La mayoría de los palestinos quiere un solo Estado, y que Israel desaparezca; este hecho evidente es sistemáticamente ignorado por quienes se empeñan en el mantra de los “dos Estados”
Neville Teller*
El 29 de enero, sacándoselo de la nada, el ministro de Asuntos Exteriores británico, Lord James Cameron, declaró que como los palestinos necesitan ver un “progreso irreversible hacia una solución de dos Estados”, el Reino Unido y sus aliados considerarían reconocer un Estado palestino.
En una recepción para embajadores árabes, indicó que es necesario que haya una pausa inmediata en el conflicto en Gaza, la liberación de todos los rehenes retenidos por Hamás, y que “lo más importante de todo es darle al pueblo palestino un horizonte político”.
Al día siguiente, The Jerusalem Post publicó un artículo titulado “Estados Unidos podría reconocer el Estado palestino después de la guerra”. Informaba que el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, había ordenado al Departamento de Estado que comenzara a examinar la posibilidad de que Estados Unidos y la comunidad internacional reconocieran un Estado de Palestina el día después de que terminara la guerra de Gaza. Una corriente de opinión en el Departamento de Estado, dijo, aparentemente favorece el reconocimiento de un Estado palestino como el primer paso, y no el último, en un proceso de paz renovado destinado a garantizar la seguridad de Israel.
El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, en Ramala. Blinken ha ordenado a su despacho examinar la posibilidad del reconocimiento internacional a un Estado de Palestina al día siguiente de finalizar la guerra en Gaza
(Foto: Reuters)
Enganchado a la panacea de una solución de dos Estados, gran parte del mundo, incluida una franja de la opinión árabe, suscribe la opinión de que ha sido la intransigencia israelí la que ha frustrado este resultado profundamente deseado por los palestinos. Por ejemplo, Husam Zomlot, embajador palestino en el Reino Unido, dijo a los medios al día siguiente que los comentarios de Cameron sobre el reconocimiento de un Estado palestino eran “históricos”.
Siguiendo la estrategia de la Autoridad Palestina de apoyar el ideal de dos Estados heredado de su primer líder, Yaser Arafat, Zomlot dijo: “Es la primera vez que un secretario de Asuntos Exteriores del Reino Unido considera reconocer el Estado de Palestina, bilateralmente y en la ONU, como una contribución a una solución pacífica en lugar de un resultado”. “Si se implementa”, continuó, “la declaración de Cameron eliminaría el poder de veto de Israel sobre un Estado palestino [e] impulsaría los esfuerzos hacia un resultado de dos Estados”.
Los hechos claros cuentan una historia bastante diferente. Cada una de las numerosas negociaciones de paz entre Israel y Palestina a lo largo de los años —cada una de las cuales, como obvia condición sine qua non, incorporaba el reconocimiento de Israel— ha fracasado ante este último obstáculo. Adoptar una solución de dos Estados implica poner fin voluntariamente a la deslegitimación de Israel. Significa abandonar los elementos clave de los estatutos de los dos principales movimientos políticos palestinos, al-Fatah y Hamás, que afirman inequívocamente que la totalidad de lo que alguna vez fue el Mandato de Palestina es tierra árabe, y que es un deber ordenado por Dios a los palestinos luchar por su recuperación.
Una solución de dos Estados significa que uno de los dos Estados es Israel. Muchos, quizá la mayoría, de quienes apoyan la “causa palestina”, creen que los palestinos están luchando por tener su propio Estado junto a Israel; pero otros entienden claramente que “Del río al mar” significa lo que dice: la eliminación de Israel
Una solución de dos Estados significa que uno de los dos Estados es Israel. Muchos, quizá la mayoría, de quienes apoyan la “causa palestina”, creen que los palestinos están luchando por tener su propio Estado junto a Israel; pero otros entienden claramente que “Del río al mar” significa lo que dice: la eliminación de Israel.
Para ser franco, si bien la solución de dos Estados atrae a la opinión mundial, no es la idea que favorece la mayoría de la opinión palestina. La última encuesta autorizada, realizada en diciembre, reveló que no menos del 64% de los palestinos se oponen a una solución de dos Estados.
El primer ministro Benjamín Netanyahu es vilipendiado por los partidarios de los dos Estados, por haber rechazado sistemáticamente la creación de un Estado palestino. Puede que en la actualidad se oponga a ello, dadas las circunstancias, pero no siempre fue así.
Barack Obama llegó a la presidencia de Estados Unidos en 2009, decidido a mejorar la dinámica de las relaciones entre Estados Unidos y musulmanes. Eligió El Cairo como lugar para pronunciar un discurso que se conocería como “Un nuevo comienzo”. Después de haber prometido el apoyo de Estados Unidos a Israel, Obama continuó: “El pueblo palestino —musulmanes y cristianos— ha sufrido en la búsqueda de una patria. Durante más de 60 años, han soportado el dolor de la dislocación. Así que no quepa ninguna duda”, continuó, “la situación para el pueblo palestino es intolerable. Y Estados Unidos no le dará la espalda a la legítima aspiración palestina de dignidad, oportunidades y un Estado propio”.
Para ser franco, si bien la solución de dos Estados atrae a la opinión mundial, no es la idea que favorece la mayoría de la opinión palestina. La última encuesta autorizada, realizada en diciembre, reveló que no menos del 64% de los palestinos se oponen a una solución de dos Estados
Al igual que Obama, Netanyahu acababa de ganar unas elecciones, y era demasiado pronto para un enfrentamiento cara a cara. En cambio, Netanyahu decidió mostrarle a Obama que en ciertas cuestiones, con ciertas condiciones, estaba dispuesto a ceder por el bien común, aunque nunca cuando se trataba de la supervivencia de Israel. Diez días después del discurso de Obama, Netanyahu pronunció otro en la Universidad Bar-Ilán.
Hablando directamente al pueblo palestino, dijo: “La simple verdad es que la raíz del conflicto fue, y sigue siendo, la negativa a reconocer el derecho del pueblo judío a un Estado propio en su patria histórica. Pero también debemos decir la verdad en su totalidad», continuó. “Dentro de esta patria vive una gran comunidad palestina. No queremos gobernarlos, no queremos gobernar sus vidas, no queremos imponerles ni nuestra bandera ni nuestra cultura. En mi visión de la paz, en esta pequeña tierra nuestra, dos pueblos viven libremente, uno al lado del otro, en amistad y respeto mutuo. Cada uno tendrá su propia bandera, su propio himno nacional, su propio gobierno. Ninguno amenazará la seguridad o la supervivencia del otro”.
Luego añadió: “Cuando estuve en Washington, le dije al presidente Obama que si podíamos llegar a un acuerdo sobre el fondo, entonces la terminología no plantearía un problema. Y he aquí lo esencial, que ahora expreso claramente: si recibimos esta garantía respecto de la desmilitarización y las necesidades de seguridad de Israel, y si los palestinos reconocen a Israel como el Estado del pueblo judío, entonces estaremos preparados para un futuro acuerdo de paz, y alcanzar una solución en la que exista un Estado palestino desmilitarizado junto al Estado judío”.
Desde la masacre del 7 de octubre, Hamás ha obtenido un apoyo sin precedentes dentro del mundo árabe en general, y entre la población palestina en particular. Eso demuestra que el Estado palestino significa algo muy diferente para la opinión mayoritaria árabe y para los fervientes defensores de la solución de los dos Estados
Estas melosas palabras cayeron en oídos sordos. Hamás, arraigado en el rechazo, ya se había apoderado de la Franja de Gaza; su única razón de ser era, y sigue siendo, eliminar a Israel. Al-Fatah y la Autoridad Palestina continuaron aplicando la estrategia establecida por Yaser Arafat, que consiste en cortejar a la opinión mundial dando la impresión de apoyar una solución de dos Estados, pero manteniendo al mismo tiempo el objetivo final de eliminar a Israel del Medio Oriente.
Nada ha cambiado, excepto que desde la masacre del 7 de octubre, Hamás ha obtenido un apoyo sin precedentes dentro del mundo árabe en general, y entre la población palestina en particular. Eso demuestra que el Estado palestino significa algo muy diferente para la opinión mayoritaria árabe y para los fervientes defensores de la solución de los dos Estados.
En resumen, la solución de dos Estados es un anatema para la mayoría de los árabes, una realidad que Anthony Blinken, Lord Cameron y todos los que la defienden se niegan voluntariamente a reconocer.
*Corresponsal en el Medio Oriente de Eurasia Review.
Fuente: The Jerusalem Post.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.