Por Stella Bensicsu H.
6º grado, Talmud Torá Sinai
Las velas de Janucá son diferentes de las velas de Shabat, y les voy a explicar con este Jidush una de las explicaciones que da el Talmud.
Las velas de Shabat las enciende la mamá de la casa, y en caso de que ella no esté la enciende el papá. Los hijos en realidad no encienden velas de Shabat. En cambio, en las velas de Janucá los hijos participan en el encendido activamente ayudando a su papa a encenderlas.
¿Por qué hay esa diferencia entre las velas de Shabat y las de Janucá?
El Talmud nos da una explicación sobre eso: las velas de Shabat se encienden para cuidar la paz en la casa, la luz de esas velas es muy especial porque alegran los ojos y hacen que haya cariño en la casa y en especial entre los padres. Los hijos no deben encenderlas, porque sería como seguir otra línea, otra dirección diferente de la de los padres. En el hogar solo los padres deben encaminar y dirigir las ideas. Cuando los hijos encienden su luz y quieren tomar su camino, no solo no lograrán tener más luz en la casa, también pueden hacer que la paz se vaya del hogar.
Las velas de Janucá son diferentes. Ellas vienen a cumplir una misión muy importante: vienen a sacar la oscuridad de la calle, para que cuando todos pasen por las calles puedan llenarse de esa luz espiritual de la januquiyá.
¿Por qué los niños pueden y deben participar en el encendido? Es para que sientan la tristeza de lo qué pasó en la época de Janucá, de cómo fuimos oprimidos por los griegos y cómo unidos, aunque éramos poquitos, pudimos vencerlos. Los hijos si pueden participar, porque en momentos de pelea todos deben estar unidos, los adultos y también los jóvenes, para poder lograr lo que se propongan y tener paz con todos.
Los Macabim fueron vencedores porque ellos eran una familia unida que seguía las ideas de su papá Matitiahu y de sus antepasados, nunca se apartaron de la línea correcta de la Torá y por eso, aunque eran poquitos, vencieron gracias a su unión, la fortaleza de su neshamá y a la ayuda de Hashem principalmente.
¡Jánucá Saméaj!
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