El primer ministro David Ben Gurión decía: “En Israel, para ser realista hay que creer en milagros. La vida es más que fuerzas ciegas en acción”
(Foto: Reuters)
Las reformas judiciales están provocando puntos de vista fuertemente arraigados sobre un tema más amplio y fundamental: lo que significa ser un Estado judío
David Friedman*
La situación en Israel es terrible y requiere una dura honestidad. El tema no es la reforma judicial, un asunto altamente complejo y técnico sobre el cual la mayor parte del país ve la necesidad de alguna corrección. Y el problema tampoco es la democracia, en la medida en que Israel seguirá siéndolo independientemente del resultado de este conflicto.
En todo caso, la lucha es por los efectos de la democracia, dados los cambios demográficos y políticos que han tenido lugar durante la última generación.
Esto estaba destinado a suceder tarde o temprano. Las reformas judiciales están provocando puntos de vista fuertemente arraigados sobre un tema más amplio y fundamental: lo que significa ser un Estado judío. Eso está en el centro de cómo los israelíes se ven a sí mismos, su judaísmo y su increíble país.
Los fundadores de Israel eran en su mayoría seculares, y veían al judaísmo como una nacionalidad, un pueblo en el lado perdedor de la historia, renacido después de 2000 años de dispersión.
En los primeros días de Israel, los ortodoxos eran una pequeña minoría, obsesionados con la reconstrucción de los grandes centros europeos de aprendizaje judío destruidos en el Holocausto. David Ben Gurión, el primer primer ministro de Israel, les dio la oportunidad de hacerlo libres de la obligación del servicio militar.
En los años que siguieron, ambos bandos se desempeñaron espectacularmente en sus respectivas tareas. Los israelíes seculares (junto con algunos que eran religiosos) crearon un poderoso ejército, magníficas instituciones de educación superior y una economía robusta. Y los ultraortodoxos establecieron yeshivot de un tamaño y sustancia que incluso superaron a las grandes instituciones de Europa.
La mayoría de los israelíes reconocían las contribuciones de todos los ciudadanos de Israel, y la importancia tanto de la defensa nacional como del aprendizaje de la Torá. Y surgió un nuevo grupo demográfico de sionistas religiosos que estudiaban textos judíos y también servían en el ejército, muchos de manera ejemplar.
Pero con el tiempo, dos cosas se desequilibraron.
Un judío que arriesga su vida en el ejército defendiendo al Estado judío, incluso si es completamente secular, está cumpliendo una gran mitzvá, quizá igual en magnitud a todas las demás. Y un judío que dedica su vida al estudio de la Torá, aceptando la pobreza y el sacrificio que acompañan a tal elección, también está realizando una gran mitzvá
A medida que los votantes de Israel se movían constantemente hacia la derecha, los ultraortodoxos, con muchas parejas que tenían diez o más hijos, se convirtieron en una importante fuerza demográfica y política, controlando alrededor del quince por ciento del parlamento israelí y ejerciendo una enorme influencia en las negociaciones de las coaliciones. Mientras, la comunidad secular de izquierda, que ya no es una mayoría y se reduce rápidamente en tamaño relativo y poder político, retuvo su influencia y control a través de la Corte Suprema. Bajo el liderazgo de Aharon Barak, el poder de la Corte fue reinterpretado para tener la última palabra sobre las leyes de la nación, sin ataduras a una Constitución u otra jurisprudencia limitante.
Quizá la señal más grave de una ruptura seria entre lo secular y lo religioso se produjo cuando el gobierno israelí negoció una resolución con la comunidad ultraortodoxa para exenciones limitadas del servicio militar. Fue una solución práctica respaldada por muchos en el ejército. Pero ese acuerdo fue rechazado por la Corte Suprema en septiembre de 2017. Reconociendo la centralidad de esta disputa para los fundamentos de Israel, la jueza Miriam Naor observó que “la historia de esta controversia social refleja la historia del propio Estado de Israel”. Con esa decisión, muchos en la comunidad ortodoxa perdieron la fe en el proceso judicial.
Así que aquí estamos hoy, con la nación israelí dividida como nunca antes. La gente habla abiertamente sobre los riesgos de una guerra civil, mientras que otros cuentan cómo el odio interno dentro de la comunidad judía fue la causa de la destrucción del Segundo Templo y la dispersión de los judíos a tierras extranjeras en el año 70 e.c. Y muchos notan, a medida que Israel se acerca a su 75 aniversario, que ha superado por solo dos años el período anterior más largo en que el pueblo judío controló toda la tierra de Israel desde una capital en Jerusalén (David y Salomón reinaron durante 73 años).
Mientras tanto, los enemigos de Israel en todo el mundo están salivando por el debilitamiento de la sociedad israelí. Israel se está haciendo a sí mismo lo que sus enemigos nunca han podido lograr.
A todos mis amigos en Israel, derecha, centro e izquierda, religiosos y seculares, lo primero que debo decirles es que “los amo a todos”. El Estado de Israel, que ustedes han creado, me ha sostenido a mí y a muchos otros judíos en la diáspora durante generaciones.
La mayoría de nosotros no vemos futuro en el judaísmo sin Israel y, ya sea que se dé cuenta o no, todos estamos profundamente involucrados, en formas mucho más importantes que las financieras, en el futuro de Israel. Israel ha hecho mucho por la diáspora, pero ahora es el momento de que Israel aprenda algo de la diáspora.
Entiendo las promesas de campaña y las expectativas de la base política. Pero al final, la unidad de la sociedad israelí dentro de su diversa población es su mayor activo. Cualquier gobierno que ponga en peligro esa unidad no puede tener éxito, por mucho que crea en la justicia de su causa
Nosotros en la diáspora vemos el valor de todos los ciudadanos de Israel. Creemos que las Fuerzas de Defensa de Israel son sagradas; no solo es uno de los ejércitos más poderosos, sino también uno de los más morales de la tierra. Un judío que arriesga su vida en el ejército defendiendo al Estado judío, incluso si es completamente secular, está cumpliendo una gran mitzvá, quizá igual en magnitud a todas las demás. Y un judío que dedica su vida al estudio de la Torá, aceptando la pobreza y el sacrificio que acompañan a tal elección, también está realizando una gran mitzvá. De hecho, el midrash del Libro del Génesis habla con aprobación de la relación entre los hijos quinto y sexto de Jacob, Isacar y Zevulún, por la cual este último se puso a trabajar para apoyar el estudio de la Torá de su hermano.
Tal vez usted en Israel está demasiado cerca de los árboles para ver todo el bosque. Pero en la Diáspora podemos ver la totalidad de Israel y es una manifestación gloriosa, diversa, orgullosa y milagrosa del pueblo judío.
Los necesitamos a todos para mantener unida a la sociedad israelí; para evitar que las cosas se desborden. A los líderes de Israel, ya sea en la coalición o en la oposición: esta es su tarea sagrada. Todo el mundo judío depende de ustedes, no para ganar su lado en el conflicto interno, sino para encontrar una solución acorde con la dignidad y la santidad de cada israelí. Si cualquiera de los dos lados gana, todos perdemos.
No hay dictadores y no hay anarquistas, solo hay judíos que intentan de buena fe abordar lo mejor que pueden una situación altamente compleja. Bajen el volumen y denle tiempo al proceso para que tenga éxito
Entiendo bien la política, habiendo vivido en ese mundo durante muchos años. Entiendo las promesas de campaña y las expectativas de la base política. Pero al final, la unidad de la sociedad israelí dentro de su diversa población es su mayor activo. Cualquier gobierno que ponga en peligro esa unidad no puede tener éxito, por mucho que crea en la justicia de su causa.
Sospecho que hablo por la gran mayoría de los judíos de la diáspora y probablemente por la misma cantidad en Israel cuando digo: por favor, trabajen más para encontrar una resolución consensuada. Pongan fin a la retórica vil de ambos lados.
No hay dictadores y no hay anarquistas, solo hay judíos que intentan de buena fe abordar lo mejor que pueden una situación altamente compleja. Bajen el volumen y denle tiempo al proceso para que tenga éxito. Que Dios los bendiga a todos.
*Embajador de Estados Unidos en Israel entre 2017 y 2021.
Fuente: The Jerusalem Post. Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.