no israelíes, este hecho no resulta noticioso para los medios más importantes ni de interés para los grupos de derechos humanos”.
Toameh llama la atención sobre el campo de refugiados de Yarmuk: “¿Cuántos periodistas se molestan en preguntar sobre los sedientos palestinos de Yarmuk? ¿Sabe alguien que ese campo ha estado sin suministro de agua durante más de dos años y sin electricidad durante tres? En junio de 2002 vivían 112.000 palestinos en Yarmuk; para finales de 2014 la población había caído a menos de 20.000”.
El periodista resalta también que más de 12.000 palestinos languidecen en prisiones sirias, “incluyendo 765 niños y 543 mujeres”, agregando que según fuentes palestinas unos 500 prisioneros han muerto a causa de torturas, y que algunas de las mujeres han sido violadas por sus interrogadores y guardias.
Una frase lapidaria de Toameh lanza una severa acusación a los medios internacionales: “Cuando los periodistas occidentales se solazan al subrayar el tiempo que los palestinos pierden en los puntos de control israelíes, mientras ignoran las bombas arrojadas por los militares sirios en áreas residenciales, uno puede comenzar a preguntarse en qué consiste su trabajo”.
H ablando de los padecimientos reales de los palestinos, mientras los medios se ocupan (con razón) de las dificultades de muchos habitantes de la Franja de Gaza, The Times of Israel informa que el grupo terrorista Hamás, que controla ese territorio, gasta más de 100 millones de dólares anuales en su rama militar, las brigadas Izzedin al-Qassam. La estimación la hicieron fuentes tanto israelíes como palestinas.
De ese monto, unos 40 millones se destinan a la construcción de túneles, una verdadera industria que emplea a 1500 personas. En comparación, el último presupuesto conocido del gobierno de la Franja, en 2014, era de 530 millones de dólares; esto significa que aproximadamente un 20% fue destinado a armas, túneles, búnkers, cohetes y los salarios de los terroristas.
Otros detalles: los excavadores de túneles devengan entre 250 y 400 dólares mensuales, un ingreso relativamente alto en Gaza; además reciben bonos e incentivos para que cumplan su trabajo en la fecha estipulada por el liderazgo de Hamás. Los excavadores veteranos ganan un poco más que los otros.
El reporte informa que las brigadas Izzedin al-Qassam han continuado desarrollando su capacidad bélica, en preparación para una eventual nueva ronda de enfrentamiento con Israel. Entre otras cosas, están invirtiendo en cohetes más precisos, que además puedan burlar el sistema antimisiles Cúpula de Hierro. Para ello han realizado un enorme esfuerzo en el contrabando de materiales, tanto desde Israel como desde el Sinaí y por mar.
Hace unos días, los militares egipcios descubrieron un túnel de 2,5 kilómetros entre la Franja y el Sinaí; en esta frontera con Egipto, Hamás “emplea una gran fuerza de trabajo para cavar túneles, con bulldozers y tractores, y en ocasiones el trabajo tiene lugar frente a las narices de los soldados egipcios”, dice el reportaje. Además, los terroristas de grupos afiliados a ISIS en el Sinaí colaboran con el contrabando, pasando así por encima de las barreras religiosas entre sunitas y chiítas. Hasta se conoce el nombre de la persona que opera como coordinador entre ISIS y Hamás: Abd al-Rahman Barhame, quien “vive en Gaza como huésped de la rama militar de Hamás”. Cuando se trata de preparar planes contra Israel, las diferencias sectarias son perfectamente superables.
Edición del 15 al 22 de septiembre de 1986
H ace treinta años, el mundo judío estaba conmocionado por un atentado terrorista ocurrido en la sinagoga Nevé Shalom de Estambul, Turquía. El 6 de septiembre de 1986, un Shabat, dos terroristas árabes ametrallaron a 22 personas que rezaban y luego les prendieron fuego. Para los expertos en terrorismo, por su crueldad el ataque tenía la “firma” de Abu Nidal, de la organización palestina Consejo Revolucionario Fatah, y contó con el apoyo logístico de otros grupos.
Con motivo de este horrendo ataque, informaba nuestro semanario, se efectuó una plegaria especial en la sinagoga de la UIC con la presencia del embajador de Israel, Oscar Pri-Sar. El presidente de la República, Jaime Lusinchi, envió una carta expresando sus condolencias a nuestra comunidad. Las páginas centrales del semanario estuvieron dedicadas a la tradición de tolerancia de Turquía con los judíos.
NMI también anunciaba que pocos días después llegaría de visita a Venezuela Ariel Sharón, en ese momento ministro de Industria y Comercio de Israel, junto a “una delegación gubernamental integrada por personalidades ligadas a la materia”, con el fin de fortalecer las relaciones económicas con nuestro país.
Debe mencionarse una breve nota que informaba que el “teletexto” estaba por llegar a Israel. Esta tecnología, precursora del internet que conocemos, consistía en un decodificador que se conectaba al televisor y permitía obtener “información al minuto con solo presionar un botón”. Los datos disponibles, en hebreo y árabe, incluían “informaciones de la prensa, sobre vuelos, hospitales de turno, deportes, el tiempo o la bolsa de Tel Aviv, entre otros”. Además, durante las 15 horas diarias en que funcionaría el servicio, podrían recibirse también programas de la televisión educativa nacional. En aquella época el “teletexto”, sistema que desaparecería poco después por su alto costo, solo estaba disponible en otros tres países: Francia, el Reino Unido y Canadá. Eso fue hace treinta años.
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