Sami Rozenbaum, Director NMI
E l presidente de la Autoridad palestina, Mahmud Abbas, a quien Israel ha salvado su régimen e incluso la vida ante los intentos de derrocarlo por parte del grupo terrorista Hamás, lanzó el 23 de junio una nueva campaña de incitación antisemita: acusó a los rabinos israelíes de “haber llamado a envenenar los pozos de agua palestinos”.
A pesar de tan delirante denuncia, que recuerda los libelos medievales que causaron tantos pogromos, Abbas fue ovacionado en el Parlamento Europeo, donde además declaró, en un asombroso ejercicio de hipocresía: “Estamos contra el terrorismo en cualquier forma que adopte, y sea quien sea que lo lleve a cabo. Una vez que termine la ocupación, el terrorismo va a desaparecer, no habrá más terrorismo en el Medio Oriente, o en cualquier otro lugar del mundo”, como reseña el portal Estado de Israel.
Según Abbas, entonces, al-Qaeda, ISIS-Estado Islámico,y los demás grupos del terror que junto a sus sucursales y franquicias han tomado el mundo por asalto, solo tienen como causa el tema palestino. Eso quisiera él, pero la realidad es que la labor de aquellos grupos fanáticos, tanto sunitas como chiítas, le han quitado un protagonismo que él desearía recuperar desesperadamente.
La propuesta del presidente de la AP, según aseguró en Bruselas, es: “Estamos a favor de una solución de dos Estados basada en las fronteras de 1967, con Jerusalén Este como capital”; es decir, básicamente lo que propusieron tanto Ehud Barak en el año 2000 como Ehud Olmert en 2008, y que Yaser Arafat y el propio Abbas rechazaron en su momento.
“Nuestras manos se extienden con un deseo de paz, tenemos la voluntad política para lograr la paz”, fue el llamamiento de un personaje que tiene bien ganado su puesto en la historia del cinismo.
Hace algunos días falleció Susana Duijm, la legendaria primera Miss Mundo venezolana y latinoamericana, quien obtuvo ese galardón de belleza en 1955.
Un dato poco conocido es que su padre, Abraham Isaac Duijm, era un judío de Surinam, quien conoció a la que sería su esposa, Carmen Zubillaga, en Curazao; esto lo narra la escritora Milagros Socorro en un artículo reproducido por el portal Prodavinci.
Hace cuarenta años, el mundo entero quedó maravillado ante el rescate, por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel, de los pasajeros de un avión de Air France secuestrado por el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP, parte de la OLP) y llevado al aeropuerto de Entebbe, Uganda.
Tras liberar a los pasajeros que no eran judíos, cuatro terroristas del FPLP, más dos alemanes pertenecientes a grupos “revolucionarios”, dejaron retenidos como rehenes en el propio aeropuertoa 94 hombres, mujeres y niños, la mayoríaisraelíes. Los secuestradores amenazaron con asesinar a todos los pasajeros y la tripulación del avión, a menos que se liberara a 40 terroristas presos en Israel y 13 que estaban en otros cuatro países. El secuestro tuvo pleno apoyo del dictador de Uganda, Idi Amin ─quien, paradójicamente, había recibido entrenamiento como paracaidista en Israel─.Tras seis días de negociaciones infructuosas, el gobierno israelí decidió actuar. Por medio de un plan concebido en forma acelerada, el 3 de julio cuatro aviones Hércules C-130 volaron 4000 kilómetros (con una escala autorizada en Nairobi, Kenia), y llegaron a Entebbe sin ser detectados; a bordo iban decenas de comandos de Tzáhal dirigidos por Jonathan Netanyahu, hermano mayor del actual primer ministro. Tras aterrizar lejos del terminal, se acercaron al edificio en varios jeeps, frente a los cuales iba un vehículo igual al de Idi Amin; gracias al engaño y el factor sorpresa, pudieron abatirrápidamente a los terroristas así como a varios soldados ugandeses que les dispararon, y rescatar a los rehenes.
Solo hubo cuatro muertos israelíes: tres rehenes y el propio “Yony” Netanyahu, quien desde entonces es uno de los héroes nacionales de Israel.La operación duró 30 minutos, y además los israelíes destruyeron en tierra varios aviones MiG de Uganda para evitar ser perseguidos.
Al saberse la noticia, llovieron sobre Israel multitud de felicitaciones por la osada operación. Solo una voz desentonó: la del secretario general de la ONU, el ex nazi Kurt Waldheim, quien declaró mientras llegaba de visita a El Cairo que Israel había “violado la soberanía nacional de Uganda”, frase que sería pronto desmentida por un portavoz del organismo. El ministro de Trasporte de Israel, Gaad Yaacobi, replicó más tarde ante la tumba de dos de los rehenes fallecidos: “No es el secretario general quien puede predicarnos ética, ni quien va a asegurar nuestra existencia aquí”. El primer ministro, Itzjak Rabin, expresó ante la Knesset: “Tzáhal ha logrado uno de los mayores éxitos humanos, morales y operacionales, que reflejan la fraternidad judía y el carácter intrépido de Israel”; y agregó: “Esta operación se convertirá en leyenda, como un aporte de nuestro país a la lucha contra el terrorismo”.
La mayoría de los dirigentes y medios occidentales expresaron su satisfacción y elogiaron a Israel, en un infrecuente caso de apoyo internacional al Estado judío.En Venezuela, según reseñaba NMI, la embajada de Israel recibió “cientos de congratulaciones y palabras de aliento, a través de telegramas y llamadas telefónicas remitidas a la sede diplomática desde todos los sectores del país, tanto de la comunidad como de fuera de ella”.
Por sus características, el episodio de Entebbe fue llevado al cine en más de una oportunidad, e inspiró varios libros. La noticia llegó a opacar la celebración del bicentenario de Estados Unidos, que tuvo lugar al día siguiente.
Cuarenta años después, mantiene plena vigencia lo que indicaba nuestro semanario: “Los principales diarios del mundo elogiaron la osadía de la operación, calificándola como una victoria más sobre la fuerza bruta, y destacaron que semejante valentía es el mejor recurso en esta época de debilidad nerviosa, antes que una transacción”.