El “desastre” que los palestinos lamentan en esa fecha es que los países árabes que atacaron a Israel en 1948 no lograron destruirlo. Que la ONU conmemore el rechazo a una de sus resoluciones como un “desastre” es curioso, por decir lo menos
Shany Mor*
Hoy, la Asamblea General de las Naciones Unidas llevará a cabo un evento especial para el Día de la Nakba, incluyendo un «evento conmemorativo especial» en el Salón de la Asamblea General.
Acuñado por el intelectual sirio Constantine Zureiq, nakba —“desastre” en árabe— es la palabra utilizada para describir los eventos de 1948 que condujeron a la creación del Estado de Israel, y es sinónimo hoy en día de las percepciones de la crueldad israelí y la fractura de la sociedad palestina.
Sin embargo, la Nakba que Zureiq describía en su libro de 1948 El significado del desastre fue el fracaso de los árabes en derrotar a los judíos, algo muy diferente de la historia engañosa que proporciona el sitio web de la ONU. “Siete estados árabes declararon la guerra al sionismo, se detuvieron impotentes ante él y luego dieron media vuelta”, escribió Zureiq. En cuanto a los árabes palestinos desplazados, cabe destacar que su preocupación era que pudieran verse “obligados a regresar a sus hogares, a vivir allí bajo la sombra sionista”. Lamentaba que “la dispersión se haya convertido en el destino de los árabes y no de los judíos”.
Ya no es así como se usa la palabra Nakba. La derrota árabe ha sido reformulada como una tragedia palestina, el conflicto como un crimen histórico unilateral, y la guerra de supervivencia de los judíos como un esfuerzo colonialista de supremacía racial.
Voluntarios árabes para luchar contra el Estado judío aún por nacer, 1947
(Foto: Wikimedia Commons)
El difunto historiador alemán Wolfgang Schivelbusch explicaba cómo una derrota traumática puede reimaginarse como una gran victoria moral. El caso canónico fue la Confederación estadounidense, un acto de traición contra los Estados Unidos cometido para preservar y difundir la esclavitud de los estadounidenses negros, que se trasformó en la «causa perdida» de la herencia sureña contra el norte capitalista, rapaz y explotador.
La evolución política de la palabra Nakba en las décadas posteriores a 1948 es la historia de cómo una derrota se trasformó en una “injusticia”. El punto culminante de este proceso ocurrió 50 años después, en 1998, cuando la recién creada Autoridad Palestina convirtió la fecha más asociada con la Nakba, el 15 de mayo, en un día nacional oficial de conmemoración, que fue adoptado con entusiasmo por los partidarios pro-palestinos.
La trasmutación del intento fallido de los árabes para acabar con el Estado judío en su propia tragedia cósmica, junto con la adopción de esta contra-narrativa por parte de intelectuales y autodenominados humanitarios en Occidente, es notable en sí misma. Pero para la ONU, y específicamente para la Asamblea General, seguirle el juego es particularmente irónico por varias razones.
La guerra árabe contra Israel fue una guerra contra la histórica Resolución de la Asamblea General de la ONU (la número 181), que decidió la partición pacífica de la Palestina del Mandato Británico en un Estado árabe y otro judío. Que la propia Asamblea General esté marcando esa derrota como un “desastre” que debe lamentarse es curioso, por decir lo menos. También fue la primera violación importante del artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas, que prohibía el “uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado”. Cinco de los siete Estados árabes a los que se refiere Zureiq eran miembros de la ONU en ese momento.
Al luchar para evitar la partición, los ejércitos árabes también resistieron violentamente el primer esfuerzo notable de descolonización de la ONU. La resolución de partición, después de todo, ofrecía la posibilidad de crear estados-nación soberanos y autónomos en tierras desocupadas por una potencia imperial europea
Al violar la Carta de la ONU y tratar de impedir violentamente la implementación de la Resolución 181, la coalición árabe de 1948 también intentó bloquear el primer gran esfuerzo de la ONU para lograr la paz en un conflicto internacional. Además, al luchar para evitar la partición, los ejércitos árabes también resistieron violentamente el primer esfuerzo notable de descolonización de la ONU. La resolución de partición, después de todo, ofrecía la posibilidad de crear estados-nación soberanos y autónomos en tierras desocupadas por una potencia imperial europea.
La conmemoración de la ONU de hoy recuerda solo un aspecto de esa guerra, el desplazamiento masivo que causó, y solo el de uno de sus bandos. Y aquí también subyace otra ironía.
El desplazamiento por guerras no era inusual entonces, como tampoco lo es ahora. A finales de la década de 1940, decenas de millones fueron desplazados por conflictos bélicos, incluidos los alemanes derrotados y cientos de miles de judíos sobrevivientes del Holocausto en Europa Central, pero también hindúes y musulmanes tras la partición de la India. Ninguno, excepto los árabes palestinos, contó con toda una agencia de la ONU creada enteramente para ellos, dedicada a mantener su condición de refugiados en lugar de rehabilitarlos. Sin embargo, esto es precisamente lo que hace UNRWA.
La decisión de marcar el 15 de mayo como el Día de la Nakba muestra cuánto ha evolucionado la mitología de la derrota árabe de 1948, separadamente de la atención obsesiva a la causa palestina en la ONU. Después de todo, la ONU ya reserva otro día cada año para conmemorar la lucha palestina. En 1977, la Asamblea General proclamó el 29 de noviembre, fecha de la resolución de partición original en 1947, como Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, y sigue siendo uno de los eventos anuales más destacados de la organización.
Las dos fechas elegidas dicen mucho sobre la tragedia de la causa palestina. Aceptar la partición habría resultado en el primer Estado árabe en Palestina, hace 75 años. El rechazo árabe a la partición y las subsiguientes guerras contra Israel, y eventualmente en toda la región, fueron para los palestinos el verdadero desastre.
*Politólogo israelí.
Fuente: UnHerd (unherd.com).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.