¿Puede el país luchar en dos frentes?
Las pancartas rojas que cuelgan de los puentes sobre las principales carreteras que conducen al norte de Israel contienen una palabra: «Abandonado». Es un término que se repite en casi todas las conversaciones con los pocos residentes que quedan en las ciudades y pueblos casi desiertos cerca de la frontera, que han estado bajo fuego durante ocho meses por parte de Hezbolá, el movimiento respaldado por Irán que controla el Líbano. También es una acusación dirigida al gobierno de Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, quien no ha logrado encontrar una solución al incesante bombardeo de misiles y drones explosivos que Hezbolá comenzó a disparar el 8 de octubre, el día después de que Hamás lanzara su ataque sorpresa a las comunidades del sur de Israel. Hassan Nasrala, líder de Hezbolá, prometió recientemente continuar con los ataques, insistiendo en que su grupo está actuando como un “frente de apoyo” para Hamás.
«Somos como patos en el campo de tiro de Nasrala», dice Gidi Sayada, un enólogo de Safsufa, pueblo que no ha sido evacuado. «Mis hijas han estado durmiendo en la habitación segura de nuestra casa durante los últimos ocho meses». Esta guerra no declarada en el norte se ha apegado en gran medida a un conjunto de reglas no escritas. Hezbolá ha bombardeado principalmente objetivos cercanos a la frontera y bases militares; Israel ha respondido con ataques selectivos contra agentes de Hezbolá, en algunos casos en lo más profundo del Líbano.
Aunque ninguna de las partes ha utilizado nada que se acerque a su arsenal completo, el fuego trasfronterizo ha aumentado desde mediados de mayo y la semana pasada alcanzó su nivel más intenso desde el inicio de la guerra. Utilizando datos de un sistema satelital de la NASA y un algoritmo de aprendizaje automático para rastrear incendios relacionados con la guerra, The Economist ha podido contar el número de ataques que ocurren a ambos lados de la frontera. En la semana que terminó el 16 de junio hubo 640 ataques de este tipo, 254 de ellos solo el 13 de junio. Los misiles y aviones teledirigidos apuntan ahora a una zona más amplia de Israel, incluida la ciudad de Safed, que no ha sido evacuada y donde Hezbolá ha intentado atacar instalaciones militares, incluyendo el Comando Norte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Incendio causado por un misil de Hezbolá cerca de Safed. Es uno de los lugares más lejanos a la frontera que ha sido bombardeado por el grupo terrorista satélite de Irán
(Foto: Anadolu)
Aunque una cierta calma ha regresado nuevamente en los últimos días, tal vez debido al inicio de Eid al-Adha, una festividad musulmana, los combates han trastornado vidas tanto en el Líbano como en Israel. En los primeros días de la guerra, Israel evacuó a los civiles que vivían a menos de 2 kilómetros de la frontera; unas 60.000 personas aún no han regresado a sus hogares. Entre los pocos que quedan hay un puñado de agricultores que se quedaron para trabajar sus campos y cuidar el ganado. En Kiriat Shmoná, la ciudad fronteriza más grande y que anteriormente albergaba a aproximadamente 22.000 personas, sólo quedan unas 3000, en su mayoría jubilados. Al otro lado de la frontera, en el sur del Líbano, más de 90.000 personas también han huido de sus hogares.
En términos numéricos Israel ha causado más daño a Hezbolá, abatiendo a más de 300 de sus militantes durante este período, mientras que 28 personas han sido asesinadas en Israel. El 12 de junio, un ataque aéreo israelí acabó con Taleb Sami Abdala, alto miembro de Hezbolá que estaba al mando de sus fuerzas en el sur del Líbano. Pero estos ataques han hecho poco para aliviar la desesperación entre los israelíes que viven en el norte.
Los continuos bombardeos y evacuaciones de civiles en Israel están dando lugar a crecientes llamados al gobierno de Netanyahu para que actúe con más fuerza contra Hezbolá. “Ahora mismo es un infierno, así que bien podríamos tener una guerra total con el Líbano”, dice Danielle Levy, policía voluntaria exhausta, residente en Safed.
Este es un sentimiento ampliamente escuchado en la región. La presión política sobre Netanyahu es particularmente intensa, porque muchos de los civiles más afectados se encuentran entre sus principales partidarios. En Kiriat Shmoná tres cuartas partes del electorado votaron por el Likud, el partido de Netanyahu, o sus aliados en las últimas elecciones, pero ahora es imposible escuchar una buena palabra sobre el primer ministro. «Estamos totalmente abandonados, y el gobierno es un montón de monigotes», dice Shimon Maimón, un pintor jubilado. «He votado al Likud toda mi vida, pero no entiendo por qué Netanyahu no está haciendo nada».
El primer ministro también está bajo presión de sus socios de la coalición de extrema derecha para que intensifique la situación. Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas y líder del partido nacionalista Sionismo Religioso, ha exigido que Israel “ocupe el sur del Líbano” si Hezbolá continúa disparando. Por ahora, sin embargo, los líderes de ambos lados de la frontera no están dispuestos a permitir que el conflicto se convierta en una guerra total.
Aun así, con la reducción de los combates en Gaza, algunas unidades de las FDI han sido redesplegadas hacia el norte, donde se están preparando para una ofensiva terrestre contra Hezbolá. En tal escenario, Israel buscaría ocupar una “zona de seguridad” que dejaría a las comunidades del norte fuera del alcance de algunos de los misiles de Hezbolá. Pero es casi seguro que una incursión terrestre desencadenaría una respuesta más feroz de Hezbolá, que probablemente lanzaría misiles de largo alcance capaces de alcanzar objetivos en las profundidades de Israel. Para evitar esto, las FDI necesitarían llevar a cabo ataques preventivos contra los lanzadores de misiles y los cuarteles generales de Hezbolá, muchos de los cuales están basados en zonas civiles. En una guerra de este tipo es seguro que se producirán numerosas bajas civiles, tanto en el Líbano como en Israel.
Los aliados estadounidenses de Israel han estado instándolo a suspender el fuego. Amos Hochstein, alto asesor del presidente Joe Biden, ha viajado de un lado a otro de la región en un intento de lograr un alto el fuego entre Israel y Hezbolá. Netanyahu parece abierto a esta idea, aunque está menos interesado en detener los combates en Gaza. En una declaración desafiante del 15 de junio dijo que “no hay alternativa a la victoria”, y que Israel debe seguir luchando contra Hamás.
Los generales israelíes insisten en que, si es necesario, las FDI pueden luchar en dos frentes. Pero admiten que hacerlo exigiría mucho al ejército, que depende de cientos de miles de reservistas, muchos de los cuales ya han pasado largos meses luchando en Gaza
Los generales israelíes insisten en que, si es necesario, las FDI pueden luchar en dos frentes. Pero admiten que hacerlo exigiría mucho al ejército, que depende de cientos de miles de reservistas, muchos de los cuales ya han pasado largos meses luchando en Gaza. “Para apoderarnos del sur del Líbano necesitaremos muchas más tropas, pero mientras tanto la mayoría de las unidades están en Gaza o sus alrededores”, dice un comandante de la reserva que ha participado en ejercicios de preparación para tal operación. «Los planes parecen incompletos».
Las FDI quisieran detener la guerra contra Hamás, preferiblemente mediante un alto el fuego que también aseguraría la liberación de los 120 rehenes israelíes que aún se encuentran en Gaza. Pero una tregua en Gaza probablemente motivaría a Hezbolá a dejar de disparar. Eso dejaría a los líderes de Israel con el dilema de si iniciar una nueva guerra para expulsar al grupo de la frontera, o permitirle permanecer en posición de amenazar a las comunidades israelíes. En 2006, después de una guerra anterior entre Israel y Hezbolá, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 1701, que ordenó a la milicia retirar sus armas y combatientes del sur del Líbano.
El consenso dentro del establishment de seguridad de Israel es que la guerra con Hezbolá es inevitable. Pero cada vez más la opinión entre los generales es que no debería ocurrir pronto. El mayor general Yitzhak Gershon, quien recientemente sirvió como segundo al mando del frente norte, publicó un artículo el 13 de junio diciendo que aunque estuvo a favor de atacar a Hezbolá inmediatamente el 7 de octubre, desde entonces ha cambiado de opinión.
«Israel debería encaminarse hacia un acuerdo diplomático, no hacia la guerra, en este momento», escribió, añadiendo que su estrategia durante los últimos ocho meses ha equivalido a “una carrera loca con la cabeza contra la pared». El país, argumentó, necesita un alto el fuego tanto en Gaza como en el Líbano para hacer balance, elegir un nuevo gobierno y reagruparse. «Después de lo que pasó con Hamás el 7 de octubre, hemos aprendido que no podemos permitir que nuestros enemigos tengan capacidades destructivas en nuestras fronteras», dice un veterano analista de inteligencia. “Pero debemos elegir el momento [de cualquier guerra] y no dejarnos arrastrar a ella por Nasrala”.
Fuente: The Economist.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.