El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) fracasó en sus responsabilidades más básicas hacia las más de 250 víctimas de secuestro de unas 20 naciones que fueron tomadas como rehenes durante el bárbaro ataque de Hamás
Alan Baker*
Los Estatutos fundacionales de 1986 del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y el Movimiento de la Media Luna Roja proclaman:
“El Comité Internacional de la Cruz Roja y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja constituyen juntos un movimiento humanitario mundial, cuya misión es prevenir y aliviar el sufrimiento humano dondequiera que se encuentre, proteger la vida y la salud y asegurar el respeto por el ser humano, en particular en tiempos de conflicto armado y otras emergencias”. (1)
En lo que respecta a la imparcialidad y la neutralidad, los Estatutos establecen:
Imparcialidad: No hará discriminación alguna por nacionalidad, raza, creencias religiosas, clase u opiniones políticas. Se esforzará por aliviar el sufrimiento de las personas, guiado únicamente por sus necesidades, y dará prioridad a los casos más urgentes de sufrimiento.
Neutralidad: Para seguir gozando de la confianza de todos, el Movimiento no debe tomar partido en las hostilidades ni participar en controversias de naturaleza política, racial, religiosa o ideológica.
Específicamente, los Estatutos exigen que el CICR:
“Se esfuerce en todo momento, como una institución neutral cuya labor humanitaria se lleva a cabo especialmente en tiempos de conflictos armados internacionales y otros conflictos internos, para asegurar la protección y asistencia de las víctimas militares y civiles de tales eventos y sus resultados directos”. (2)
Ultraje más que simbólico: un terrorista de Hamás parado encima de un vehículo de la Cruz Roja Internacional utilizado durante la entrega de tres rehenes israelíes, el pasado 19 de enero
(captura de pantalla)
Siendo una organización cuyo único propósito reconocido y misión es ayudar a las víctimas de guerras y violaciones de derechos humanos, es evidente y obvio que el CICR ha fallado completamente en su misión, como queda reflejado en su mal manejo de la crisis de los rehenes israelíes.
El fracaso absoluto del CICR en sus responsabilidades más básicas hacia las más de 250 víctimas de secuestro de unas 20 naciones tomadas como rehenes durante la invasión, asesinato masivo y violaciones de la organización terrorista Hamás respaldada por Irán, es trágico por sí mismo. Incluso hay peores repercusiones: los argumentos del CICR para justificar su mala actuación, cómo pudo haber sucedido y la evidente falta de capacidad, voluntad, seriedad, y quizá incluso voluntaria y deliberada apatía, negligencia y laxitud por parte del personal del CICR.
Este histórico abandono no se limita al CICR y su personal. La responsabilidad moral y legal recae principalmente sobre el gobierno suizo, bajo cuyo patrocinio funciona el CICR, junto con los Estados parte de las Convenciones de Ginebra que financian su existencia y están en posición de monitorear, dirigir e influir en el funcionamiento del CICR.
No podemos dejar de preguntarnos ¿dónde ha estado el gobierno suizo, con su estatus internacional único, en el contexto de la situación de los rehenes israelíes? ¿Por qué no aprovecharon su renombrada reputación y estatus internacional —tal vez la destacada capacidad y reputación internacional de Suiza— para presionar a aquellos elementos que influyen en la organización terrorista Hamás, principalmente a Catar, Egipto, la ONU y otros elementos árabes, para que las víctimas israelíes del terrorismo y el secuestro recibieran un trato humano?
¿Cómo puede el Comité Internacional de la Cruz Roja permitir que sus representantes, su estatus, dignidad y presencia sean manipulados para participar en falsas «ceremonias de liberación», sentándose junto a líderes terroristas armados y enmascarados, firmando «certificados de liberación» falsos e intercambiando apretones de manos?
Esto es especialmente evidente a la luz de las declaraciones de la presidenta de la Confederación Suiza, Karin Keller-Sutter, en su discurso del 10 de febrero de 2025 durante la ceremonia del Día del Recuerdo del Holocausto. Allí, Keller-Sutter enfatizó la crucial importancia del recuerdo y las lecciones del Holocausto y su correspondiente colapso civilizacional total, especialmente ahora que el antisemitismo está resurgiendo en Suiza, en algunos casos de manera abierta. Ella señaló:
“No se puede tolerar que los judíos sean intimidados, discriminados o amenazados. Nuestros valores democráticos de tolerancia, respeto mutuo y convivencia no son compatibles con signos de odio basados en la raza, la etnia, la religión o la orientación sexual”. (3)
¿Cómo es concebible que el gobierno suizo y el CICR hayan permanecido inactivos durante más de 16 meses, mientras eran abiertamente manipulados y utilizados por la organización terrorista Hamás? Han aceptado pasivamente la negativa de Hamás a permitir la trasferencia de medicamentos, visitas médicas y humanitarias a los enfermos y heridos, así como a todos los rehenes retenidos ilegalmente, y a permitir un trato humano y respetuoso a los muertos, todo ello sin asumir la vital acción internacional que les corresponde dada su singular posición mundial.
Dada la imparcialidad y neutralidad constitucionalmente celebrada del CICR, desafía toda lógica y claridad moral que el CICR pueda tolerar imágenes de terroristas armados y enmascarados sentados y parados sobre vehículos del CICR que muestran el emblema y la bandera de la Cruz Roja, mientras tales vehículos trasportan a rehenes israelíes torturados, sufriendo y enfermos.
De la misma manera, ¿cómo puede el CICR permitir que sus representantes, su estatus, dignidad y presencia sean manipulados para participar en falsas «ceremonias de liberación», sentándose junto a líderes terroristas armados y enmascarados, firmando «certificados de liberación» e intercambiando apretones de manos?
¿Dónde están la dignidad del CICR, del Movimiento de la Cruz Roja, del emblema de la Cruz Roja y de la bandera de la Cruz Roja?
El fracaso de los suizos y del CICR en garantizar la provisión de socorro humanitario a los rehenes israelíes no es solo inolvidable. Es imperdonable.
Toda la credibilidad del CICR como organización humanitaria está destrozada. No podrá recuperarse de esto
La enormidad de esta falta intolerable e injustificable, de este fracaso total por parte de Suiza y el CICR, realmente no puede explicarse en términos de incapacidad o ineptitud. Nos plantea la obvia pregunta de cómo pudo suceder. Esta enorme falta de acción genuina, seria y sincera por parte de Suiza y el CICR no solo es flagrante en su magnitud, sino que desafía toda lógica.
Además, y no menos importante, no puede sino llevar a la implicación y suposición de que tal inacción ha constituido y continúa constituyendo más que una mera negligencia o un error no intencionado. Plantea la pregunta de si esto emana de un motivo siniestro y ulterior, algo que trágicamente, en un contexto histórico, nos parece demasiado familiar.
El fracaso de los suizos y del CICR en garantizar la provisión de socorro humanitario a los rehenes israelíes no es solo inolvidable. Es imperdonable.
Toda la credibilidad del CICR como organización humanitaria está destrozada. No podrá recuperarse de esto.
La reputación de Suiza como bastión mundial de la rectitud moral y la dignidad está completamente socavada y arruinada. Suiza ya no puede argumentar ningún elemento de superioridad moral internacional. Ha perdido la poca estatura que podría haber tenido.
*Exasesor legal del Ministerio de Relaciones Exteriores y exembajador de Israel en Canadá. Participó en la negociación y redacción de todos los acuerdos de paz de Israel con sus vecinos, y actualmente dirige el Programa de Derecho Internacional del Centro de Asuntos Públicos de Jerusalén.
El artículo original fue publicado por The Jerusalem Center for Security and Foreign Affairs.
Fuente: Aish Latino (aishlatino.com).
Versión NMI.
REFERENCIAS