Trabajo realizado por los alumnos de segundo año del Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik” con la morá Myriam Obermeister, en las cátedras de Historia Universal e Historia Hebrea
1. La historia de los Macabim
Después de que Alejandro Magno conquistó Judea (hoy Israel) en el año 332 a.e.c., los griegos comenzaron a gobernar allí. En ese momento se otorgó a los judíos el derecho de vivir según sus costumbres y tradiciones y se les dio autonomía nacional. Sin embargo, la influencia del helenismo sobre el pensamiento judío fue muy fuerte, ya que con su conquista ocurrió una transferencia cultural muy fuerte en todas las áreas como en la filosofía, la literatura y el arte, el deporte, las ciencias marciales, la construcción y el diseño, entre muchas otras. Podemos decir que los pueblos dominados trataban de imitar la cultura de sus mandatarios y parte de ellos se asimilaron totalmente y desaparecieron.
En el caso de los judíos, entre ellos hubo un grupo que apoyaba la cultura griega, hablaban griego y adoptaron las costumbres griegas (judíos helenizantes); pero la mayoría del pueblo permaneció fiel a la religión y a la tradición judía y no adoptó la cultura griega. De las filas del pueblo se levantó un grupo de personas (que se hacían llamar jasidim), que tenían como su principal misión el cuidado de los valores nacionales y religiosos del pueblo judío y que se opusieron a la imposición de la cultura helenista, dado que ello aniquilaba a la cultura judía.
El tiempo fue pasando y llegó al poder en el año 175 a.e.c. Antíoco IV, mejor conocido como Antíoco IV Epifanes, quien se veía a sí mismo como representante de la cultura griega y quería promoverla en todos los dominios del imperio. Antíoco IV pretendió unificar su reino subyugando a todos los habitantes de sus dominios y particularmente a los judíos.
Maqueta del Segundo Templo de Jerusalén
Este rey quería convertir a Jerusalén en una ciudad griega, y en el año 167 a.e.c. emitió un decreto drástico que exigía «que todos constituyeran un solo pueblo y abandonaran sus leyes particulares». Era un edicto que apuntaba exclusivamente contra los judíos, puesto que los demás pueblos no tenían ningún inconveniente en aceptar la cultura de los griegos o adorar a sus dioses. Este edicto contenía:
Es decir, se pasó de la tolerancia, autonomía y respeto por las leyes, costumbres e instituciones judías, a la intolerancia y la violación de todos los derechos.
Sin embargo, el pueblo judío mantuvo su fe y practicaba en secreto su religión. Antíoco empezó a perseguir a aquellos judíos que no estaban dispuestos a dejar su religión, y además invadió y profano el Beit Hamikdash (Templo), lugar más sagrado para los judíos, colocando estatuas de dioses griegos con la intención de que los judíos los alabaran y adoraran.
Los griegos en realidad no restringieron la libertad física del pueblo de Israel, lo que ellos querían era someterlo espiritualmente. Aquí aparecen los macabim. Matityahu, de la familia de los Hasmoneos, quien había sido sacerdote del Beit Hamikdash, huyó junto con sus cinco hijos (Yehudá, Yonatán, Simeón, Eleazar y Yojanán) a la ciudad de Modiín. Ellos, los macabim, comenzaron una revuelta y se alzaron en contra de los soldados. Se puede decir que este alzamiento salvó la fe y al pueblo judío. Cada vez se les unió más gente del pueblo, y empezaron su lucha. Se dice que él y sus cinco hijos desafiaron a los soldados griegos, destruyendo los ídolos y enfrentando las tropas enemigas bajo el lema bíblico grabado en sus escudos: Mi kamoja Baelim Ado-nai, “Quién como Tú entre los dioses, nuestro Señor”, cuyo acróstico es el bien conocido como MaCaBi.
Al fallecer Matityahu su lugar lo tomó su hijo Yehudá, quien, según instrucciones de su padre, debería seguir combatiendo al enemigo. Fue la primera vez que un pueblo se alzaba en armas para defender su libertad religiosa. Esta lucha no se trató de poder porque Judea se encontraba sometida por los griegos, sino de una lucha para defender su cultura, sus valores espirituales y sus tradiciones.
En el año 165 a.e.c. los macabim lograron penetrar en la ciudad de Jerusalén, retomar el control del Beit Hamikdash que había estado en manos de los griegos y purificarlo nuevamente. Es en este momento que ocurre el milagro que año a año recordamos en Janucá.
A pesar de esto, las luchas continuaron, y lamentablemente los hermanos fueron falleciendo uno a uno en batalla. Solo quedó al final Shimón, quien fue designado «sumo sacerdote, jefe del ejército y príncipe de la nación». Shimón fue el primer príncipe de Judea, y así comenzó la dinastía de los Hasmonaim.
2. La festividad de Janucá
Janucá significa en hebreo dedicación, consagración, y conmemora la restauración del Beit Hamikdash al servicio de Hashem en el año 165 a.e.c., después de que un pequeño grupo de soldados judíos liderados por los macabim derrotó al enorme ejército del rey Antíoco IV Epifanes y logró retomar el control del Templo que había sido profanado con prácticas e imágenes paganas. Esto ocurrió en la fecha 25 de Kislev. Es por esto que los 25 de Kislev de cada año celebramos la festividad de Janucá, conmemorando en familia un gran acto de fe, la lucha del pueblo judío por su fe y su existencia, y lo hacemos durante 8 días para conmemorar el milagro del aceite.
Cuando los macabeos lograron retomar el control del Templo encontraron solamente un frasco deaceite (jarrita) que estaba intacto e inviolado con el sello del Cohén Hagadol, pues todos los demás habían sido impurificados. Este frasco contenía aceite suficiente para prender el candelabro, la Menorá del Templo, solamente durante un día. Pero entonces ocurrió el milagro, y la Menorá se mantuvo encendida durante 8 días; por eso nosotros celebramos Janucá por 8 días.
Monedas Hasmoneas
3. Iluminismo judío versus iluminismo griego
Cuando estudiamos la historia de los macabim y celebramos año a año la festividad de Janucá, conmemoramos la histórica victoria luego de la rebelión de tres años contra los griegos que intentaron restringir a nuestro pueblo en las prácticas y valores de nuestra religión. Hablamos de una lucha armada de pocos contra muchos, de débiles contra poderosos con el objeto único de preservar la identidad judía.
Si bien los griegos hicieron continuos intentos para forzar a los judíos a abandonar su fe y adoptar las ideas y costumbres helénicas, y que muchos judíos aceptaron la sabiduría griega porque consideraban que las costumbres judías eran primitivas, lucharon y se resistieron para conservar y proteger su luz, la luz del judaísmo, la luz de su fe y de su esencia para que esta no se perdiera. Fue gracias a la presencia del liderazgo judío que luchó para combatir en este caso la influencia externa, que logramos la subsistencia y el mantenimiento de la identidad de nuestro pueblo.
4. Costumbres de la festividad de Janucá
El cumplimiento más importante de Janucá consiste en el encendido
de las velas de la januquiyá. Las luces de Janucá se encienden tan pronto como sea posible después de la caída de la noche, es decir, inmediatamente después de la salida de las estrellas. En caso de no haber podido prender las velas en ese momento, se puede hacer durante el resto de la noche, siempre y cuando los miembros de la casa todavía estén despiertos. Es muy importante que las luces permanezcan encendidas como mínimo durante media hora.
En la primera noche se prende solamente la primera vela. Si uno se pone frente a la januquiyá, es la ubicada a la derecha. La segunda noche, se encienden dos velas, y así sucesivamente hasta la octava noche, en la que se encienden todas las luces. Aunque las velas adicionales de cada noche se agregan hacia la izquierda, el encendido en sí tiene lugar de izquierda a derecha.
Mientras se sostiene el shamash o la “vela de servicio», que es la luz que se enciende de primera y con ella se prenden el resto de las velas, se recitan las siguientes dos bendiciones:
1) Baruj atá, Adonai, Eloheinu, mélej haolam, asher kidshanu bemitzvotav
vetzivanu lehadlik ner shel Janucá.
“Bendito eres Tú, Señor, nuestro D-os, Rey del Mundo, que nos has santificado con Tus preceptos y nos has ordenado encender la luminarias de Janucá”.
Trabajo de Maia Estrin Benhayon, de 1er grado «B» del Colegio Moral y Luces «Herzl-Bialik», que obtuvo el primer lugar en el 10º Concurso Artístico de Janucá
2) Baruj atá, Adonai, Eloheinu, mélej haolam, sheasá nisím laavoteinu
bayamím hahém bazemán hazé.
“Bendito eres Tú, Señor, nuestro D-os, Rey del Mundo, que hiciste milagros a nuestros antepasados en aquellos días, en este aniversario”.
Solamente en la primera noche se agrega una tercera bendición, la de Shehejeyanu: Baruj Atá A-do-nai E-lo-heinu Melej Haolam shehejeianu vekiemánu vehiguianu lizman hazé.
“Bendito eres Tú, D-os nuestro Señor, Rey del Universo, Quien nos otorgó vida, nos sustentó y nos hizo llegar hasta la presente ocasión”.
El shamash no forma parte de las velas de Janucá. Puede colocarse en un nivel más alto o en un nivel más bajo, pero nunca debe colocarse al mismo nivel. Muchas veces incluso se coloca un poquito separado de las otras velas.
Luego del encendido y las berajot se pronuncia la oración de Hanerot Halalu, y se canta el popular himno de Janucá, Maoz Tzur y otras canciones de Janucá como Sevivon sov sov sov (Nes gadol aia sham) y Al hanisim.
Durante los ocho días de Janucá se recita Halel, y en la Sinagoga también es costumbre mientras dure la festividad leer una sección especial de la Torá.
Las luces de la januquiyá no pueden ser utilizadas para ningún propósito utilitario, es decir, no se puede obtener ningún provecho de ellas, y mientras permanezcan encendidas tampoco pueden ser trasportadas de un lugar a otro.
La januquiyá debe colocarse con preferencia cerca de una ventana, de modo que pueda verse desde afuera la luz que irradia, testimoniando públicamente el milagro de Janucá.
Los días viernes, la januquiyá debe encenderse antes de las velas de Shabat aunque todavía no haya caído la noche. En cambio, el sábado por la noche la januquiyá se enciende luego de la Havdalá.
La mejor manera de cumplir con la mitzvá de encender las luces de Janucá es utilizando aceite puro de oliva (kasher) y mechas de algodón, ya que esto evoca a la Menorá del Beit Hamikdash que se encendía con aceite de oliva. Sin embargo, se pueden utilizar otros tipos de aceites (kasher) y mechas, siempre que la luz de la llama sea uniforme y no titile. De igual modo, se pueden utilizar velas comunes.
Durante esta festividad también se acostumbra a comer platos que estén fritos en aceite, tales como levivot (tortitas fritas de papa rallada) y sufganiot (bombas dulces fritas y rellenas con mermelada de frutas, chocolate, crema pastelera u otro dulce).
Durante estos días los niños acostumbran a jugar con el sevivón, que lleva inscritas las letras hebreas nun, guimel, hei y shin, iniciales de las palabras nes gadol hayá sham (“un gran milagro ocurrió allí”). En Israel, la letra shin (de sham, allí) se reemplaza por la pei, inicial de la palabra po (“aquí”).
Los niños juegan con el sevivón durante en Janucá, ya que este juego nos recuerda cuando los griegos perseguían a los judíos y no los dejaban rezar y estudiar la Torá; entonces se creó ese juego para distraerlos y que no se dieran cuenta de que los adultos estaban rezando y estudiando.
También algunos padres acostumbran dar regalos a sus hijos en Janucá, aunque varía la costumbre de familia en familia; dar regalos no es algo obligatorio de la festividad. Por otro lado, algunos padres acostumbran dar a sus niños dinero (Janucá guelt) con el objeto de reforzarlos positivamente por su buena conducta y éxito en los estudios.
A diferencia de otras festividades, en Janucá sí está permitido trabajar; cada quien es libre de realizar su trabajo diario. Muchos rabinos acostumbran viajar a comunidades judías lejanas, en pueblos y aldeas, para enseñarles Torá y fortalecer su fe en Hashem.
Información tomada y adaptada de:
1. Kitov, E. (2001). Nosotros en el tiempo. Argentina: Editorial Lubavitch Sudamericana.
2. Vainstein, Y. (1980). El ciclo del año judío. Jerusalén, Israel: Organización Sionista Mundial.
3. Halevi, H. (1972). El ser judío. Jerusalén, Israel: Organización Sionista Mundial.
4. Cohen I. (2001). Judaísmo en el hogar. Venezuela.
Véase también: