El primer ministro goza de más adoración que cualquiera de sus predecesores, incluso más que el fundador del Estado, David Ben Gurión. Netanyahu ahora busca «robar» votantes de otros partidos de derecha, incluido Yamina, liderado por Naftali Bennett, un ex aliado
Amijai Attali*
La derecha israelí tiene un componente que no está presente en ningún otro campo político: es el dominio exclusivo del primer ministro Benjamín Netanyahu.
Es un político que no deja indiferente a nadie. Es adorado u odiado, pero siempre evoca emociones fuertes.
Los partidos de centro y centro-izquierda, que según las encuestas obtendrían entre 55 y 65 escaños en la Knesset en las elecciones del martes 23, comparten una agenda: “cualquiera menos Bibi” (apodo de Netanyahu). Harán cualquier cosa para asegurarse de que no sea reelegido para otro mandato.
Incluso los políticos que se encuentran a la derecha del mapa político pero sienten aversión por Netanyahu dicen que preferirían apoyar al partido centrista Yesh Atid y a su líder Yair Lapid, en lugar del primer ministro.
Manifestación a favor de Netanyahu en Tel Aviv en noviembre de 2019, después de que fuera acusado de corrupción
(Foto: Moti Kimchi)
Pero para la derecha, se trata del líder. Netanyahu goza del amor de su público, de una manera que nunca se ha expresado hacia ningún otro primer ministro en los 72 años de la historia del país.
Los líderes carismáticos y venerados como Ariel Sharón, Itzjak Rabin e incluso el fundador y primer primer ministro de Israel, David Ben Gurión, nunca fueron tan adorados. Quizá esto se deba a que vivieron en los días anteriores a las redes sociales, donde las emociones se pueden manifestar con mayor facilidad.
Netanyahu tiene más energía que cualquiera de sus rivales, a pesar de ser mayor que ellos. Ha hecho campaña en todos los rincones del país, publicando eventos en su página de Facebook para asegurarse de que sus esfuerzos sean visibles para todos los votantes potenciales.
Y ahora ha puesto su mirada en los votantes potenciales de la derecha.
El líder de Yamina, Naftali Bennett, junto a Ayelet Shaked, número dos del partido, haciendo campaña de cara a las elecciones del martes
(Foto: Haim Horenstein)
Sabe que al menos la mitad de los votantes del líder de Yamina, Naftali Bennett, podrían ser persuadidos de votar por Netanyahu, por lo que el primer ministro utiliza los días restantes antes de las elecciones para seducirlos.
Netanyahu alega que Bennett, un ex aliado suyo, no está comprometido con la ideología de la derecha, y estaría de acuerdo en unirse a un gobierno liderado por el centrista Lapid. Bennett responde declarando que nunca se uniría a una coalición liderada por Lapid, y que no ha descartado formar coalición con Netanyahu.
Esta ambigüedad le ha funcionado a Bennett hasta ahora, pero Netanyahu no permitirá que se salga con la suya por mucho más tiempo. Dado que el primer ministro es quien toma las decisiones en los últimos días de esta campaña, solo él establecerá la agenda para las elecciones, y Bennett no tendrá más remedio que seguir su estela.
*Periodista.
Fuente: Ynet.
Versión NMI.