A demás de estar llenas de odio e ignorancia, las teorías antisemitas de conspiración son a menudo divertidas. Estas son algunas de las más ridículas afirmaciones antijudías de los últimos años, que van de América y Europa al Medio Oriente, y que frecuentemente intercambian el término “judío” por “sionista” en un inútil intento por ocultar sus prejuicios.
En junio de 2015, Asgar Bujari, fundador del Comité Musulmán de Asuntos Públicos del Reino Unido, hizo algo que todos hacemos alguna vez: puso sus zapatos donde no van. Pero entonces hizo algo que ninguno de nosotros hace: culpó a los judíos. “¿Están tratando los sionistas de intimidarme?”, preguntó en Facebook. “Alguien entró en mi casa anoche mientras dormía. No sé cómo, pues no forzaron la entrada y lo único que tomaron fue uno de mis zapatos. Piensen en ello: dejaron un solo zapato para que yo supiera que alguien había estado aquí. (…) Compartan esto, pues estoy seguro de que si esto me está sucediendo a mí, debe estarle pasando a muchos otros que no lo han divulgado”.
Este post fue ampliamente compartido, pero no de la forma que Bujari imaginaba: la etiqueta #MossadStoleMyShoe se usó para ridiculizarlo a escala mundial. Pero esto no amilanó a Bujari, quien luego subió un video de 15 minutos en el que insistió en su acusación.
En 2008, Amy Fine, corresponsal de la revista Vanity Fair, publicó un artículo en el que citaba el viaje de un amigo suyo a Zagorsk, Rusia. “Preocupado por el antisemitismo que encontró allí, Andrew Solomon le preguntó a un campesino por qué, en su opinión, había tanta antipatía hacia los judíos en todas partes. Sin vacilar, el hombre le respondió: Porque los judíos tienen un vegetal secreto que comen para no volverse alcohólicos como el resto de nosotros, y se niegan a compartirlo con nadie”.
Esta historia tiene siglos de antigüedad, y se relaciona con un héroe mítico ruso de nombre Golovan. A este personaje se le atribuían poderes sobrenaturales que usaba para hacer el bien. Una vez, según la leyenda, fue visto dándole leche a un judío, lo que sus admiradores atribuyeron a que así obtendría sus “secretos”, entre ellos una verdura mágica que permitiría a los hijos de Israel beber sin emborracharse.
Entre zapatos, delfines y verduras mágicas, las razones para odiar o temer a los judíos (alias “sionistas”) no dejan de acrecentarse
En 2013, Kevin Barrett, negador del Holocausto y propulsor de teorías conspirativas sobre el 11 de septiembre, reveló una “noticia explosiva” en el sitio antisemita Veterans Today y el canal estatal iraní Press TV: la célebre ex pasante de la Casa Blanca Mónica Lewinsky, protagonista del escándalo sexual que casi le cuesta la destitución al presidente Bill Clinton en 1998, era en realidad una agente israelí. Su objetivo era descarrilar el proceso de paz entre Israel y los palestinos por medio del escándalo que debilitó políticamente a Clinton, quien por ello “cedió a las presiones israelíes”.
Olvida Barrett que fue el líder palestino Yaser Arafat quien acabó con el muy adelantado proceso de paz impulsado por Clinton y el primer ministro Ehud Barak en Camp David, en el año 2000.
Por cierto, Barrett y Press TV también aseguran que los “sionistas” asesinaron al presidente Kennedy.
El 20 de agosto de 2015, la BBC reveló que una unidad naval del grupo terrorista Hamás, que controla la Franja de Gaza, había capturado un delfín que espiaba para Israel. Según el diario gazatí al-Quds, el mamífero estaba equipado con varios “artefactos”, incluyendo cámaras.
Nunca se difundieron fotos del delfín, al que, según el periódico, los servicios de seguridad israelíes “había despojado de su voluntad” para “convertirlo en un asesino”.
Que se sepa, el simpático prisionero marino aún permanece detenido, a pesar de una campaña por Twitter que se denominó #freedolphinfromhamas.
Tal como informó The New York Times, durante una conferencia de la ONU sobre el tráfico de drogas realizada en junio de 2012, el vicepresidente iraní, Mohamed-Reza Rahimi, aseguró que el Talmud, uno de los textos centrales del Judaísmo, era responsable por el tráfico de drogas ilegales alrededor del mundo. Rahimi continuó su disertación diciendo que los “sionistas” controlan el negocio ilegal de estupefacientes, e incluso ofreció un premio: “La República Islámica de Irán le pagará a cualquier persona que encuentre un solo sionista que sea adicto. No los hay. Esa es una prueba de que están involucrados en el tráfico de drogas”. Por cierto, Rahimi está actualmente preso en la cárcel de Evin, condenado por corrupción. Claro que seguramente fueron los “sionistas”.
*Columnista de la revista digital Tablet y editor del blog en inglés de los Archivos Nacionales de Israel.
Resumido de un artículo aparecido en Tablet. Traducción y versión NMI.