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S i te dijeran que le quedan solo unos meses de vida, ¿con quiénes los pasarías, y qué les dirías?
Gracias a Dios, esta pregunta es teórica para la mayoría de nosotros, pero no para todos. Desafortunadamente, hay quienes visitan a su médico y reciben la aplastante noticia de que los muchos años que siempre habían imaginado que vivirían, se redujeron a solo meses. ¿Cómo pueden cubrirse cinco décadas en cinco cortos meses? ¿Por dónde empezar?
Moisés experimentó ese dilema cuando Dios le dijo, el primer día del mes de Shvat, que cinco semanas después, o sea el séptimo día del mes de Adar, sería su último día de vida terrenal. Veamos lo que hizo Moisés y tomemos prestada una página de su libro, la Torá.
Moisés reprendió al pueblo por sus pecados. Nuestros sabios señalan que Moisés fue sabio al esperar hasta el final para dar su reprimenda, porque a una persona moribunda se le da más margen de maniobra. Si una persona sana reprocha, provoca una actitud defensiva y resentimiento. Cuando una persona moribunda habla, escuchamos y reflexionamos. Entonces Moisés enseñó y tradujo la Torá a los muchos idiomas de su época.
Los dos proyectos, reprender a la nación hebrea y traducir la Torá, no parecen estar relacionados. Pero si la Torá, un libro que es un manual de instrucciones, nos informa que Moisés pasó sus últimos días en estos dos proyectos, debe haber un vínculo entre ellos que nos sirva de lección existencial hoy. ¿Cuál es esa lección?
Si alguna oración puede resumir todo el esfuerzo de la búsqueda moral y la vida útil, es esta: "Evita el pecado y sé justo". Para vivir moralmente debemos hacer ambas cosas; cada una, en sí misma, no constituye un estilo de vida moral. Debemos evitar las trasgresiones y cumplir los mandamientos.
Cuando nuestro tiempo en este mundo se reduce, nuestro enfoque se dirige naturalmente a la siguiente generación, los niños, que dependen de nuestra sabiduría y experiencia de vida. Durante años, si no décadas, enseñamos a nuestros hijos a amar su herencia, abrazar su tradición y creer en Dios, pero nada habla más poderosamente a nuestros hijos que la voluntad y el testamento final que otorgamos cuando la nuestra vida está por finalizar.
Una mujer judía que se crió en la Unión Soviética narra la historia de su padre, que arriesgó su vida para construir y mantener una red subterránea de escuelas judías para los niños, un delito punible con el exilio e incluso la muerte bajo la ley soviética. No tardó mucho tiempo el NKVD en enterarse de sus "actividades contrarrevolucionarias", y una noche se oyó el infame golpeteo en la puerta. Los agentes irrumpieron con la aspereza habitual y registraron la casa en busca de evidencia. Sabiendo que pronto sería llevado lejos, para no volver a ver más a sus hijos, el hombre buscó las palabras correctas.
Reunió a sus hijos y les susurró con urgencia, mientras los agentes saqueaban su casa. ¿Qué puede decir un padre en tan poco tiempo? ¿Qué palabras elegir, qué es lo más importante, qué será más impactante? Él escogió las palabras correctas, porque su mensaje impresionó a su hija profundamente y ella jamás las olvidó: "Dediquen sus vidas a aquello por lo que me están llevando", les dijo. Sucinto y profundo.
Funcionó. Ni ella ni sus hermanas rechazaron a Dios por la pérdida de su padre. Ellos fueron judíos apasionados. Su fe y energía eran ilimitados. Ella nunca volvió a ver a su padre y sufrió terriblemente, pero de alguna manera sobrevivió a la guerra y al hambre y llegó a Estados Unidos. Ella construyó una familia y vivió una vida larga rodeada de hijos, nietos y bisnietos. ¿Cómo reducir toda una vida de enseñanza en una oración? Dediquen sus vidas a lo que les están quitando. Ellas nunca lo olvidaron. Si esa fue su última declaración, entonces se trataba de su más alta prioridad, y la trataron como tal.
Moisés usó sus últimos momentos de la misma manera. Resaltó sus valores más importantes y enseñó a la gente a confiar en Dios a cada paso. No vacilen como lo han hecho en el pasado. Cuando encuentren pruebas difíciles, depositen su confianza en Dios. Él vendrá por ustedes.
Pero no se detuvo allí. Moisés usó su tiempo en enseñar y traducir la Torá, para que hablara a cada judío en su idioma. Si queremos que nuestros hijos abracen la Torá, debemos hacer lo mismo. Debemos relacionar las enseñanzas de la Torá con su nivel, y aplicarlas de manera que puedan apreciarla. Exhortarlos a rechazar el mal es importante, pero no podemos esperar que funcione a menos que también les enseñemos a amar la bondad. Para enseñar eso necesitamos entender su idioma, sus intereses y necesidades, y luego hablarles desde su perspectiva. Así es como Moisés decidió pasar sus últimos momentos, y así debemos pasar los nuestros.
Lamentablemente, tratamos la vida de la manera en que algunos políticos parecen tratar su tiempo en el cargo. En lugar de usar cada minuto para lograr cosas buenas, pasan todo el tiempo centrándose en la reelección. Los proyectos que valen la pena a menudo son desechados si no se reflejan bien en las encuestas.
En la vida nos enfocamos demasiado en asegurar nuestro futuro, y no en nuestro presente. ¿Quién sabe si recibiremos con suficiente tiempo el aviso que nos permita preparar a nuestros hijos de la manera que queremos? ¿Quién sabe si tendremos los medios para hablar y comunicarnos cuando demos nuestro último aliento?
Es mejor vivir cada día como si fuera el último. Debemos trabajar para proveer para el futuro, pero es crítico vivir en el presente. Nuestros hijos necesitan saber que son nuestra máxima prioridad, y debemos usar cada momento para cimentar esta relación de amor. Si tienes algo que enseñarles, enséñaselo ahora. Mañana podría ser demasiado tarde.