L a genealogía se ha convertido en un tema de gran interés para numerosas personas del mundo entero, quienes desean conocer la historia y el origen de sus antepasados.

En el caso particular de la genealogía judía, debido a las numerosas migraciones que vivieron nuestras familias, se hace a veces muy complicado encontrar los datos exactos para poder completar un árbol genealógico familiar.

La primera fuente que se debe consultar son los propios familiares: los padres, abuelos o tíos, si viven, pueden contarnos gran parte de su historia familiar, y muchas veces, si uno no los interroga, no suministran estas informaciones voluntariamente. También pueden tener fotos que nos permitan reconocer a los miembros de la familia; adicionalmente, es importante averiguar dónde fallecieron y se encuentran enterrados estos antepasados.

Hoy en día, los cementerios se han convertido en una gran fuente de información, ya que muchas veces en las lápidas de las tumbas -si están en buen estado- aparecen las fechas y lugares de nacimiento y muerte, así como los nombres de los ascendientes y descendientes.

En la actualidad son cada vez más numerosas las familias que realizan viajes con sus hijos y nietos para conocer los lugares donde vivieron sus abuelos, y en muchos casos para encontrar en los registros civiles fuentes de información sobre certificados de nacimiento, matrimonio, fallecimientos y otros.

La genealogía permite ampliar nuestros conocimientos de historia y geografía universal. Por ejemplo, la ciudad de Chernowitz perteneció al imperio austrohúngaro y el idioma que se hablaba era el alemán. En el año 1918 aproximadamente, después de la Primera Guerra Mundial, pasó a ser parte de Rumania, y por supuesto el idioma fue el rumano; hoy en día es de Ucrania. Y así como esta ciudad, muchísimas otras de Europa Oriental sufrieron grandes cambios que al estudiarlos permiten aprender mucho sobre historia.