La UNRWA, agencia de la ONU dedicada exclusivamente a los refugiados palestinos, siempre ha sido un organismo muy cuestionado. Durante más de 70 años, en lugar de buscar que los árabes que salieron de Israel cuando este declaró su independencia en 1948 se conviertan en ciudadanos en los países donde se encuentran —es decir que dejen de ser refugiados, como ha sucedido con otras agencias de ese tipo—, se ha dedicado sistemática y consistentemente a perpetuarles esa condición, extendiendo además el carácter de “refugiados” a los hijos, nietos y bisnietos de los originales, para alimentar su insaciable burocracia (tiene unos 30.000 empleados, casi todos palestinos) y mantenerlos como rehenes históricos para culpabilizar a Israel.
Durante las guerras entre Israel y Hamás de la última década, las escuelas y otras instalaciones de la UNRWA en la Franja de Gaza fueron usadas como depósitos de cohetes y municiones de ese y otros grupos terroristas; a pesar de los evidencias, la ONU miró hacia otro lado. Además, miembros de Hamás integran el cuerpo docente de esas escuelas, cuyo curriculum no es solo antiisraelí, sino claramente antijudío y antioccidental.
Ahora surge un nuevo escándalo en la UNRWA, esta vez menos político: su alta gerencia ha sido acusada de corrupción, nepotismo, discriminación, abuso de autoridad para beneficio personal, represión de la disidencia interna y conducta sexual indebida. Y la acusación no proviene de Israel o algún otro país u organización, sino de un informe interno del comité de ética de la propia UNRWA, divulgado esta semana por la agencia de noticias francesa AFP y el canal catarí Al Jazeera.
El comisionado general de la UNRWA, el suizo Pierre Krahenbuhl, está en el centro de las acusaciones. La más grave es que en 2015 —un año después de su designación— creó el nuevo cargo de “asesor superior del comisionado general” para dárselo a su amante, María Mohammadi, a través de un proceso “extremadamente rápido”. Desde entonces ella lo acompaña en sus frecuentes viajes por el mundo; por supuesto, en business class.
Estados Unidos limitó y luego eliminó todo aporte a la UNRWA en 2018. La fuerte reducción de los ingresos fue aprovechada por Krahenbuhl para centralizar aún más el poder en sus manos y en las de sus funcionarios más cercanos. Según el reporte, como consecuencia de ello surgió un ambiente de desmoralización y secretismo en la organización, con persecución a quienes no se plieguen a ese esquema, todo lo cual ha generado el “colapso de la gerencia regular”.
El informe había sido enviado al secretario general de la ONU en diciembre pasado, y presuntamente los investigadores del Departamento de Auditoría de ese organismo han estado recopilando información en las oficinas de la UNRWA en Jerusalén y Ammán; pero de no ser por las revelaciones periodísticas, todo seguiría oculto. Los gobiernos de Suiza y los Países Bajos acaban de informar que cesarán toda contribución a la UNRWA, aunque ya entregaron su aporte de este año.
Ahora la propia UNRWA indica que uno de sus altos directivos dejó la organización por “comportamiento inapropiado” relacionado con el caso, y otro renunció por “motivos personales”. Krahenbuhl declaró en un comunicado que “si la investigación en curso, una vez completada, presenta hallazgos que requieran correcciones u otras medidas gerenciales, no dudaremos en tomarlas”. Una insinuación de que está dispuesto a renunciar, pero mientras tanto seguramente “raspará la olla” y hará algunos viajecitos más con María. Ser un paladín de los palestinos da para todo.
Hillel Neuer, director de la ONG UN Watch que monitorea las actividades de la ONU, tuiteó: “El director general de la UNRWA Pierre Krahenbuhl abusó de su poder, tuvo un affair con una empleada, voló con ella por el mundo en business class. ¿Quién financia esto? La Unión Europea con 179 millones de dólares, Alemania 177 millones, Reino Unido 93 millones, Suecia 65 millones, Noruega 36 millones, Suiza 28 millones, Canadá 27 millones, Países Bajos 23 millones, España 19 millones, Australia 16 millones”.
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Según CAMERA, organización no gubernamental que analiza la representación de Israel en los medios, el tráiler de Our Boys, una nueva serie de HBO, tiene un profundo sesgo antiisraelí.
«Cuando HBO anunció la serie, varios medios la promocionaron como una historia sobre el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes por parte de Hamás antes de la guerra de Gaza de 2014», dice Andrea Levin, directora ejecutiva de CAMERA. «Sin embargo, el tráiler dedica menos de un minuto al tema, ese asesinato se muestra casi sin ninguna emoción y parece ser simplemente el incidente que desata el drama central de la película: encontrar a los autores judíos del terrible asesinato del joven palestino Muhammad Abu Khdeir».
Según el crítico de cine de CAMERA Ricki Hollander, “gran parte del tráiler está dedicado a escenas de judíos sedientos de sangre que piden venganza, y esas escenas se yuxtaponen a imágenes comprensivas del afligido padre de Muhammad Abu Khdeir; sin embargo, no hay escenas comprensivas hacia los israelíes cuyos hijos fueron asesinados, a pesar de que esas muertes constituyeron un trauma nacional”.
Además, dice, el sistema judicial y de seguridad de Israel, que en la vida real incluye a funcionarios árabes, se presenta como racista, y “se sugiere que el asesinato de Abu Khdeir fue consecuencia de una exigencia generalizada de venganza por parte de los israelíes. No incluye ninguna pista de que, en realidad, los israelíes de todo el espectro político quedaron horrorizados por la muerte de Khdeir, un crimen que fue condenado por todo el liderazgo y la sociedad de Israel, desde laicos hasta ultraortodoxos y desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha».
Hollander agrega: «En contraste con la condena general en Israel del asesinato del niño palestino, los asesinatos de judíos israelíes son alentados e incentivados por Hamás. Tan solo hace unos días uno de sus altos funcionarios, Fathi Hammad, llegó a los titulares por instar a los palestinos a matar a judíos en cualquier parte del mundo; y la Autoridad Palestina glorifica a los terroristas, dando sus nombres a calles y escuelas y subsidiando a las familias de los terroristas condenados».
«Es difícil, obviamente, juzgar una serie por un breve avance», reconoce Levin; «pero si el teaser anuncia con precisión lo que vendrá, tenemos preocupaciones válidas sobre cómo se representan los trágicos eventos de 2014».