Sami Rozenbaum, Director NMI
M ientras cumplía su labor como reportero para el canal 2 de la televisión israelí en Niza, el joven periodista Elad Simchayoff recibió un consejo de una transeúnte: que no hable en hebreo ni muestre su origen israelí de cualquier otra forma, pues eso es peligroso.
El portal Algemeiner relata que mientras entrevistaba a la gente en el “Paseo de los Ingleses”, pocas horas después del espantoso ataque en que un terrorista tunecino asesinó a 84 personas e hirió a más de 200 atropellándolas con un camión de carga, una mujer se le aproximó pidiéndole no salir en cámara y le dijo: “Usted debe tener mucho cuidado”. Él replicó: “¿Por qué?”. Ella respondió: “Porque usted es israelí. Eso es muy peligroso”. Luego le explicó que Israel está sometido a un doble estándar: “Cuando la guerra de Gaza, por ejemplo, hubo aquí manifestaciones con miles y miles de árabes. Pero por la guerra en Siria, donde han muerto niños, los árabes no se manifestaron en las calles. Nunca”.
La mujer agregó que los medios han estado comentando que los israelíes saben cómo protegerse de los atentados mientras que los europeos no, e insinuó que tales comentarios pueden más bien incentivar a otros terroristas, además de acentuar el sentimiento antiisraelí entre los árabes locales.
La bien intencionada señora concluyó: “Hay una atmósfera en Bruselas [capital de la Unión Europea] según la cual ustedes los israelíes son lo peor. Ese es el problema. Así que sea usted muy cuidadoso, no hable con nadie”.
E l alcalde del pueblo polaco de Jedwabne, donde la población local asesinó a toda su población judía hace ahora 75 años, dice estar de acuerdo con una campaña de los revisionistas para exhumar los cuerpos de las víctimas, informa el portal JTA.
Michael Chajewski es el intendente del poblado donde, según reveló el historiador Jan Gross*, el 10 de julio de 1941 varias decenas de sus habitantes masacraron al menos a 340 judíos, parte de los cuales fueron quemados vivos en un granero; luego arrojaron los restos en una fosa común. Tras el impacto que causó el libro de Gross, publicado en 2001, la mayoría de los historiadores y líderes políticos de Polonia han reconocido los hechos, incluyendo al Instituto Nacional para la Memoria. El de Jedwabne fue uno de al menos 20 pogromos antijudíos que tuvieron lugar en Polonia durante e inmediatamente después del Holocausto.
Todo comenzó cuando la ministra polaca de Educación declaró en televisión que a pesar del reconocimiento oficial, ella “no sabía” quién asesinó a los judíos. La duda surge, aducen los revisionistas (algunos de extrema derecha, como la historiadora Ewa Kurek), por el hecho de que se han hallado muchos restos de balas en el lugar; en aquella época los nazis, que acababan de invadir la región oriental de Polonia durante su ataque a la URSS, prohibieron poseer armas a la población local; este argumento implica que fueron los alemanes los autores de la masacre. Sin embargo, aún viven numerosos testigos y sobrevivientes que afirman que el asesinato masivo fue ejecutado por los propios habitantes del pueblo.
El asunto es que, para la mayoría de los polacos, su país fue víctima y no perpetrador durante la Shoá; de hecho, durante el genocidio perdieron la vida tres millones de polacos judíos, pero otros tres millones de víctimas no lo eran.
El nuevo presidente derechista de Polonia, Andrzej Duda, tiene un récord de expresar escepticismo sobre el papel de sus compatriotas en el Holocausto. El año pasado criticó a su predecesor, Bronislaw Komorowski, por haberse disculpado en nombre de su país por los hechos de Jedwabne; sin embargo, según JTA, hace pocas semanas reconoció la culpabilidad de parte de los polacos en la Shoá.
El hecho es que existen presiones para llevar a cabo una exhumación en Jedwabne, a pesar de que ya en 2001 una excavación forense fue suspendida para no profanar las normas religiosas judías. Uno de los que promueven exhumar los restos es Marek Chrzanowski, integrante del Instituto Nacional para la Memoria, quien afirma: “Yo también creo que hay que llevar a cabo la exhumación para llegar a la verdad, porque este caso daña la imagen de los polacos”.
E l grupo terrorista Hamás ha encontrado un nuevo uso para sus famosos túneles de Gaza: ahora son una atracción turística y “educativa”.
The Times of Israel informa que varios videos montados en Afaq, una cadena mediática de la Franja, muestran a filas de niños —probablemente participantes en los célebres campamentos de verano para potenciales terroristas— mientras recorren los túneles detrás de un guía; las paredes están cubiertas de retratos de miembros de Hamás aparentemente muertos en la “resistencia” contra Israel.
El texto que acompaña a los videos indica que estos tours vacacionales se están llevando a cabo en el vecindario de Shejaya de la ciudad de Gaza, y que forman parte de una exposición que además incluye las armas y métodos que emplean las Brigadas al-Qassam, ala militar de Hamás, exhibición que se realiza con motivo del segundo aniversario del más reciente conflicto.
Afaq anuncia que la exposición y las visitas guiadas están “abiertas a cualquier ciudadano o medio de comunicación que quiera grabarlas y publicarlas”. Otra muestra de que, en cuanto a promoción y mercadeo, los terroristas palestinos son unos verdaderos expertos.