E l movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS, por sus siglas en inglés) es el esfuerzo más prominente hoy para deslegitimar al Estado de Israel. En los últimos meses, el BDS ha perdido cierta fuerza, ya que se vincula a socios extremistas, a menudo antisemitas, y también porque algunos grupos académicos y de iglesias reconocen que tales boicots políticos son un anatema para el discurso académico y la paz.
El BDS de hoy en día, sin embargo, es impulsado por los odios y obsesiones que promueve el mundo académico de la comunidad de los estudios sobre Medio Oriente pos-Edward Said. En la Universidad de Columbia, Brandeis y muchas otras universidades élite, el sionismo se considera el pecado original y los estudiantes que apoyan a Israel como un Estado judío se enfrentan cada vez más al ostracismo. Mientras que los afroamericanos y los judíos encontraron una causa común y mantuvieron una alianza de facto en el congreso, los activistas progresistas ahora citan la idea de “interseccionalidad” para exigir lealtad ciega a una colección de movimientos sin importar cuán iliberales sean algunas causas, como el nacionalismo palestino que rechaza constantemente el derecho de autodeterminación judío.
Debido a que las universidades y las clases universitarias a menudo hacen hincapié en los esquemas políticos ideológicos al abordar la historia, demasiados activistas progresistas imaginan que cuando apoyan a BDS y agitan contra Israel, están librando una batalla anticolonialista contra las fuerzas del imperialismo. En efecto, ven la fuerza y el poder como pecado, y no pueden comprender que han invertido a David y a Goliat; que los nacionalistas palestinos se han prostituido para convertirse en proxies de Irán, Turquía y varios regímenes árabes. Israel, Estados Unidos y la CIA son por definición malos, mientras que la Organización para la Liberación de Palestina y los grupos de mentalidad similar o incluso más radicales son buenos.
Lo irónico es que muy pocos defensores de BDS reconocen que cultivan las semillas plantadas por los arabistas de la CIA hace medio siglo. Según la Agencia Judía (JTA), el 20 de febrero de 1967 “los congresistas William Fitts Ryan y Benjamin Rosenthal, ambos demócratas de Nueva York, condenaron el apoyo a una organización anti-Israel por parte de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA). Los congresistas citaron informes autorizados en el sentido de que la CIA ha financiado a los Amigos Americanos del Medio Oriente (AFME), un frente de propaganda pro-árabe, anti-Israel. Ellos pidieron una investigación al presidente Johnson”.
Ryan y Rosenthal dijeron que “la CIA socava la política de amistad de la administración hacia Israel al financiar en secreto la AFME”. Citaron los ataques de AFME contra Israel y la propaganda emitida por Elmo Hutchison, ex director de AFME en Oriente Medio. Señalaron que la AFME ayudaba a financiar y guiar a un grupo que creó la Organización de Estudiantes Árabes. La actividad de los estudiantes árabes es apoyada por la Liga Árabe en El Cairo, que envía las líneas de propaganda a seguir. La CIA, aparentemente, financió la propaganda anti-Israel en un esfuerzo por conquistar a los jóvenes árabes y mantenerlos lejos del comunismo.
Era un esquema enrevesado y en gran parte fracasado, pero cuyo veneno ha sido duradero. En El gran juego de Estados Unidos, el profesor Hugh Wilford de la Universidad Estatal de California detalló algunas de las visiones problemáticas y odiosas en el corazón de la AFME. “Estoy seriamente preocupado por la posición de los judíos en Estados Unidos”, escribió la oficial de AFME Dorothy Thompson en 1951. “Todo lo que está en la superficie coincide con la narrativa sionista, pero por debajo las personas se están haciendo la pregunta: ‘¿quién realmente está gobernando América?’”. Thompson pudo haber cruzado la línea roja con una franqueza evitada por otro personal de AFME, pero Wilford también hizo una crónica de los mismos debates alrededor del AFME que hacen recordar los que tienen lugar en el movimiento BDS actual: el antisemitismo era disfrazado, entonces como ahora, como antisionismo.
Cuanto más cambian las cosas, más permanecen iguales. ¿Ha evolucionado el BDS directamente del trabajo de la CIA con AFME? Tal vez no, aunque los mismos temas se replican en ausencia del contexto de la Guerra Fría. En efecto, si bien los activistas de BDS pueden ir en contra de las actividades de la CIA a lo largo de los años, no reconocen que están replicando el trabajo de algunos de sus empleados más fieles.
Fuente: Aurora. Versión NMI.
* Profesor titular del Centro de Relaciones Civil-Militares de la Escuela Naval de Posgrado en el American Enterprise Institute