E l agradecimiento es una cualidad maravillosa que eleva y purifica el corazón de la persona llevándola a niveles espirituales muy altos. Vemos también que en la plaga de los piojos fue Aharón y no Moshé quien golpeó la tierra. Esto se debe a que, cuando Moshé mató al egipcio, la tierra lo ayudó, escondiendo dentro de ella el cuerpo del egipcio. Por esta razón, Moshé Rabeinu no golpeó la tierra que lo había ayudado en un momento de necesidad, sino que le pidió a su hermano Aharón que lo hiciera en lugar de él (Shemot Rabá 10:7).
Encontré en un libro una pregunta respecto a por qué Moshé Rabeinu manifestó agradecimiento hacia el agua y la tierra pero no hacia el faraón, quien lo había criado en su propia casa haciéndolo un príncipe. Si la persona muestra agradecimiento hacia el reino mineral, mucho más debe ser agradecido con los seres humanos. Pero vemos que no solo Moshé no mostró agradecimiento hacia el faraón por todo lo que había hecho por él, sino que Moshé mismo fue el encargado de enviarle las plagas.
Podemos responder a esta pregunta a través de algo que me ocurrió en cierta ocasión, cuando se me acercó una persona y me dijo que debíamos agradecerle a Hitler (que su nombre y su recuerdo sean borrados de la faz de la Tierra), porque por su mérito se creó el Estado de Israel. Porque si Hitler no hubiera exterminado al pueblo judío, el mundo no habría sentido la necesidad de crear un Estado judío. Al oír esto me estremecí. ¿Cómo es posible llegar a sentir agradecimiento hacia quien asesinó a seis millones de judíos? Es tan ridículo como decir que tenemos que darle las gracias al malvado Hamán por haber querido destruir, asesinar y exterminar al pueblo de Israel, porque gracias a él hoy en día podemos celebrar la festividad de Purim con todas las mitzvot que esto comprende.
Obviamente, esto es algo imposible de concebir. Podemos afirmar que Moshé no le agradeció al faraón por los años que creció en su casa debido a que el faraón era un enemigo del pueblo judío, que se dedicó a provocarle sufrimientos y que puede ser definido como un malvado absoluto, incluso si con el pequeño Moshé se comportó con misericordia y bondad.
Pero este es un ejemplo de aquello de que “La bondad de los pueblos se considera un pecado” (Mishlei 14:34), y por ello no es necesario ser agradecidos con ellos sino que, incluso, hay que castigarlos doblemente por todo el sufrimiento y el mal que le provocaron al pueblo de Israel.
Además, cuando alguien muestra agradecimiento a una persona malvada está manifestando que está de acuerdo con sus fuerzas y sus actos, y se vuelve socio en esa impureza. Por esta razón, si Moshé hubiera manifestado valoración por los actos del faraón, habría sido como estar de acuerdo con sus malos actos, alentándolo a que siguiera pecando.
Lo que aprendemos de esta parashá es la importancia de ser agradecidos porque esta cualidad purifica el corazón de la persona y la lleva a elevarse en su servicio a Dios. Cuando la persona se siente agradecida hacia el prójimo, finalmente también llega a sentir agradecimiento hacia Dios.
Todos nosotros somos llamados yehudim y nos despertamos en las mañanas diciendo El Mode Ani. Yehudí es una palabra proveniente de Yehuda, que posee las mismas letras que el nombre de Hashem, más una dalet (cuyo valor es 4 y denota la pureza que se adquiere en la cuarta capa que es noga). Además, el nombre de Yehuda y yehudí provienen del verbo lehodot, que significa agradecer, dar gracias.
Para ser judío yehudi debemos estar agradecidos con Dios y con nuestros semejantes, sino el ser judío quedará en duda, ya que es algo inherente al alma y los genes.
¡Baruj Hashem Leolam, Amén Veamén!