Aumentan los casos de aspirantes a integrar fuerzas extremistas, reclutados en el país sudamericano para radicalizarlos y entrenarlos en países musulmanes
Maria Zuppello*
Lo que está ocurriendo en Brasil no debería ser tomado a la ligera por las autoridades internacionales encargadas de la lucha antiterrorista, especialmente las europeas, porque como un “efecto mariposa” podría tener un impacto significativo, especialmente en el viejo continente. En el espacio de unas pocas semanas, de hecho, han saltado a los titulares dos noticias que parecen ser la punta de un iceberg cuyas proporciones aún se desconocen casi por completo.
Hace aproximadamente de un mes, la policía federal brasileña detuvo en el aeropuerto de Guarulhos, São Paulo, a un joven de 19 años que se dirigía a Turquía para alistarse en las filas del Estado Islámico, derrotado pero aún activo en muchas zonas del Medio Oriente, Asia y África.
Soldados brasileños patrullaban la playa de Ipanema durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, cuando surgieron evidencias de que terroristas islamistas planeaban ejecutar un atentado
(Foto: Reuters)
Brasileño de Barbacena, en el estado de Minas Gerais, el joven había sido radicalizado a través de Internet por personas que viven en Brasil. En las mismas horas en que fue detenido, una presunta célula de ISIS fue desmantelada por las autoridades argentinas en el distrito industrial de Santiago del Estero, al norte del país, siguiendo una pista del FBI. Las autoridades estadounidenses se alarmaron cuando el hombre, cuya identidad no se ha revelado, buscó información en Telegram sobre el Estado Islámico, e instrucciones sobre cómo fabricar bombas caseras. Las autoridades argentinas buscan ahora a un cómplice.
Por si fuera poco, hace pocas semanas la periodista Thais Alcântara reveló, en el sitio brasileño de noticias Metrópoles, la existencia de una red islámica turca que convierte a jóvenes indígenas de comunidades pobres de la Amazonia y los envía a Turquía. Según el sitio turco de noticias Artigercek, seis de esos niños llegaron a Turquía en febrero de 2022 y fueron enviados a escuelas coránicas salafistas en Kütahya y Tarso, no lejos de la frontera con Siria.
La periodista Thais Alcântara reveló, en el sitio brasileño de noticias Metrópoles, la existencia de una red islámica turca que convierte a jóvenes indígenas de comunidades pobres de la Amazonia y los envía a Turquía. Según el sitio turco de noticias Artigercek, seis de esos niños llegaron a Turquía en febrero de 2022 y fueron enviados a escuelas coránicas salafistas en Kütahya y Tarso, no lejos de la frontera con Siria
El salafismo es un movimiento reformista islámico sunita nacido en la segunda mitad del siglo XIX, y es la más ortodoxa y radical de las diversas corrientes que componen el complejo mosaico de la religión islámica. Del salafismo, de su visión de una sociedad cerrada, de la anulación de toda forma de innovación y progreso, nacieron los movimientos fundamentalistas que responden al nombre de al-Qaeda, al-Shabaab, Boko Haram y, más tarde, el Estado Islámico (ISIS).
Por lo tanto, lo que está ocurriendo en América Latina, particularmente en Brasil, es un fenómeno nuevo. Inmediatamente después de la proclamación del Estado Islámico, el 29 de junio de 2014, si se excluye a Trinidad y Tobago —de donde partieron un centenar de yijadistas para combatir en las filas de ISIS—, el flujo de extranjeros reclutados para hacer la yijad provenía no solo del Medio Oriente sino principalmente de Europa, más de 13.000 personas, según datos del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización de Londres.
El mexicano Miguel Alejandro Santana Vidriales, arrestado y enjuiciado en Estados Unidos en 2016 por intentar viajar a Afganistán con el propósito de unirse a al-Qaeda
(Foto: Infobae)
Ahora, sin embargo, la situación parece haberse invertido.
Desde Europa las salidas han desaparecido casi por completo. América Latina, en cambio, parece estar en el centro de una nueva ola de reclutamiento para el radicalismo islámico, y uno se pregunta si el objetivo es golpear a Europa.
Brasil, que en 2016 ya fue testigo de la primera operación antiterrorista de la región (la Operación Hashtag, que había descubierto una célula local dispuesta a perpetrar atentados terroristas durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro), ha vuelto a entrar en el radar de los grupos que predican el islamismo radical.
En los últimos meses, una campaña centrada específicamente en Brasil ha sido lanzada por Yamaat Tabligh, organización misionera sunita fundada en India en 1926 que ha estado repetidamente en el punto de mira de la inteligencia mundial en relación con actos terroristas.
“El ecosistema islamista opera en dos direcciones”, reza un informe del Foro Democrático del Sur de Asia. “Por un lado, desde el exterior a través de la infiltración de las actividades de Yamaat Tabligh, seguida del reclutamiento de sus misioneros. Por otro, funciona desde dentro de ese grupo, que predica una interpretación ultraconservadora del Islam. Yamaat Tabligh no solo proporciona una plataforma intelectual, sino también un campo de acción que puede desembocar en actos de terrorismo”.
A mediados de la década pasada, Abu Sad at-Trinidadi, de Trinidad y Tobago, buscó a su esposa que vivía en Venezuela y partió rumbo al Medio Oriente, donde se convirtió en un francotirador al servicio del “Califato”
(Foto: BBC)
Ya presente en Colombia, en el Chiapas mexicano y Argentina (que en 2005 bloqueó la entrada de 26 misioneros que tenían pasaportes de Catar, Egipto, Malasia, Pakistán y Sudáfrica), Yamaat Tabligh ha sido vinculada por la Jamestown Foundation con al-Qaeda y los atentados de Madrid de marzo de 2004; tres de los atacantes militaban, según los expertos estadounidenses, en ese movimiento, antes de perpetrar los atentados en los que murieron 193 personas.
En Brasil, São Pablo es la ciudad elegida como epicentro de las actividades del grupo. Insani Yardim Vakfi (IHH), presente desde hace años en Colombia, actúa en Brasil también como puente hacia Turquía. La organización islámica turca, acusada de afiliación a organizaciones terroristas como Hamás y al-Qaeda y vinculada a la idea de islamismo político de los Hermanos Musulmanes, ha sido prohibida en Alemania. Israel la incluye en su lista de organizaciones terroristas desde 2010.
Además, desde hace años opera en Brasil una red próxima a Imran Hosein, predicador de Trinidad y Tobago que durante años fue director de Dawah (“divulgación”) de la organización pakistaní Tanzeem-e-Islami en Estados Unidos, conocida por los sermones radicales de su fundador Israr Amhed. Hosein pronunció un “elogio” publico tras la muerte del primer terrorista nacido en Estados Unidos, Anwar al-Awlaki, abatido por un dron en Yemen en 2011, durante la presidencia de Obama.
Desde Europa el flujo de extranjeros reclutados para hacer la yijad ha desaparecido casi por completo. América Latina, en cambio, parece estar en el centro de una nueva ola de reclutamiento para el radicalismo islámico
Hace años viven también en Brasil Haytham Ahmad Shukri Ahmad al-Maghrabi —brasileño nacido en Egipto—, Mohamed Sherif Mohamed Awad, y Ahmad al-Khatib. Los tres fueron sancionados por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos por haber “ayudado materialmente, patrocinado o proporcionado apoyo financiero o tecnológico, así como bienes o servicios, a al-Qaeda”.
Según las autoridades estadounidenses, Al Maghrabi, quien se radico en Brasil en 2015, fue uno de los primeros miembros de la red de al-Qaeda en el país. Él fue el enlace en Brasil para Ahmed Mohammed Hamed Ali, jefe de las operaciones paramilitares de al-Qaeda en Afganistán.
Ahmed Mohammed Hamed Ali fue procesado por su presunta implicación en los atentados de 1998 contra las embajadas de Estados Unidos en Dar es Salaam (Tanzania) y Nairobi (Kenia).
Imagen propagandística difundida por ISIS, que presuntamente muestra a yijadistas provenientes de Trinidad
(Foto: El Español)
Por su parte, Mohamed Awad llegó a Brasil en 2018 y, según las autoridades estadounidenses, supuestamente recibió trasferencias bancarias de otros asociados de al-Qaeda. Además, participó en la impresión de moneda falsa. En cuanto a Ahmad al-Khatib, es un jeque musulmán de origen libanés que vive en Brasil desde hace 32 años. Aunque Estados Unidos sancionó a al-Khatib como facilitador financiero de al-Qaeda, las autoridades brasileñas lo investigaron pero no lo acusaron en la Operación Hashtag de 2016.
En este escenario, cabe preguntarse cuántos jóvenes brasileños han logrado partir hacia Turquía u otros lugares, o están listos para hacerlo, en comparación con la primera oleada de yijadistas europeos. En aquel tiempo, solo la joven Karina Ailyn Raiol Barbosa, también de Belém, en el estado de Pará, consiguió llegar a Siria. Hoy está detenida en el campo sirio de Al Hol, controlado por las fuerzas kurdas, junto con su hijo Abdala, de 5 años. Su familia ha hecho varios llamamientos para que sea repatriada.
Mientras tanto, la alerta en Brasil y en la región sigue siendo alta. Varias agencias europeas de inteligencia han pronosticado una nueva oleada yijadista lista para golpear en Europa. América Latina, por su facilidad para reclutar, obtener documentos falsos y desplazarse, es sin duda la incubadora ideal en estos momentos.
Varias agencias europeas de inteligencia han pronosticado una nueva oleada yijadista lista para golpear en Europa. América Latina, por su facilidad para reclutar, obtener documentos falsos y desplazarse, es sin duda la incubadora ideal en estos momentos
Cabe recordar que ya en los atentados del Bataclán de París, el 13 de noviembre de 2015, se encontraron números de teléfono argentinos en uno de los móviles entregados en Siria a Adel Haddadi, un miembro de la célula que esa noche no llegó a operar porque fue detenido por la policía en Austria, lo que demuestra que ya entonces había bases de apoyo de ISIS en la región.
Thibault de Montbrial, presidente del Centro de Reflexión sobre la Seguridad Interior (CRSI) de Francia, declaró recientemente en una entrevista radiofónica que el Estado Islámico “ya ha empezado a reintroducir unidades de comandos activos en Europa” con la intención de atacar a Occidente. La ruta utilizada por ISIS comienza en Siria y Afganistán, pasa por Turquía, y luego se dirige a Alemania o Suecia porque, dice de Montbrial, esos países “son considerados los más islámicos en términos de número”.
En su informe anual sobre terrorismo, recientemente publicado, la agencia policial europea Europol también confirmó que, por tercer año consecutivo, el terrorismo islámico radical sigue siendo la principal amenaza para la seguridad del continente, ya que la gran mayoría de las personas detenidas por delitos relacionados con el terrorismo han sido motivadas por la ideología yijadista.
Boko Haram, la sanguinaria filial de ISIS en África
(Foto: Infobae)
Además, en abril, un informe de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) francesa, titulado “El estado de la amenaza terrorista”, advertía de que “la capacidad del Estado Islámico sigue intacta” y que al-Qaeda también tiene nuevas miras en Occidente.
Un informe del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Afganistán, recién publicado, advierte de que la amenaza más grave en ese país en estos momentos es ISIS-K, la rama local de ISIS con entre 4000 y 6000 combatientes. El grupo habría aprovechado el caos creado por la rápida retirada de las tropas estadounidenses en agosto de 2021 para reforzarse. Por si fuera poco, el informe confirma la relación “fuerte y simbiótica” entre los talibanes y al-Qaeda, a pesar de que los talibanes habían asegurado tras la caída del gobierno de Ashraf Ghani, respaldado por Estados Unidos, que Afganistán no volvería a convertirse en un refugio para grupos terroristas. Al-Qaeda, según el documento, protege a altos cargos talibanes y ha intentado infiltrarse en las filas del gobierno.
En al menos dos casos se descubrió que dos gobernadores interinos talibanes estaban afiliados a al-Qaeda, y otro talibán asociado al grupo es el subdirector de la Dirección General de Inteligencia. Los talibanes también habrían proporcionado “ayudas sociales” mensuales a al-Qaeda, y parte del dinero habría ido a combatientes de grupos afiliados. Según el informe, “al-Qaeda está utilizando Afganistán como centro logístico para reclutar nuevos combatientes, y está reconstruyendo discretamente sus capacidades operativas externas”, en contradicción directa con los compromisos adquiridos por los talibanes con la comunidad internacional en 2021.
En Afganistán hay unos 400 yijadistas de al-Qaeda, mientras que 2000 son sus familiares y simpatizantes. Su presencia se concentra en grandes centros como Kabul, Kandahar y Helmand y, según el informe, también se están creando nuevos campos de entrenamiento, que ahora podrían atraer a aspirantes yijadistas de todo el mundo, incluido Brasil.
*Periodista italiana radicada en Brasil.
Fuente: Infobae.
Versión NMI.
1 Comment
Buen artículo, nos llama a la reflexión y a estar pendiente. No olvidemos lo vivido en Argentina con AMIA y la embajada hebrea .