H ablar de Lazar Zeev Bone es hablar de la historia del pueblo judío, de sus persecuciones, de su manera de levantarse ante las adversidades, pero sobre todo de ser creyente de una religión que llevamos en las venas, que nos guía y nos da fuerza ante cualquier circunstancia.
Lazar nace en Iasi, Rumania, un 3 de agosto de 1934. Era una comunidad judía grande y de gente muy religiosa. El abuelo de Lazar dirigía una sinagoga y era allí donde estudiaban. Su familia se dedicaba al cultivo de cerezas y vid.
La ciudad sufrió un pogromo en 1941 y su padre, Abraham Solomon, fue obligado a subir al tren, asesinado y enterrado en una fosa común. Murió a la edad de 41 años, cuando Lazar apenas tenía 7, pero siempre recordó cómo su padre repartía matzos y mermeladas a los judíos pobres de Iasi. Su madre, Betty Herscu, vivió una juventud signada por la guerra y las persecuciones. La separación de sus seres queridos y la muerte de su esposo hacen que la muerte se la lleve a la edad de 37 años, es por ello que a través de la organización sionista se decide enviar a Lazar a Israel, quien llega a un kibutz ubicado en los Valles del Jordán llamado Ashdot Yaacov.
Al terminar el bachillerato se incorpora al Tzáhal como voluntario de la fuerza aérea. Después, en 1955, decide emigrar a Venezuela, donde se casa con Poly Goldenstein, con quien tiene dos hijas, Betty e Ylana, quienes le dieron cinco nietos: Alan, Eli, Andrés, Daniela y Luis.
A partir del año 1974 trabajó ad honorem en actividades comunitarias: Federación Sionista, Unión Israelita, director de Juventud, director de Beneficencia, miembro activo de la Comisión de Arbitraje de la UIC, director del Comité Económico para la Educación Comunitaria. Después de 26 años de actividad ininterrumpida, fue nombrado miembro honorario de la comunidad.
Su ejemplo de unión, de carácter ante la vida, la manera de hacer simples las cosas complicadas, su amor por Israel, hará que siempre sea recordado por todos los que tuvimos la dicha de compartir con él. Lazar muere en Caracas el 13 de enero de 2016 (3 Shevat 5776).
Cuando un niño nace, nadie sabe qué va a ser en el futuro; pero cuando una persona muere, se sabe todo lo que hizo en su vida. Lazar fue un hombre ejemplar, bondadoso, cariñoso, abuelo incondicional. Seguro ya está tocándole el piano a Dios en el cielo… Estarás con nosotros todos los días, en cada detalle de nuestras vidas. Eso te hará inmortal.
Betty, Ylana, Alan, Eli, Andrés, Daniela y Luis.