Sami Rozenbaum, Director NMI
E n Argentina es costumbre que muchos jóvenes que terminan la secundaria viajen en grupo para celebrar en la ciudad turística de Bariloche. Hace una semana, un grupo de recién egresados de la escuela técnica judía ORT, de Buenos Aires, se encontraba en una discoteca de Bariloche cuando llegaron los graduandos de la Sociedad Escolar y Deportiva Alemana Lanús Oeste (Sedalo), también de la capital.
Estos últimos venían con unas chaquetas, que se quitaron al mismo tiempo para mostrar sus cuerpos pintarrajeados con símbolos nazis. Algunos también se habían pintado bigotitos al estilo Hitler.
Quizá pensaron que era una gracia, aunque el pasado militarista y extremista (de derecha e izquierda) de Argentina sugiere cierta herencia cultural. El hecho es que se produjo un intercambio de insultos con los jóvenes de ORT, que rápidamente se convirtió en una pelea y un escándalo nacional.
Afortunadamente ha habido consecuencias. Como informa el diario Clarín, la directora de Sedalo, Silvia Fazio, declaró que si bien el viaje de los graduandos “no es organizado por la escuela, ellos son nuestros alumnos y vamos a actuar conforme a eso”. Explicó que habrá sanciones, pero además “tendrán que hacer una acción de reparación del daño”, pues no es suficiente con las disculpas que ya ofrecieron a los jóvenes judíos durante una reunión de los dos grupos en la que conversaron sobre el tema.
Fazio agregó que no solo se debe culpar a los estudiantes, sino también a sus padres: “Esto nunca debió haber pasado, los adultos que estuvieron en las instancias previas no miraron o no vieron, y tenemos que tener una mirada también sobre eso. Mis alumnos actuaron mal, pero la mirada de los adultos tampoco estuvo presente”.
El presidente de la DAIA, Ariel Cohen Saban, recordó que en Argentina el fomento o expresión de la ideología nazi constituye un delito, por el cual los mayores de 16 años pueden ser condenados desde un mes hasta tres años de prisión, como reseñó el portal AJN.
Por lo pronto, los muchachos de ORT y Sedalo visitarán juntos el Museo del Holocausto de Buenos Aires, donde recibirán una charla.
E n Europa hay toda una controversia sobre el burkini, un traje de baño que cubre casi todo el cuerpo para cumplir con las normas musulmanas del recato. El burkini fue inventado en 2003 por la diseñadora australiana de origen libanés Aheda Zanetti, y en estos últimos meses se convertido en toda una tendencia en las playas europeas; sin embargo, la creciente reacción contra los musulmanes debido a los actos terroristas ha llevado a 30 alcaldías de Francia y otros países a intentar prohibirlo, pues en muchos casos su uso dio origen a discusiones y peleas.
Sin embargo, en Israel el burkini y sus variantes ha sido bienvenido tanto por las musulmanas como por las judías religiosas, y es un buen negocio. Un reportaje en The Times of Israel describe el éxito que ha tenido la tienda MarSea Modest, creada por Marci Rapp, una judía de Jerusalén, quien declara: “Nunca debería restringirse la modestia, es una opción para la mujer. Con frecuencia llegan clientas que dicen ‘No soy tan religiosa’, pero adquieren trajes de baño modestos”.
Estos trajes “modestos” pueden tener mangas largas o cortas, vestidos largos o menos largos, cubrir la cabeza o no, y también han despertado el interés de personas que quieren protegerse del cáncer de la piel, así como aquellas que buscan cubrir cicatrices o disimular el sobrepeso, todo ello “con estilo”.
Daniella Teutsch, co-fundadora de otra firma de trajes de baño recatados llamada HydroChic, dice que la mitad o más de sus clientas usa tallas grandes y no son necesariamente religiosas. Además tiene clientas por internet en Estados Unidos, que son tanto judías como cristianas e incluso musulmanas. “Recibimos testimonios positivos de gente que dice que esto ha cambiado su vida”, dice. “Las mujeres practican ahora más deportes que antes. Hay muchos tipos de gente que está saliendo y disfrutando del agua. Lo mejor es que escuchamos de personas que no habían ido a la playa durante años y ahora van de nuevo”.
De hecho, según The Times of Israel, estos trajes de baño están provocando un cambio cultural: antes las mujeres judías ultraortodoxas y musulmanas, si es que iban a la playa, entraban al agua con los mismos trajes que usaban en la calle; ahora los están sustituyendo con trajes de baño “modestos” y burkinis. Claro que, como explica una vendedora, existe todo un espectro de observancia que se refleja en qué es lo que las clientas consideran suficientemente “modesto”.
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