Escondido en una pila de ropa vieja debajo de una barraca, Eddy De Wind escribió Última parada Auschwitz en los días inmediatamente posteriores a la liberación del campo de exterminio hace 75 años
Matt Lebovic *
Setenta y cinco años después de que Eddy De Wind escribiera una novela en Auschwitz-Birkenau, el libro de este fallecido siquiatra será traducido al inglés y a una docena de otros idiomas.
Last Stop Auschwitz: My Story of Survival From Within The Camp (Última parada Auschwitz, mi historia de supervivencia desde dentro del campo) fue escrita durante los días inmediatamente posteriores a la liberación del campo de exterminio nazi. Escondido en una pila de ropa vieja bajo una barraca, De Wind usó una libreta que encontró y lápices para redactar su testimonio.
Sin saber si caería en manos rusas, alemanas o de otro país, este judío holandés usó el seudónimo de “Hans van Dam”. El libro es un recuento de las brutalidades del campo y el amor de De Wind por Friedel, su esposa, quien estaba confinada a pocos metros de él en el notorio «Bloque 10».
En su libro, De Wind describe el “olor a carne quemada» que emanaba de la chimenea del crematorio Auschwitz I, y cómo ello afectaba su mente. «Estás cansado de estar enfermo, y disgustado contigo mismo, porque eres un ser humano y porque el hombre de las SS también es un ser humano», escribió.
Eddy De Wind poco después de la Shoá.
Aunque Última parada Auschwitz fue publicada por primera vez en holandés en 1946, no halló gran audiencia aparte de los sobrevivientes. Desde la muerte de De Wind en 1987, los miembros de su familia han trabajado para editar el libro en otros idiomas.
«Este libro es quizá el único testimonio de un campo de exterminio escrito in situ, en tiempo real, no afectado por recuerdos diluidos o inexactos, ni influenciado por historias o informes posteriores», dice Dorian de Wind, cuyo bisabuelo era hermano del bisabuelo de Eddy De Wind.
Los miembros de la familia De Wind ven la publicación del libro en inglés como el cumplimiento de la promesa hecha por él en enero de 1945, cuando se encontró con una joven holandesa llamada Roosje en los bosques nevados alrededor de Auschwitz. El campo acababa de ser liberado y la gente buscaba comida, medicinas y noticias de sus seres queridos. «En Holanda nunca nos creerán cuando regresemos y les contemos todo esto», comentó Roosje, quien había escapado de una “marcha de la muerte”. Antes de eso había visto a su madre morir de hambre, y se vio obligada a enterrarla. «Lo haremos creíble, habrá informes oficiales que probarán la verdad de nuestras historias», le respondió De Wind. «Y si alguien todavía no lo cree, le preguntaré: ¿Dónde están mi madre, mi padre, mis hermanos y los otros decenas de miles?»
Durante el Holocausto, Eddy De Wind fue testigo de momentos clave en la guerra de Alemania contra los judíos. Antes de la expulsión de estudiantes y profesores judíos de las universidades holandesas por parte de los nazis, De Wind fue el último médico judío en graduarse de la Universidad de Leiden. Poco después fue detenido durante el notorio pogromo del 23 de febrero de 1941, cuando los alemanes arrestaron a 427 hombres en el antiguo barrio judío de Amsterdam. Tras ser deportados a un campo cerca de Schoorl, los hombres fueron severamente golpeados y sometidos a exámenes médicos, según el hijo de De Wind, Melcher. “Mi padre, siendo médico, logró convencerlos de que estaba infectado de tuberculosis, y junto con otras 11 personas lo enviaron lejos. Los hombres tuvieron que huir del campamento zigzagueando, por miedo a que les dispararan por la espalda «, cuenta.
De los 427 judíos arrestados ese día, solo tres, incluido De Wind, sobrevivieron al Holocausto.
Habiendo escapado de su destino una vez, De Wind dio un paso que ningún otro médico judío holandés había dado: acudió voluntariamente al campo de tránsito de Westerbork en un intento por evitar la deportación de su madre a Auschwitz; a cambio de la liberación de su madre, prometió a las autoridades que les serviría como médico. Pero cuando De Wind llegó a Westerbork, se enteró de que su madre ya había sido enviada a Auschwitz. Devastado, permaneció en el campamento de tránsito para cuidar a las personas que se dirigían a su «reasentamiento» en la Polonia ocupada, con la sombría tarea de determinar si los reclusos estaban demasiado enfermos para el próximo trasporte.
El pogromo del 23 de febrero de 1941, cuando los alemanes arrestaron a 427 hombres en el antiguo barrio judío de Amsterdam, fotografiado por los propios alemanes. Solo tres de los deportados ese día, incluyendo a Eddy De Wind, sobrevivieron al Holocausto.
Una de las jóvenes enfermeras que De Wind conoció en el servicio médico llamó su atención; pocas semanas después pidió a Friedel Komornik que se convirtiera en su esposa. Una fotografía de la boda, efectuada en marzo de 1943, muestra a la pareja rodeada de amigos y colegas, con un ramo de flores frente a ellos.
Más tarde ese año, Eddy y Friedel fueron deportados a Auschwitz. A diferencia de la mayoría de los judíos enviados a ese campo de exterminio, llamado Birkenau o Auschwitz II, los De Wind no fueron «seleccionados» para ser gaseados a su llegada. En cambio los encerraron en Auschwitz I, el campo principal, en barracones adyacentes.
Mientras De Wind trabajaba en el servicio médico, Friedel fue asignada al temido «Bloque 10»; allí, «médicos» de las SS realizaban horribles experimentos con las mujeres en línea con las teorías raciales nazis, para aumentar la capacidad reproductiva de los alemanes mientras esterilizaban a las “razas no arias”.
Durante ese tiempo, la pareja se mantuvo en contacto pasándose notas por una cerca de alambre de púas entre sus barracas. Ambos interactuaron con el notorio Josef Mengele, e incluso este le preguntó a Eddy De Wind qué enfermedades infecciosas había en Westerbork.
Durante los últimos días de existencia de Auschwitz, De Wind vio a su esposa partir en una de las “marchas de la muerte” en dirección hacia Alemania. Luego escribió sobre esa experiencia en tercera persona: «Aún tenía una imagen ante sus ojos. Esa visión siempre se quedaría con él. Ella continuaría existiendo dentro de él, no habría vivido en vano y su alma viviría a través suyo, aunque su cuerpo descansaría allí, en las neblinosas montañas azules”.
“Envidia de la víctimas”
Cuando De Wind regresó a los Países Bajos en 1945, se reunió con Friedel. A pesar de sus temores, ella no había perecido en la “marcha de la muerte”.
Publicado en 1946, el libro de De Wind no se convirtió en best seller. Según su hijo hubo varias razones para ello. «Los Países Bajos estaban reconstruyéndose, y no había mucho interés en la historia de los judíos que regresaron de los campos», dice Melcher De Wind. “De todos modos no fueron bien recibidos. Libros como el de mi padre incluso eran llamados cínicamente ‘literatura de alambre de púas’».
El matrimonio De Wind no resistió la prueba del tiempo. Durante los años en que él y Friedel estuvieron juntos atendió a muchos sobrevivientes de los campos nazis. A partir de ese trabajo, De Wind desarrolló teorías para explicar la difícil situación de los sobrevivientes. En 1949 introdujo el término «Síndrome de Campo de Concentración» en un ensayo sobre las consecuencias sicológicas de la persecución. Se le conoce como «Síndrome KZ».
Según los especialistas, este síndrome bien documentado involucra episodios depresivos, estados de ansiedad, discapacidad intelectual y otros. Varios estudios han examinado la naturaleza crónica y progresiva de la afección, con síntomas que aumentan en intensidad a medida que los sobrevivientes envejecen.
A lo largo de su vida, De Wind consideró que su supervivencia fue pura coincidencia y no producto de una intervención divina o el “destino”. También pensaba que no había forma de proteger a los hijos de los sobrevivientes de lo que sus padres soportaron, al menos no del todo.
«Los Países Bajos estaban reconstruyéndose, y no había mucho interés en la historia de los judíos que regresaron de los campos. De todos modos no fueron bien recibidos. Libros como el de mi padre incluso eran llamados cínicamente «literatura de alambre de púas»
Como De Wind y otros médicos aprendieron mucho después de la guerra, el Síndrome del Campo de Concentración no se manifestaba por completo hasta aproximadamente 30 años después de la liberación. Así, los hijos de los sobrevivientes no pudieron escapar de las secuelas del Holocausto, a pesar de los intentos de muchos padres de compartir lo menos posible de su pasado.
Eddy De Wind no solo sufrió la «culpa del sobreviviente», señala su hijo, sino que también padeció la llamada «envidia de las víctimas». “Para mi padre estar vivo debe haberse sentido como un castigo por el hecho de sobrevivir, y pasar por el dolor de hallar a alguien más que tal vez haya sobrevivido; llorar, regresar a los Países Bajos y ya no sentirse bienvenido, tratar de retomar su vida y lidiar con sus traumas”.
Durante los últimos días de la vida de Eddy De Wind, Melcher presenció las consecuencias sicológicas del Holocausto en su padre. En su lecho de muerte en un hospital, De Wind comenzó a llorar al enterarse de que un paciente de la habitación contigua había muerto.
«Cuando le pregunté por qué lloraba, dijo que sentía que por el hecho de que el otro había muerto a él se le permitía vivir al menos un día más. Se sentía como si hubiese sobrevivido a una ‘selección’ en el campo de exterminio. Muchos médicos lo habían tratado, pero cuando murió, él regresó a Auschwitz».
*Periodista.
Fuente: The Times of Israel. Traducción NMI.
Véase también: