La aniquilación del liderazgo de Hezbolá por parte de Israel está trasformando radicalmente el Medio Oriente
Kamran Bokhari*
Un día después de que Irán lanzara unos 200 misiles balísticos contra objetivos en todo el país, los funcionarios israelíes anunciaron el 2 de octubre planes para una importante represalia, potencialmente contra la producción de petróleo y las instalaciones nucleares iraníes. El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, advirtió de manera similar a Teherán de «graves consecuencias», mientras Washington dijo que apoyaría la respuesta de Israel. Por otra parte, Israel inició una ofensiva terrestre en el sur del Líbano para expulsar a los combatientes de Hezbolá hacia el norte del río Litani.
El bombardeo misilístico de Irán, el segundo contra Israel en seis meses, se produjo solo días después de que un ataque aéreo israelí en Beirut matara al jefe de Hezbolá, Hassan Nasrala. Al menos media docena de figuras de alto rango del grupo han muerto en ataques aéreos israelíes en poco más de una semana.
La aniquilación por parte de Israel del liderazgo y la capacidad de hacer guerra de Hezbolá ha allanado el camino para una alteración masiva del panorama geopolítico del Medio Oriente. Después de décadas de ofensiva, Irán ha sufrido un enorme revés en su estrategia para la región. Teherán no solo enfrenta un revés regional, sino que su posición en el país también es vulnerable dada su confrontación directa con Israel. Estos acontecimientos han creado una oportunidad histórica para que Estados Unidos, Turquía y, en menor medida, los Estados árabes reduzcan la influencia desproporcionada que Irán ha construido en las últimas cuatro décadas.
Mapa que enumera los proxies (representantes) de Irán en diversos países del Medio Oriente, muchos de los cuales no aparecen mencionados en los medios. Hezbolá ha sido hasta ahora el más fuerte y modelo para los demás
(Fuente: wilsoncenter.org)
Hezbolá nunca ha estado tan debilitado. Fundado a principios de los años 1980, el grupo se convirtió en la fuerza dominante del Líbano, más fuerte incluso que las fuerzas armadas libanesas. En 2000, obligó a Israel a retirarse del sur del Líbano después de una ocupación de 18 años. Seis años después reafirmó su destreza militar cuando luchó contra Israel hasta llegar a un punto muerto. Los logros del grupo fueron tan impresionantes que Irán lo convirtió en la base de su estrategia regional. Teherán modeló sus agentes armados en Iraq, Siria y Yemen según el modelo de Hezbolá, que se convirtió en el socio principal de Irán en el desarrollo de su red de agentes.
El daño a las capacidades militares del grupo y la destrucción de múltiples niveles de su liderazgo son, por lo tanto, golpes sistémicos a la esfera de influencia regional de Irán y a su seguridad nacional. Con Hezbolá amenazando el flanco norte de Israel, Irán pudo implementar una política exterior agresiva en el mundo árabe y avanzar en su programa nuclear sin mucha amenaza de un ataque israelí. Por esa razón, Israel determinó que la clave para contrarrestar su cerco estratégico por parte de los agentes iraníes era paralizar a Hezbolá. Una oportunidad para ejecutar sus planes surgió este último año, a raíz del ataque de Hamás del 7 de octubre. Mientras las fuerzas israelíes avanzaban por Gaza, decididas a aniquilar a Hamás, Irán coordinaba con sus aliados para drenar los recursos de Israel y, al mismo tiempo, mejorar la posición de Teherán. Mientras los hutíes, con base en Yemen, interrumpían el trasporte marítimo comercial con drones y misiles, Hezbolá lanzaba cohetes y artillería contra el norte de Israel.
Con Hezbolá amenazando el flanco norte de Israel, Irán pudo implementar una política exterior agresiva en el mundo árabe y avanzar en su programa nuclear sin mucha amenaza de un ataque israelí. Por esa razón, Israel determinó que la clave para contrarrestar su cerco estratégico por parte de los agentes iraníes era paralizar a Hezbolá
Con su operación en Gaza en marcha, el liderazgo israelí desplazó su atención al frente norte, acelerando sus ataques contra Hezbolá. Durante meses, Israel había ido eliminando cada vez más líderes de Hezbolá y a los comandantes militares iraníes, pero el punto de inflexión llegó el mes pasado, cuando detonó miles de buscapersonas y walkie-talkies utilizados por el grupo y eliminó a gran parte de su alto mando militar en ataques aéreos. La campaña israelí culminó con un ataque aéreo al búnker de mando de Hezbolá que mató al líder del grupo durante 32 años, Hassan Nasrala, bajo cuyo liderazgo Hezbolá se había convertido en la formidable fuerza que es hoy.
El 1º de octubre Israel lanzó una incursión terrestre en el sur del Líbano, declarando inicialmente su intención de expulsar a Hezbolá de la frontera. Sin embargo, probablemente debido a su éxito inicial, Israel amplió sus objetivos. Ahora quiere traducir las pérdidas militares de Hezbolá en un debilitamiento político, creando una oportunidad para que los oponentes de Hezbolá se rebelen y limiten el poder del grupo. Si Israel tiene éxito, podría significar el fin de la estrategia regional de Irán, pero también corre el riesgo de desencadenar una guerra civil en el Líbano, país que no es ajeno a los conflictos internos.
El debilitamiento de Hezbolá tiene importantes implicaciones para Siria. Desde 2011, Hezbolá e Irán han sido cruciales para apuntalar el régimen de Bashar al-Assad. Sin embargo, Assad ha mantenido su distancia del actual conflicto entre Israel y Hezbolá, centrándose en cambio en reparar sus lazos con los Estados árabes y Turquía. Reconoce su excesiva dependencia de Irán y Hezbolá, especialmente después de la guerra civil siria, y ve a Rusia, su otro aliado clave, debilitarse debido a la guerra en Ucrania. Assad tratará de manejar la situación en el Líbano con cuidado, para evitar que desestabilice su frágil régimen. Un Hezbolá e Irán debilitados podrían envalentonar a los grupos rebeldes sirios, amenaza que Assad quiere evitar. Mientras tanto, Turquía, históricamente frenada por la influencia iraní en Iraq y el Levante, probablemente tratará de expandir su influencia.
Irán es mucho más débil que Israel y tiene más que perder en un conflicto de ese tipo. Una de las principales preocupaciones de Teherán es que un conflicto pueda desestabilizar al país mientras el régimen se acerca a una transición histórica del liderazgo
La situación marca un duro revés para Irán, poniendo en peligro sus esfuerzos de cuatro décadas para construir una esfera de influencia desde Teherán hasta el Mediterráneo Oriental. Después de los acontecimientos de los últimos días, esa es la menor de las preocupaciones de Teherán. Irán se enfrenta ahora a la amenaza inminente y sin precedentes de ataques israelíes en su territorio, y a nuevas revelaciones sobre la debilidad del régimen. Son posibles múltiples rondas de ataques “ojo por ojo”, aunque la distancia entre Israel e Irán hace improbable una guerra directa sostenida. Irán es mucho más débil que Israel y tiene más que perder en un conflicto de ese tipo. Una de las principales preocupaciones de Teherán es que un conflicto pueda desestabilizar al país mientras el régimen se acerca a una transición histórica del liderazgo. Sin embargo, si la represalia de Israel es extensa, el conflicto podría extenderse al Golfo y potencialmente involucrar a Estados Unidos. Aunque la situación sigue siendo fluida, lo que es seguro es que Irán, después de unas cuatro décadas como potencia regional ascendente, ahora está en marcado declive.
*Especialista en seguridad nacional y política exterior del Instituto de Desarrollo Profesional de la Universidad de Ottawa, Canadá. Se ha desempeñado como coordinador de estudios de Asia Central en el Instituto de Servicio Exterior del Departamento de Estado de EEUU.
Fuente: Geopolitical Futures.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.