Jonathan Spyer*
L a política cauta y prudente de Israel ha logrado en gran medida aislar, en los últimos cinco años, al país de la guerra civil en Siria. Esto se ha logrado a través del cuidadoso cultivo de una relación de trabajo con las milicias rebeldes del otro lado de la frontera, junto con la disposición a actuar en ocasiones de manera decisiva para neutralizar los peligros emergentes.
El éxito de esta política es, por definición, frágil, al igual que la calma que produce. Un solo percance podría trasformar la situación. En las últimas semanas se ha producido un repunte notable en el volumen de incidentes en la frontera; sin embargo, un deterioro general parece aún lejano.
Los soldados de la reserva que sirven a lo largo de la frontera describen una realidad en la que tanto el régimen como los rebeldes están constantemente probando el estado de alerta de las fuerzas israelíes, buscando aprovecharse de cualquier pérdida momentánea de atención.
Israel responde a todos los incidentes de fuego en territorio israelí, incluso cuando estos parecen ser involuntarios. La intención es mantener la guerra lejos de la frontera.
Uno de los resultados no planeados de esta política es la aparición de pequeños emplazamientos de carpas cerca de la línea de demarcación. Los refugiados han hecho su camino hacia la zona fronteriza, bajo el supuesto de que el ejército del gobierno sirio tenderá a evitarla.
Julio fue un mes muy ocupado. El 4 de julio, la valla técnica fue dañada por el fuego del ejército sirio. Israel respondió atacando dos objetivos del régimen.
El día 18, un avión no tripulado fue enviado a través de la frontera con Israel. Los intentos israelíes de derribarlo no tuvieron éxito. Una semana más tarde, Israel respondió a unas rondas extraviadas de mortero sirio que llegaron al otro lado de la frontera. Un avión no tripulado israelí destruyó el emplazamiento del mortero. Ese mismo mes se produjo la inesperada visita a la zona de Quneitra del general Mohamed Reza Naqdi, comandante de las fuerzas paramilitares Basij de Irán.
También hubo informes de excavadoras israelíes operando en la zona desmilitarizada al este de la valla técnica, en el área entre Ein Zivan y Quneitra.
El régimen de Assad y sus aliados controlan unos pocos puntos a lo largo de la frontera. La mayor parte de ella está en manos de las fuerzas rebeldes, descritas por los soldados del Ejército de Defensa de Israel, destacados en uno de los puestos fronterizos, como una mezcla de Jabhat al-Nusra y otros grupos del ejército libre.
La parte sur de la frontera, sin embargo, es el área de mayor preocupación. Esta se encuentra en manos de la brigada Khaled Ibn al-Walid, una franquicia del Estado Islámico, anteriormente conocida como la Brigada Shuhada al-Yarmuk. La hipótesis israelí es que en algún momento esta organización casi seguramente volverá sus armas en contra de Israel. Mientras tanto, ambas partes se vigilan atentamente.
La entrada de rebeldes y civiles heridos a través de la valla fronteriza es un hecho regular, así como la trasferencia de la ayuda humanitaria. La ONU es el organismo que facilita este proceso.
El sonido de los disparos perfora los días y las noches en el Golán. A veces es el boom distante y siniestro de la artillería pesada, tal vez de la zona sur de Damasco; la capital de Siria está a solo 70 kilómetros de distancia. En otras ocasiones se puede escuchar el repiqueteo de disparos de armas pequeñas. Esto está más cerca, tal vez evidencia de una escaramuza entre los rebeldes y los yijadistas de la Brigada Khalid Ibn al-Walid. Pero en el lado israelí de la frontera el vino es bueno, los restaurantes están abiertos y los días de verano parecen interminables.
Entonces, ¿cómo terminará todo esto? ¿Continuará la división de Siria, haciendo que los arreglos con la milicia a través de la frontera y las relaciones creadas se vuelvan permanentes? Quizá. Pero al juzgar por la futura dirección probable de los acontecimientos, es necesario ampliar el lente y observar los sucesos más al norte.
Una de las principales batallas de la guerra civil de Siria está actualmente desarrollándose en la provincia de Alepo, mucho más al norte. El régimen sitió el este de Alepo, controlado por los rebeldes, a principios de agosto. Los rebeldes parecen ahora haber roto el cerco. Pero el resultado no está aún decidido.
Si el régimen logra retomar la ciudad de Alepo en su totalidad, señalará un revés decisivo para la rebelión; abrirá el camino para una campaña del régimen para retomar el norte rural. Si también tiene éxito, entonces será el turno de la frontera sur. Este giro de los acontecimientos no es inevitable, y puede no ocurrir. Pero si sucede, significará que los arreglos tensos pero estables que Israel ha construido a lo largo de la mitad de la década anterior, llegarán a su fin. Es posible que los preparativos de la valla fronteriza sean para anticiparse a esa eventualidad. Si sucede, la zona de seguridad virtual establecida por Israel al otro lado de la frontera demostrará haber sido simplemente uno de los efímeros aunque fascinantes episodios de la guerra civil siria.
*Analista político y escritor
Fuente: Aurora. Versión NMI.