Sami Rozenbaum, Director NMI
U n problema del que rara vez se habla en cuanto a la relación entre Israel y los palestinos es el de los vehículos israelíes que circulan ilegalmente por Cisjordania.
Un reportaje en The Jerusalem Post refleja la facilidad con que se consigue comprar un automóvil robado en Israel en los territorios palestinos. En efecto, a pesar de todos los controles y pasos fronterizos, en Cisjordania circulan nada menos que 50.000 vehículos ilegales; la mayoría son robados (aunque algunos han sido vendidos por sus propietarios israelíes para salir de ellos sin tanto papeleo). Incluso existe una palabra para estos vehículos ilegales, mushtuba, y son fáciles de identificar por sus placas falsas.
“¿Por qué comprar un carro legal que cuesta 50.000 shékels, si puedo tener este por solo 1500? Lo necesito para ir al trabajo”, le dice al periodista un residente del pueblo de Eizariya, “dueño” de un carro robado, quien agrega señalando hacia una estación de autobuses: “Mire, todos esos autobuses son ilegales. ¡Incluso tenemos autobuses ilegales!”.
Además de los bajos precios, los vehículos ilegales no pagan impuestos ni licencias, por lo que la Autoridad Palestina deja de percibir esos ingresos.
La mayoría de los vehículos robados circulan en las áreas B y C de Cisjordania, fuera de las zonas urbanas más densamente pobladas, donde no tienen tanto temor de que la policía palestina o las fuerzas de seguridad israelíes los confisquen. Tzáhal rara vez entra en esas áreas a menos que estén combatiendo crímenes más graves, como el terrorismo. Un funcionario israelí de seguridad explicó que las unidades de la policía patrullan las entradas y salidas de los poblados y a veces confiscan vehículos ilegales, pero no entran en los poblados mismos para hacerlo.
La Autoridad Palestina tiene desde 1997 una ley que prohíbe que circulen automóviles israelíes usados en sus territorios, y ordena su confiscación y destrucción. Pero como se sabe, la aplicación de la ley por parte de la AP es indolente y discrecional; el contrabando es tan descarado que existen grupos de Facebook y tiendas especializadas en la compra-venta de carros ilegales. “En Eizariya, encontrar un lugar donde comprarlos no es mucho más difícil que hallar una venta de falafel”, dice el reportaje de The Jerusalem Post.
H ace pocos días, el Consejo Económico y Social de la ONU emitió un informe según el cual los habitantes drusos del Golán sufren “privaciones económicas y sociales” debido a las políticas israelíes. Pero el alcalde de la mayor ciudad drusa de esa zona, Dulan Abu Saleh, se burla de esas afirmaciones, según indica The Times of Israel.
Abu Saleh, burgomaestre de Majdal Shams, califica el informe como “una burla total”: “No entiendo de lo que están hablando, es ridículo. Aquí tenemos una buena vida”.
Israel ocupó parte del Golán de Siria durante la Guerra de los Seis Días, y lo anexó formalmente en 1981; se trata de una zona elevada muy estratégica, desde donde los sirios bombardeaban frecuentemente las zonas pobladas de Galilea antes de 1967.
Los drusos pertenecen a una religión que se separó del Islam hace mil años, y viven fundamentalmente en Siria, el Líbano, Jordania e Israel. Desde que se fundó el Estado, los drusos que habitaban Eretz Israel juraron voluntariamente lealtad al nuevo país y solicitaron servir en Tzáhal como cualquier ciudadano judío.
En el Golán habitan unos 20.000 drusos, que tienen derecho a adquirir la ciudadanía israelí. Hasta 2011 solo unos 1700 la habían solicitado, pero el número se ha incrementado significativamente desde que estalló la guerra civil en Siria. Abu-Saleh comenta sobre el informe de la ONU: “Los drusos del Golán no servimos en Tzáhal y hasta el momento solo estamos recibiendo fondos del Estado. ¿Por qué no condenan los horrores en Siria, donde decenas de niños mueren todos los días?”.
Karim Batkhish, residente de la localidad drusa de Masa’ada, comenta: “La guerra en Siria es irrelevante para nosotros. Algunos pueden decir que apoyan a Assad, pero es solo para mostrarle a Siria que estamos con ellos. En realidad nadie quiere nada con Siria ahora”.
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