Sami Rozenbaum, Director NMI
A causa de presiones palestinas, la República Checa estuvo a punto de identificar a Tel Aviv como capital de Israel en los textos escolares. Así como lo lee.
La decisión tomada por el Ministerio de Educación checo obedeció a un reclamo planteado al canciller de ese país por el “embajador” palestino en Praga, Jaled al-Atrash; este explicó a los medios que él había recibido a su vez quejas de los padres de alumnos palestinos en las escuelas locales, porque en los atlas aparece Jerusalén como la capital israelí. Según Israel Hayom, el canciller checo comunicó el reclamo al ministro de Educación, quien ordenó a la editorial Shocart, encargada de elaborar los atlas, que a partir del nuevo año escolar debía señalar a Tel Aviv como capital; de no hacerlo, perdería la certificación como imprenta oficial del sistema educativo.
Israel y la República Checa mantienen relaciones muy cordiales, por lo que la noticia generó profunda indignación en el Estado judío. El Ministerio de Relaciones Exteriores indicó en un comunicado: “Esta es una decisión reprobable. La incitación palestina no conoce fronteras; ya no están satisfechos con envenenar las mentes de la juventud palestina, ahora quieren difundir mentiras y desinformación también entre la juventud checa”.
Al-Atrash aseguró que el atlas mostraba “algo inaceptable no solo para los palestinos, sino también de acuerdo a la ley internacional y la posición oficial de la Unión Europea, incluyendo a la República Checa”. Eso es falso. En todo caso, lo que está en disputa es la anexión de Jerusalén Oriental para reunificar una ciudad que nunca debió ser dividida, pero jamás se ha puesto en duda que Jerusalén sea la capital de Israel. Allí están las sedes de los poderes públicos, desde allí despachan las máximas autoridades de la nación, allí acuden los dirigentes políticos internacionales cuando desean reunirse con sus pares israelíes. Decidir cuál es la capital constituye una decisión soberana de cada país, que ningún otro puede desconocer.
Mucho menos sentido hubiese tenido señalar a Tel Aviv como capital, lo que equivaldría a que un mapa identificara a Nueva York o Chicago como capital de Estados Unidos. Cabe preguntarse entonces por qué no colocar a Beersheva, Raanana o Tiberíades como capital israelí, pues sería igual de absurdo.
La declaración de la vocera de la cancillería checa puntualizaba: “La República Checa no considera a Jerusalén Oriental como parte del Estado de Israel. Los miembros de la UE, incluyendo a la República Checa, ven a Jerusalén como la futura capital de ambos Estados, es decir, el Estado de Israel y el futuro Estado de Palestina”. Entonces no se entiende por qué toda la ciudad y el país debían ser objeto de semejante insulto, en lugar de simplemente colocar en el atlas una nota que explicara esa opinión política particular.
El alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, envió una carta al presidente checo, Bohuslav Sobotka, solicitándole reconsiderar la decisión e invitándolo a visitar Jerusalén. “Las futuras generaciones de estudiantes checos merecen nada menos que la verdad: el lugar legítimo de Jerusalén como la capital de Israel, y en el corazón y el alma del pueblo judío, no puede ni debe ser negado”. Afortunadamente, el primer ministro checo revirtió la decisión a última hora, como informó el alcalde Barkat el miércoles 7.
L a noticia casi no se difunde en los medios masivos, pero un proyecto científico de alto nivel reúne desde hace años a investigadores de varios países que muy pocos creerían que pueden trabajar juntos: Irán, Pakistán, Turquía, Chipre, Egipto, Jordania, Bahrein, la Autoridad Palestina e Israel.
Se trata de Sesame, acrónimo de Synchrotron-light for Experimental Science and Applications in the Middle East (Sincrotrón-luz para la Ciencia Experimental y Aplicaciones en el Medio Oriente). Esta es una instalación ubicada en la localidad de al-Balqa, cerca de Ammán, Jordania. La idea surgió en 1995, durante los optimistas días de los Acuerdos de Oslo, y a pesar de la turbulencia que ha barrido a la región durante estas dos décadas, el proyecto sigue en pie; después de algunos retrasos, se espera su inauguración formal para la próxima primavera boreal. Los primeros experimentos se realizarán incluso antes, y desde hace años la instalación recibe visitas de expertos y estudiantes de todo el mundo.
Como explicó NMI en un artículo publicado en 2011 (ver en nuestro archivo digital: http://bit.ly/2c5c4uQ ), un sincrotrón no es un acelerador de partículas como el famoso LHC europeo; Eliezer Rabinovici, director del Instituto de Estudios Avanzados de Jerusalén y uno de los fundadores de Sesame, explica que es “como una enorme máquina de rayos X” que hace girar electrones muy rápidamente hasta que emiten luz, la cual permite a los científicos estudiar la estructura de sustancias muy pequeñas como las proteínas, de forma más detallada que con otros métodos. Los estudios con sincrotrones son útiles en química, biología molecular, ciencias ambientales y farmacéuticas, y nanotecnología. También los arqueólogos e incluso los historiadores del arte pueden encontrarle usos.
El sincrotrón Sesame tiene 130 metros de largo, y se encuentra en una instalación circular; allí los electrones serán impulsados a casi la velocidad de la luz por poderosos imanes y otros elementos.
El proyecto, de 100 millones de dólares, es el único conocido en el que trabajan juntos países que son políticamente hostiles como Irán e Israel, o Turquía y Chipre. “Estamos cooperando muy bien”, declara Giorgio Paolucci, director científico de Sesame, en un reportaje en The Times of Israel. “Ese es el sueño”. Los representantes de los respectivos gobiernos se reúnen sin ningún problema para discutir detalles técnicos y llegar a acuerdos sobre las futuras actividades. Uno de los objetivos de Sesame, además de las investigaciones propiamente dichas, es frenar la fuga de cerebros científicos del Medio Oriente, así como “construir puentes científicos y culturales entre sociedades diversas, y contribuir a una cultura de paz a través de la cooperación internacional”.
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