Quiero agradecer a la Academia de Ciencias Políticas y Sociales por la gentil invitación para tratar el tema de las relaciones Israel-Venezuela. Mis gracias al doctor Ramón Escovar León, y al presidente de la Academia, doctor Gabriel Ruan Santos, por permitirme exponer mis reflexiones en este centro de excelencia con tan destacadas personalidades.
Es este un momento muy oportuno ya que recientemente se conmemoraron los 100 años de la Declaración de Balfour, cuando el entonces canciller del Reino Unido manifestó el apoyo británico al “establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío en su tierra ancestral”, estableciendo el embrión de lo que constituiría la creación del Estado de Israel.
Es bueno resaltar que el ámbito de las relaciones entre Venezuela e Israel se fue forjando incluso antes del nacimiento del Estado hebreo. Recordemos episodios de reconocimiento y solidaridad con la comunidad judía, como el apoyo que el presidente Eleazar López Contreras brindó a los refugiados de los “barcos de la esperanza” que zarparon de Hamburgo, y que ante la negativa de otros Estados
del Caribe de concederles asilo, los capitanes de estos barcos Caribia y Koeningstein se preparaban a regresar a Alemania. El fin de los pasajeros en ese caso habría sido trágico, ya que serían trasladados a los campos de exterminio establecidos por el nazismo. Felizmente fueron autorizados a permanecer en Venezuela, logrando sobrevivir gracias a la solidaridad venezolana de esa época.
Este hecho lo entendemos mejor en estos momentos, cuando millones de venezolanos salen como refugiados de nuestro país y encuentran los brazos abiertos que nuestra patria le ofrecía a refugiados de otros países en el pasado.
De otro lado, también quisiera destacar el aporte que patriotas judíos dieron a la causa de la independencia y creación del Estado de Venezuela, la protección que le prodigaron al Libertador al ser alojado en Curazao por la familia Ricardo De Sola, y tantos otros episodios en que venezolanos de origen judío, muchos provenientes originariamente de Curazao, nos acompañaron desde el nacimiento de la República de Venezuela.
En 1946, un grupo de destacadas personalidades venezolanas formalizaron la creación del Comité Venezolano de Apoyo a la Palestina Hebrea, que desempeñó un papel importante de cabildeo en pro del futuro Estado de Israel. Pero de manera especial, el significativo apoyo para reconocer al Estado de Israel el 29 de noviembre de 1947 en el seno de la ONU. Venezuela apoyó la resolución sobre la
partición para crear dos Estados: el Estado Judío y el Estado Palestino. Venezuela votó junto a otros 32 países de los 57 que entonces formaban parte de la ONU, rechazando la posición que pretendía que se aprobara la existencia de un solo Estado árabe en la Palestina del Mandato Británico.
El 14 de mayo de 1948 se proclamó la Declaración de Independencia de Israel, pronunciada por David Ben Gurión, declaración que también fue reconocida por Venezuela de inmediato, a través de un telegrama enviado por el canciller Andrés Eloy Blanco a su homologo Moshé Shertok, dando una vez más el apoyo venezolano. Luego, nuevamente apoyó la resolución 273 que en mayo de 1949 admitió a Israel como Estado miembro de la ONU.
La posición favorable y amistosa con Israel ha sido la pauta de los diferentes gobiernos: los de Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos, Raúl Leoni, los dos gobiernos tanto de Rafael Caldera como de Carlos Andrés Pérez, el de Luis Herrera Campins y el de Ramón Velásquez. En ese contexto, quiero resaltar el papel de Ramón Escovar Salom, que se mantuvo como canciller de Venezuela y luego como representante de Venezuela en la ONU, destacando su papel cuando presidió el Consejo de Seguridad, en el que reiteró la posición de Venezuela en relación a Israel.
Pero tampoco debemos olvidar que el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez mantuvo la misma posición, y ya en el año 1952 le otorgó el beneplácito al general Antonio Shaltiel como Ministro Plenipotenciario de Israel en Venezuela.
Es decir, todos los gobiernos desde 1947 coincidieron en reconocer las relaciones con Israel.
Por ello, vemos con tristeza la posición antihistórica del gobierno “bolivariano” al romper relaciones con Israel, en la forma con la que anuló la tradición venezolana (y de América Latina) que siempre habíamos mantenido al adoptar una posición reconociendo a los dos Estados, uno judío y otro palestino, con fronteras seguras y reconocidas.
Resulta difícil resumir en poco tiempo las inmensas contribuciones de medio siglo de relaciones positivas en las esferas políticas, económicas, culturales, científicas,
militares e institucionales, que demostraban el deseo común de fortalecer cada vez más los vínculos entre nuestros gobiernos, pueblos e instituciones.
Si bien es cierto que por varias razones nuestra balanza de pagos ha sido cuantitativamente baja, cualitativamente los resultados fueron de enorme magnitud, ya que a través de la formación y la cooperación resultó en importantes contribuciones para el beneficio mutuo.
El Instituto Cultural Venezolano-Israelí elaboró una publicación que resalta los múltiples y exitosos contactos de personalidades israelíes que han visitado
Venezuela, y venezolanos que han visitado Israel, entre quienes se encuentran ministros, directores de organismos, ex presidentes, parlamentarios, gobernadores, alcaldes de uno y otro país, cuyos resultados dejaron una estela de buenas relaciones.
Las relaciones no solo se llevaron de gobierno a gobierno, sino en diversos ámbitos con instituciones no gubernamentales. Enumeremos algunas de las realizaciones que se consolidaron.
En el inicio, la experiencia de los kibutzim y de los moshavim fue una atracción para los jóvenes venezolanos, que veían en la experiencia israelí de aquel entonces un modelo social y político único exitoso. Varios dirigentes juveniles viajaron para conocer ese espíritu pionero, escribieron sus tesis, y compartieron experiencias con los kibutznik, para intentar reproducir esos modelos en varias
regiones de Venezuela.
Esa dimensión romántica fue sustituida paulatinamente por experiencias y avances en otros campos como el científico y tecnológico. En los últimos años, Israel ha venido profundizando un vertiginoso cambio tecnológico, especialmente en la última década, al ser considerado uno de los países más innovadores del mundo hasta convertirse en la Start-up Nation, y que hoy –de haber mantenido
nuestras relaciones– podría haber sido de enorme utilidad para el desarrollo científico y tecnológico de nuestro país.
Cientos de estudiantes se beneficiaron con cursos en los institutos de formación y prácticas en diferentes centros israelíes. ¡Cuántas veces se encontraba uno con ex becarios que se reunían en el entonces activo Club Shalom, y comentaban con entusiasmo sus experiencias!
Una de esas experiencias exitosas es la que aún hoy promueve la Cámara de Economía Venezolano-Israelí en sus 40 años de existencia, al llevar delegaciones de empresarios, gobernadores, científicos e interesados en general a la gran muestra Agritech, que reúne periódicamente a empresarios del campo agrícola israelí y que ha trasladado experiencias exitosas al campo venezolano. La tecnología del riego por goteo siempre ha cautivado a emprendedores que han trasplantado a Venezuela sus logros. Lo mismo podemos decir de la avanzada tecnología de las plantas de desalinización, o de cultivo del pez tilapia, que han sido introducidas en diferentes momentos.
Cómo negar la influencia de Centros Académicos de Desarrollo Rural Integrado, y en especial proyectos concretos adelantados entre Venezuela e Israel a través de los expertos de Rejovot, que trajeron a nuestro país programas completos poniendo en práctica, llave en mano, el adelanto científico en el campo, y trasladando a nuestro país profesionales de toda América Latina para adelantar
esas experiencias.
En el caso de la cooperación entre los sindicatos a través de la Histadrut y la CTV, que fructificó positivamente en su momento con la creación del Banco de los Trabajadores, del Instituto de la Vivienda y de otros logros para beneficio de los trabajadores y obreros en ese entonces.
En el mismo sentido, la relación con la Federación Campesina de Venezuela y el apoyo a la Reforma Agraria –punto fundamental en la década de los 60–, o los proyectos con el sector campesino del Desarrollo Integral del Sistema de RiegoMajaguas, en 1962.
Muchas historias exitosas, y muchas otras que quedaron en el tintero pero que nuevamente podrían desarrollarse, como cuando se quiso exportar la orimulsión como fuente de energía para Israel, o los contactos para importar carbón del Guasare, un carbón premium, o los planes para facilitar la explotación de
diamantes gracias a la experiencia de la Bolsa de Diamantes de Tel Aviv, la mayor del mundo.
En el área cultural también se produjeron relaciones positivas con Israel. La dimensión cultural ha sido extraordinaria en ambas vías: cómo olvidar la presentación en Israel del teatro de Isaac Chocrón, o de maestros de la música como José Antonio Abreu o Gustavo Dudamel dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Israel; o el desarrollo de nuevas formas de aprendizaje que llevó a Israel a Luis Alberto Machado como ministro del Desarrollo de la Inteligencia; o del deporte, como el tenista Mauricio Ruah; o del éxito de Ilan Chester con el público juvenil; o de tantas publicaciones de libros, de ballet, de arte. Son la muestra viva de nuestros vínculos comunes.
En Jerusalén, el Instituto Iberoamericano de Cultura, que en algún momento dirigió el último embajador de Israel en Venezuela, Shlomo Cohen, fue un centro de relaciones con América Latina en general y con Venezuela en particular.
En lo educativo, Venezuela se benefició al recibir becas para formar profesionales en educación parvularia en el Instituto Golda Meir en Haifa, y otros centros de formación, que ofrecía la cooperación israelí.
Pero es especialmente en el ámbito de la cooperación entre las universidades, como la Universidad Hebrea de Jerusalén; la de Tel Aviv, el Tejnión y tantos otros centros de excelencia, que vieron florecer diversos programas con nuestras universidades: Simón Bolívar, Metropolitana, UCAB y UCV, entre otras.
A nivel político nuestros dirigentes se daban cita en las reuniones de la Internacional Socialista, en la que Shimón Peres, Golda Meir o Ben Gurión coincidían con dirigentes de AD y de otras fuerzas socialdemócratas venezolanas.
A nivel parlamentario fueron múltiples las reuniones, entre las que destaco la visita de Rafael Caldera, en su condición de presidente de la Unión Interparlamentaria Mundial, a la que se suma la que hizo en la década de los 60 como presidente de la Cámara de Diputados, o la de Gonzalo Barrios como presidente del Congreso.
En el campo de la cooperación militar se concretaron en el pasado programas muy adelantados en materia de telecomunicaciones y otras disciplinas, en los que se
dieron intercambios muy positivos.
Ha habido un estrecho vínculo interconfesional, que une a las diversas expresiones religiosas. De manera periódica, los obispos venezolanos visitan los lugares santos. Incluso en el Santo Sepulcro existe una donación de una cruz que llevaron los peregrinos del Táchira en 1894; imagínense lo que significaba viajar en esa época. Lo mismo se puede decir de los movimientos evangélicos venezolanos, muy identificados con Israel.
Quisiera dar mi testimonio, ya que tuve el privilegio de ser el embajador de Venezuela en Israel a inicios de la Década de los 90, cuando se firmaron los acuerdos de paz de Camp David, después de los acuerdos de Madrid y Oslo, en los que la esperanza entusiasmó a la humanidad entera al aplaudir los esfuerzos que llevaron al otorgamiento del premio Nobel de la Paz a Itzjak Rabin, Shimón Peres y Yaser Arafat. Luego, la propuesta del Nuevo Medio Oriente impulsada por Shimón Peres, y el regreso de Yaser Arafat.
Como embajador pude expresar una y otra vez el respaldo de Venezuela a ambas partes, y participar en varios eventos de ese proceso, como coordinar la presencia del canciller Burelli Rivas en la Cumbre Sobre el Medio Oriente propuesta por el canciller Peres y celebrada en Marruecos. Pero fue tan exitosa esa reunión, que los extremistas de ambos lados vieron con preocupación estos avances, y dinamitaron las reuniones siguientes, truncando ese nuevo Medio Oriente de desarrollo compartido.
Posteriormente acompañé a Shimón Peres en su visita oficial a Venezuela, y al llegar a Maiquetía afirmó: “Qué hermoso testimonio de paz y cooperación existe en Venezuela, país en el que árabes y judíos conviven armoniosamente, trabajan juntos y hasta comparten los mismos espacios en los clubes en los que son socios. Es un ejemplo para nosotros en Israel, que demuestra que si se puede lograr la paz entre nuestros pueblos”. Eran otros tiempos. Hoy, lamentablemente hay sectores impulsados por el oficialismo que han llevado a la ruptura del Estado venezolano con esa realidad.
Mi relación con el gobierno de Israel fue excelente durante el ejercicio de mis funciones, en una época de muchos cambios de gobernantes, ya que me tocó representar a los gobiernos de Carlos Andrés Pérez II, Ramón Velásquez y Rafael Cadera II en un breve período de tiempo, por lo que doy fe de que ese clima de cordialidad existió en todos ellos.
No quiero terminar mi intervención sin resaltar el extraordinario aporte de destacados miembros de la comunidad judía venezolana, convertidos en embajadores para ambos países con su apoyo concreto a las más variadas iniciativas: estudios científicos, universitarios, educativos que dejaron estampado
el sello de la comunidad venezolana lo que siempre ha sido un puente constructivo para impulsar las relaciones entre Venezuela e Israel, y que las instituciones de la comunidad judía, interactuando con venezolanos no judíos, ha venido apoyando la inmensa actividad de instituciones que promueven la mejor comprensión de Israel.
Es el aporte permanente de instituciones oficiales como la CAIV, las representaciones femeninas como la WIZO, o de jóvenes y otras que cumplen una excelente labor debido a que, por las razones antes descritas, no existe en este momento una embajada de Israel en el país.
Igualmente se establecieron instituciones de la comunidad judía venezolana que comparten la directiva con personalidades no judías, como la CEVI, el ICVI, ORT (para la formación de técnicos). Espacio Anna Frank, que tengo el honor de presidir en estos momentos, promueve programas muy variados para resaltar la necesidad de la coexistencia y la no discriminación, a través de programas dirigidos a las generaciones jóvenes no judías, de especial significación en escuelas, universidades y entre el público en general.
Para concluir, quisiera afirmar con satisfacción que ese reconocimiento de las relaciones con Israel continúa vigente en el sentimiento de los venezolanos, hecho que podemos constatar cuando vemos cómo los jóvenes, los universitarios y el pueblo en general demuestran su afecto hacia ese país. No hay duda alguna deque en el futuro, cuando retorne la democracia, se restablecerán las relaciones
con el Estado de Israel, y cuando eso suceda será un hecho aplaudido por los venezolanos, porque volveremos a compartir el sentimiento de los viejos amigos.