La conocida red publicó recientemente una noticia falsa sobre violaciones de mujeres gazatíes por soldados de Israel. Es solo una mancha más en una historia plagada de mentiras, terrorismo y antisemitismo
Leandro Fleischer*
Recientemente, la cadena de noticias Al-Jazeera, financiada por Catar, decidió retractarse y eliminar una serie de historias que acusaban a las Fuerzas de Defensa de Israel de cometer abusos sexuales en el Hospital al-Shifa de Gaza.
La controversia alcanzó amplia circulación, después de que Al-Jazeera publicara el testimonio de una mujer que afirmó haber presenciado violaciones de mujeres palestinas dentro del hospital de Gaza. El canal catarí borró el artículo poco después sin hacer comentarios; sin embargo, la información fue recogida por muchos otros medios. En su testimonio, la mujer palestina afirmaba que los soldados de las FDI arrojaron los cuerpos de mujeres mutiladas a sus perros, entre otras sangrientas descripciones.
Un exdirector de Al-Jazeera hizo luego algunas aclaraciones a través de una publicación en redes sociales. Abu Hilalah, quien formó parte de la dirección de la plataforma financiada por el estado catarí, aseguró que la historia publicada por Al-Jazeera no era cierta. Sin citar fuentes, agregó que la mujer que dio su testimonio terminó confesando que todo era mentira.
Llamativamente, esa noticia falsa llevó a que varios medios de comunicación y personas influyentes propalestinas, como Sulaiman Ahmed —quienes dicen dudar de la violación de mujeres israelíes por terroristas de Hamás durante la masacre del 7 de octubre—, la creyeran inmediatamente y la difundieran como si fuese real.
La sede principal de Al-Jazeera en Doha, Catar
(Foto: AFP)
Al-Jazeera fue fundada por la familia real de Catar en 1996. Aunque nació como una emisora de radio de alcance limitado, tenía grandes aspiraciones.
El camino de Al-Jazeera hacia el éxito se aceleró durante las guerras de Afganistán e Iraq a principios del siglo XXI, cuando logró cubrir ambos conflictos con un gran equipo de prensa. Tras su éxito entre 2002 y 2006, el gobierno de Catar invirtió una fortuna para ampliar su personal y lanzar un canal en inglés (Al-Jazeera English), con el fin de llegar a un mayor número de espectadores a escala internacional.
Durante la cobertura de los levantamientos árabes y los conflictos armados en Siria, Libia y Yemen, los intereses del gobierno de Catar se hicieron evidentes, incluso para su audiencia árabe
La gigantesca inversión se pudo realizar, en parte, gracias a que el país del Golfo se encontraba en medio de un gran auge económico debido a los altos precios del petróleo y el gas, y a las inversiones financieras realizadas por empresas estatales, que también le permitieron lanzar una cadena de deportes llamada beIN Sports y un canal en Estados Unidos (Al-Jazeera America).
Sin embargo, en 2011 el auge económico en Catar comenzó a desacelerarse y la audiencia y la reputación de Al-Jazeera empezaron a decaer, ya que durante la cobertura de los levantamientos árabes y los conflictos armados en Siria, Libia y Yemen, los intereses del gobierno de Catar se hicieron evidentes, incluso para su audiencia árabe. De hecho, Al-Jazeera America cerró sus puertas menos de tres años después de su lanzamiento.
Las dificultades que encontró Al-Jazeera para expandirse por el mundo llevaron al gobierno de Catar, el ex emir Hamad bin Khalifa al-Thani y su hijo Tamim bin Hamad al-Thani —quien lo sucedió en el trono en 2013— a implementar ambiciosas políticas para ejercer su influencia, tanto en el mundo árabe y musulmán como en Occidente.
Los periodistas del canal actúan teniendo en cuenta los objetivos de los dirigentes del país del Golfo, por lo que la emisora funciona como una especie de departamento de prensa oculto para las autoridades cataríes. A su vez, Al-Jazeera intenta mantener su relación con Occidente conservando al mismo tiempo su vínculo con organizaciones islamistas radicales. Esto se refleja en el tipo de invitados que se entrevista en la versión de Al-Jazeera en árabe, donde aparecen miembros de organizaciones terroristas como Hezbolá o Hamás, entre otras, mientras los periodistas se comunican con representantes occidentales, incluidos estadounidenses e israelíes, en las otras partes de la compañía.
Jugando a ambas bandas: el emir de Catar, Tamim bin Hamad al-Thani (derecha) junto al presidente iraní Ebrahim Raisi, durante una visita a Teherán
(Foto: AP)
La cobertura realizada por Al-Jazeera de algunos conflictos del Medio Oriente refleja que la cadena de noticias informa y desinforma según los intereses del gobierno catarí, especialmente cuando se trata del conflicto entre Israel y los palestinos, donde tiene una marcada postura contra Israel.
Al-Jazeera también fue acusada de alentar manifestaciones en la plaza Tahrir de El Cairo, Egipto, durante la revolución de 2011, y de tener vínculos con la organización islámica radical Hermandad Musulmana. Además, hace varios años algunos periodistas de la cadena fueron acusados de espionaje en Siria, Arabia Saudita e Irán, y sus trasmisiones fueron suspendidas en esos países.
En una entrevista con el diario argentino La Nación en 2005, antes del lanzamiento de Al-Jazeera en inglés, Nigel Parsons, quien dirigió esa estación hasta 2009, dijo: “No tendremos miedo de hacer preguntas difíciles a los líderes árabes, o de mostrar lo feo del Medio Oriente como la violencia, la corrupción y la pobreza. Por supuesto, habrá que tener más cuidado al utilizar la palabra terrorista, porque lo que para algunos es un terrorista, para otros puede ser alguien que lucha por su libertad”. Y añadió: “No buscamos ser una traducción de Al-Jazeera en árabe, somos un canal global y tendremos una personalidad más plural. Aunque tenemos nuestra sede en Doha y ofrecemos una perspectiva árabe sobre las principales noticias mundiales, cubriremos extensamente otras partes del mundo, con información en profundidad de Asia, América Latina y África, que a menudo son regiones relegadas por las grandes corporaciones de noticias”.
Al-Jazeera también fue acusada de alentar manifestaciones en la plaza Tahrir de El Cairo, Egipto, durante la revolución de 2011, y de tener vínculos con la organización islámica radical Hermandad Musulmana. Además, hace varios años algunos periodistas de la cadena fueron acusados de espionaje en Siria, Arabia Saudita e Irán, y sus trasmisiones fueron suspendidas en esos países
Respecto a la desconfianza del público en la emisora, Parsons dijo: “Ofreceremos un periodismo justo y equilibrado, que cubra todos los puntos de vista de una historia y permita a los espectadores generar su propio juicio. El problema es que hasta ahora el público estadounidense ha sido objeto de una campaña de desinformación sobre Al-Jazeera, y al ser un canal que la mayoría de la gente no puede entender debido a la barrera del idioma, no han podido formarse un juicio equilibrado. Espero que ahora, cuando empecemos a trasmitir en inglés, nuestros méritos periodísticos nos ayuden a que ese estigma termine… Solo necesitamos que se nos dé la oportunidad de ser realmente juzgados por lo que hacemos”.
La relación de Al-Jazeera con el terrorismo no es nueva, y el periodista de La Nación le consultó sobre Tayssir Alouni, reportero del canal en Madrid que había sido condenado a siete años de prisión por tener contactos con al-Qaeda. Al respecto, Parsons dijo: “Apelaremos esa sentencia. Esperamos que Tayssir Alouni sea reivindicado y liberado, ya que creemos que sus vínculos con al-Qaeda han sido únicamente en su calidad de corresponsal”.
Alouni cumplió su condena bajo arresto domiciliario hasta 2012, cuando fue puesto en libertad.
Catar siempre ha estado en la mira de Occidente por su apoyo al extremismo islámico, y el caso palestino no es una excepción. De hecho, los países del Golfo albergan a los altos dirigentes de Hamás, ofreciéndoles todos los lujos posibles, mientras los residentes de Gaza sufren la guerra debido a las decisiones de esos dirigentes, que paradójicamente cuentan con el apoyo de la gran mayoría de los civiles de la Franja de Gaza y en la Cisjordania bajo la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas.
Sin embargo, la política exterior estadounidense parece mirar para otro lado. Como escribió el periodista Eli Lake en un artículo publicado por The Free Press, esto se debe a que “durante los últimos 25 años, este pequeño Estado rico en energía ha inyectado miles de millones de dólares en Estados Unidos para comprar influencia y favores”.
Lake explica que “los cataríes han gastado su fastuosa fortuna en bufetes de abogados estadounidenses, en contratos de lobby con altos exfuncionarios, y en viajes turísticos y asociaciones con grandes empresas de medios”. Sin embargo, añadió, “los mayores receptores de la generosidad catarí han sido las principales universidades y centros de estudio”.
Uno de los estudios de Al-Jazeera en Doha. La familia real catarí no ha escatimado gastos en esta herramienta fundamental de su “poder blando”, dotada de tecnología de punta
(Foto: veechxveech.com)
Según una investigación publicada en 2022 por la Asociación Nacional de Académicos, Catar era en ese momento el mayor donante extranjero a las universidades estadounidenses. “Entre 2001 y 2021, el petroestado donó la friolera de 4700 millones de dólares a las universidades de EEUU”, señaló el estudio.
La asociación de estas universidades con Catar continúa, a pesar de que el ministro de Asuntos Exteriores de Catar dijo poco después del 7 de octubre que “Israel es el único responsable” de la masacre llevada a cabo por Hamás. Esta financiación puede explicar, en parte, las manifestaciones antisemitas que tienen lugar en los campus de muchas universidades de Estados Unidos.
Lake afirma además que muchas de esas universidades han tenido que comprometer sus valores en los campus que tienen en Doha. En algunos casos, los think tanks estadounidenses cooperaron con los intereses estratégicos de Catar. “El campus en Catar de Northwestern University, cuya escuela de periodismo en Estados Unidos está clasificada como una de las mejores del mundo, firmó un memorando de entendimiento con Al-Jazeera, el canal de noticias financiado por Catar que ha proporcionado una plataforma de simpatía para Hamas y otros grupos islamistas durante años, para ayudar a capacitar a sus reporteros”, escribe el periodista.
Lake añade que Al-Jazeera emitió entre 1996 y 2013 un programa semanal presentado por el clérigo de la Hermandad Musulmana Yusuf al-Qaradawi. Recuerda que, en un sermón de 2009 trasmitido por la plataforma, el líder religioso afirmó: «Dispararé contra los enemigos de Alá, los judíos, ellos me arrojarán una bomba, y así sellaré mi vida con el martirio».
Los cataríes han gastado su fastuosa fortuna en bufetes de abogados estadounidenses, en contratos de lobby con altos exfuncionarios, y en viajes turísticos y asociaciones con grandes empresas de medios. Los mayores receptores de la generosidad catarí han sido las principales universidades y centros de estudio de EEUU
En 2015, Stephen Eisenman, entonces presidente del equipo de profesores de Northwestern, concluyó en un informe sobre el campus de su escuela en Doha que los profesores allí disfrutaban solo de una “libertad académica limitada”. Eisenman también reconoció que “la ética de establecer un campus en un país autoritario es turbia, especialmente cuando inhibe la libre expresión y cuenta entre sus aliados con varios regímenes o grupos opresivos”.
A pesar de la alianza de Catar con el extremismo islámico, Estados Unidos considera al país una especie de mal necesario. En este sentido, Lake explica que “una de las razones por las que Catar ha podido invertir tanto en instituciones estadounidenses es porque la política exterior de EEUU ha abrazado al país desde que comenzó la guerra contra el terrorismo después del 11 de septiembre. Aunque Catar está alineado con Hamás y, en menor medida, con Irán, también alberga la Base Aérea al-Udeid (administrada por los estadounidenses en la nación árabe)”.
El periodista agrega que “los cataríes son un interlocutor importante entre Estados Unidos e Irán. Después de la caótica retirada de Afganistán del presidente Biden, Catar acordó procesar a más refugiados afganos que cualquier otro aliado árabe. Hoy Catar posee los 6000 millones de dólares en ingresos petroleros iraníes que Estados Unidos descongeló en septiembre y volvió a congelar después del pogromo de Hamás del 7 de octubre”.
Lake también explica la forma en que Catar intenta controlar el discurso intelectual en Occidente para demonizar a Israel. «Uno de los objetivos del ‘poder blando’ de Catar es promover la ideología de la Hermandad Musulmana, el movimiento islamista que engendró a Hamás y al partido gobernante en Turquía. Según un análisis de 2021 del Instituto de Washington para la Política de Oriente Próximo, Catar financia la Unión Internacional de Eruditos Musulmanes, el brazo clerical de la Hermandad. En 2017, Bahréin, Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos impusieron un embargo comercial y de viajes a Catar en respuesta a su apoyo a la Hermandad Musulmana. La adopción por parte de Doha del Islam político es un factor que la distingue de sus vecinos del Golfo, que se volvieron contra el movimiento después de la Primavera Árabe en 2010 y 2011”.
El periodista de Al-Jazeera Ismail Abu Omar ocupaba el cargo de subcomandante de compañía en el Batallón Oriental de Jan Yunis de Hamás. Él incluso se filmó participando en la sangrienta masacre en Nir Oz el 7 de octubre, y lo publicó en sus redes sociales
Lake cita a Charles Asher Small, del Instituto para el Estudio de la Política Global y el Antisemitismo, quien indicó que una consecuencia del apoyo de Catar a la Hermandad Musulmana, en su operación de “poder blando” en el extranjero, fue hacer que Israel luciera tóxico en el discurso político e intelectual occidental. “Su ‘poder blando’ tiene como objetivo demonizar a Israel, así como promover un discurso antioccidental y antidemocrático para debilitar a Occidente. El antisemitismo es el combustible para encender ese fuego”, afirmó Small.
Catar no solo ha estado brindando apoyo económico al extremismo islámico, financiando el odio antisemita en las universidades estadounidenses y disfrazando su departamento de prensa (Al-Jazeera) como un canal de noticias, sino también encubriendo a terroristas islámicos como periodistas inocentes.
A lo largo de la guerra entre Israel y Hamás, tras la masacre del 7 de octubre, el Estado judío ha acusado a algunos periodistas de Al-Jazeera de formar parte de las filas de la organización terrorista palestina. El periodista estadounidense Jonathan Schanzer mencionó a algunos de ellos en un artículo publicado en Commentary.
Otro empleado de Al-Jazeera que aparentemente estuvo involucrado en actividades terroristas es Muhamad Wishah, quien trabaja en el canal Al-Jazeera Mubasher. El 11 de febrero, las FDI confiscaron su computadora portátil en el norte de la Franja de Gaza, en la que se encontraron imágenes y documentos que prueban que Wishah es un comandante del ala militar de Hamás
En marzo, señaló el autor, el ejército israelí arrestó al periodista de Al-Jazeera Ismail al-Ghoul durante un intercambio de disparos con terroristas de Hamás en el hospital al-Shifa de Gaza. El canal de televisión catarí criticó inmediatamente su detención, insistiendo en que se trataba de un reportero inocente. Más de una semana después los israelíes lo liberaron, por lo que la plataforma aprovechó para reforzar su argumento de que al-Ghoul era inocente.
Pero un mes antes, señaló Schanzer, Al-Jazeera había afirmado que las FDI fueron responsables de que uno de sus corresponsales resultara herido durante una ofensiva llevada a cabo por un avión no tripulado israelí. Sin embargo, el portavoz de las FDI en idioma árabe respondió que Ismail Abu Omar “ocupaba el cargo de subcomandante de compañía en el Batallón Oriental de Jan Yunis de Hamás. Él incluso se filmó participando en la sangrienta masacre en Nir Oz el 7 de octubre, y lo publicó en sus redes sociales”. Schanzer añadió que el periodista firmó con su nombre una fotografía publicada en Telegram de un soldado de las FDI asesinado, cuyo cuerpo fue llevado por Hamás a Gaza. Después del escándalo, Al-Jazeera negó haber actuado mal, y afirmó que “sus políticas y regulaciones laborales estipulan que los empleados deben mantenerse alejados de afiliaciones políticas que puedan afectar su desempeño”.
Las dos caras de Muhamad Wishah: periodista de Al-Jazeera y comandante de Hamás
(Foto: FDI)
Otro incidente que demuestra cómo los periodistas de Al-Jazeera estuvieron involucrados en actividades terroristas ocurrió en enero, cuando el reportero Hamza al-Dahdouh y un colega suyo murieron en un ataque aéreo israelí contra un vehículo que los trasportaba desde Jan Younis a Rafah. Como era de esperar, el canal catarí condenó la acción israelí; Hamás anunció la muerte de Dahdouh y añadió su nombre a una lista de periodistas presuntamente asesinados en la guerra. Sin embargo, las FDI declararon días después que el vehículo fue bombardeado porque ambos reporteros operaban un dron que representaba una amenaza para los soldados israelíes cerca de Rafah. Más tarde, el ejército israelí añadió que Dahdouh era un agente de la “Unidad de Ingeniería Electrónica” y funcionario regional de la “Unidad de Cohetes” de la Yijad Islámica Palestina. Al-Jazeera rechazó la acusación israelí y condenó los “intentos de justificar el asesinato de su colega Hamza Wael Al-Dahdouh y otros periodistas”.
El otro reportero que murió en ese ataque fue el camarógrafo Mustafa Thuraya, quien según las FDI estaba operando el dron, y que aparecía en una lista de terroristas que luchaban para el Batallón Al-Qadisiya de Hamás.
Otro empleado de Al-Jazeera que estuvo visiblemente involucrado en actividades terroristas es Muhamad Wishah, quien trabaja en el canal Al-Jazeera Mubasher. El 11 de febrero, las FDI confiscaron su computadora portátil en el norte de la Franja de Gaza, en la que, según el portavoz en idioma árabe de las FDI, se encontraron imágenes y documentos que prueban que Wishah es un comandante del ala militar de Hamás. El canal catarí no ha respondido a estas acusaciones. Sin embargo, después de las revelaciones de las FDI, Wishah eliminó publicaciones en las redes sociales que lo mostraban estrechando la mano de los líderes de Hamás Yahya Sinwar e Ismail Haniye.
Durante la guerra de Iraq, funcionarios de la administración Bush se quejaron de que los periodistas de Al-Jazeera, de alguna manera, sabían exactamente dónde estar y tenían sus cámaras grabando durante ataques que tenían como objetivo a las tropas estadounidenses
Estos incidentes, junto con otra información de inteligencia, dieron como resultado que el gobierno israelí presentara un proyecto de ley para cerrar la oficina de Al-Jazeera en Israel. Sin embargo, la propuesta lleva meses debatiéndose y aún no ha sido aprobada oficialmente [ver recuadro]. En paralelo, las autoridades del Estado judío continúan negociando con Catar la liberación de los secuestrados por Hamás.
Schanzer opinó en Commentary que “es probable que los israelíes sigan conversando con los cataríes hasta que se llegue a un acuerdo sobre los rehenes. Pero esto no explica por qué Estados Unidos continúa tratando como un aliado a esa nación del Golfo que apoya el terrorismo. El apoyo que Catar ha brindado a grupos terroristas como Hamás, los talibanes, al-Qaeda e incluso el Estado Islámico está fuera de toda duda. Y la serie de incidentes en Gaza que indican una colaboración entre Al-Jazeera y Hamás son consistentes con lo que enfrentaron las fuerzas estadounidenses durante la guerra de Iraq, cuando funcionarios de la administración Bush se quejaron de que los periodistas de Al-Jazeera, de alguna manera, sabían exactamente dónde estar y tenían sus cámaras grabando durante ataques que tenían como objetivo a las tropas estadounidenses”.
*Community Manager de Voz Media, columnista en Libertad Digital, El Medio e Infobae.Fuente: Voz Media (voz.us).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.
La Knesset aprobó cierre de oficina israelí de Al-Jazeera
El Parlamento israelí aprobó este lunes 1º de abril, en segunda y tercera lecturas, el proyecto de ley propuesto por el ministro Shlomo Karhi para cerrar las oficinas de la red Al-Jazeera en Israel.
La ley establece que si el primer ministro tiene información de que una estación de noticias extranjera está perjudicando la seguridad del país, el ministro de Comunicaciones, tras recibir al menos una opinión de seguridad y con la aprobación del gabinete, puede tomar medidas contra ese medio.
Oficinas de Al-Jazeera en Jerusalén
(Foto: Flash90)
El proyecto había sido presentado y aprobado por el gobierno en febrero, al revelarse que uno de los «periodistas» del canal de Catar era un comandante de Hamás; la afiliación de Muhamad Wishah con el grupo terrorista fue revelada cuando las FDI encontraron su computadora portátil en una de las bases de Hamás en Gaza.
El ministro Karhi comentó: «No habrá libertad de expresión para los portavoces de Hamás en Israel. Al Jazeera cerrará en los próximos días».
Con información de Arutz Sheva (israelnationalnews.com).