L os primeros 32 días del Omer (período que trascurre entre las festividades de Pésaj y Shavuot) se observan como un período de duelo. No nos cortamos el cabello, no celebramos bodas ni escuchamos música instrumental. ¿De qué se trata este duelo?
Rabí Akiva, el gran sabio de la Mishná, ejerció una poderosa influencia sobre los eruditos de la Torá de su época, tanto así que llegó a tener 24.000 discípulos. Sucedía esto entre los siglos I y II de la era común, durante el dominio de Eretz Israel por parte del Imperio Romano.
Según la tradición, los 24.000 discípulos eran sabios y virtuosos, pero tenían un defecto: no se demostraban entre sí el afecto y respeto adecuados. La trágica consecuencia de esta falta fue una epidemia breve pero catastrófica que cobró la vida de todos ellos. El período en el que la epidemia tuvo lugar fue durante los primeros 32 días del Omer, y finalizó el día 33 (“lag” en gematría), por lo cual este es un día alegre.
Para tener una idea del impacto que esta tragedia tuvo para la posteridad en el pueblo judío, debe considerarse que la Torá que poseemos y estudiamos hoy, con todas sus interpretaciones, perspectivas, dimensiones y aplicaciones, es la Torá trasmitida por rabí Akiva, que nos llegó a través de sus cinco estudiantes principales, a quienes la enseñó después de la pérdida de su primer grupo de 24.000 discípulos.
La Torá que estudiamos hoy en día es infinita. Uno puede estudiar durante toda la vida y no “terminarla”. Sin embargo, no está completa: hay áreas y dimensiones enteras que no han sido exploradas satisfactoriamente. Esto habría sido distinto si hubiésemos recibido toda la Torá de rabí Akiva tal como fue asimilada e interpretada por sus 24.000 discípulos, con sus perspectivas y entendimientos únicos. Pero su muerte trajo como consecuencia que recibamos solo una fracción de la Torá de rabí Akiva y sus cinco principales seguidores, entre ellos Shimón Bar Yojái.
Rabí Shimón fue uno de los cinco estudiantes principales de rabí Akiva, quienes, a pesar de las terribles persecuciones y prohibiciones por parte de la potencia ocupante, aseguraron que la Torá no fuera olvidada.
Según el Talmud, cuando los romanos prohibieron el estudio de Torá, rabí Shimón habló en su contra; entonces lo condenaron a muerte. Él y su hijo Eleazar huyeron a una cueva en la región norte de Israel, donde pudieron sobrevivir gracias a un manantial y una higuera que los alimentó durante 13 años.
Rabí Shimón se convirtió posteriormente en el maestro de Torá más grande de su generación. Cuando sintió llegar el último día de su vida, llamó a sus discípulos y les dijo que prestaran mucha atención: “Hasta ahora he mantenido los secretos en mi corazón. Pero, antes de morir, deseo trasmitirlo todo”. Entonces entró en un estado profético de conciencia y reveló los conocimientos más profundos que poseía de la Torá.
Rabí Abba, a quien se asignó la labor de trascribir sus palabras, dijo que mientras lo hacía no podía siquiera mirar el rostro de su maestro, pues resplandecía como fuego. Cuando terminó de dictar, rabí Shimón murió. Ese día era también Lag Baomer.
Esa luz de rabí Shimón se interpreta como una manifestación de Aesh haTorá, literalmente el “fuego de la Torá”, alegoría que significa que la Torá enseña cómo trasformar el mundo material en energía trascendente. El libro que dictó se llama precisamente Zohar, “luz resplandeciente”, y es la base de la mística judía. En la propia obra, el día de la muerte de rabí Shimón recibe el nombre de hilulá, vocablo que se emplea para denominar una fiesta nupcial; ello se debe a que el apego a la shejiná (presencia divina) en este mundo se asemeja al compromiso entre los novios, y el apego a la divinidad en el mundo venidero es comparable a un matrimonio.
Durante la noche de Lag Baomer los judíos encienden fogatas por todo Israel para conmemorar el fuego místico que rodeó a rabí Shimón. Durante las semanas previas, los niños buscan madera entre los desperdicios para crear estructuras impresionantes, a menudo de gran altura. Ese día se realizan grandes celebraciones públicas y se suspenden las clases.
El día de Lag Baomer se hacen peregrinaciones a la tumba de rabí Shimón Bar Yojái en la ciudad de Merón, en la Galilea. Se estima que unos 250.000 judíos visitan Merón ese día, bailando, rezando y celebrando los regalos espirituales que rabí Shimón dejó. Algunas personas incluso acampan allí por semanas antes de la fecha.
Durante Lag Baomer, todo Merón se llena de antorchas y fogatas. Los pasajeros de los aviones que sobrevuelan quedan perplejos, y las imágenes satelitales de Israel cobran un brillo diferente. Simbólicamente, estas fogatas iluminan los caminos de aquellos que entienden las verdades más profundas de la Torá, tal como fueron reveladas por rabí Shimón Bar Yojái.
Redacción NMI, con información de Aish Latino y Peninéi Halajá
Foto: theyeshivaworld.com