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Sobrevivió a la Inquisición y a Hitler, y su colección refleja la rica vida intelectual judía de los Países Bajos
Cnaan Liphshiz*
L ivraria Etz Jaim (“Biblioteca Árbol de la Vida”), la biblioteca judía activa más antigua del mundo, no ha estado lejos de desaparecer. Fundada en 1616 por judíos que habían huido de la persecución católica en España y Portugal, la institución, que cuenta con tres salas, se ubica junto a la majestuosa Sinagoga Portuguesa en el centro de la capital de los Países Bajos.
Su colección de 30.000 volúmenes contiene, sobre todo, manuscritos de personas que escaparon a la Inquisición en la Península Ibérica, y sus descendientes. El documento más antiguo es un ejemplar del Mishné Torá, código de ley judaica cuyo autor fue rabí Moshe ben Maimón –Maimónides–, que data de 1282. El volumen está en condición prístina, excepto por las cicatrices dejadas por un censor de la Inquisición, un judío convertido al Cristianismo que eliminó secciones enteras del libro.
Etz Jaim enfrentó un destino similar o peor en 1940, cuando los nazis invadieron los Países Bajos y asesinaron al 75% de sus judíos. Sin embargo, dejaron intacta la Sinagoga Portuguesa, y en lugar de quemar la biblioteca enviaron los libros a Alemania. La colección fue descubierta allí después de la guerra, con pocos daños, y retornada a Ámsterdam, pero la comunidad judía holandesa carecía de recursos para preservarla. Los curadores determinaron que el edificio, que data de 1675, debía someterse a profundas restauraciones para asegurar que contara con las condiciones apropiadas, por lo que en 1979 los libros fueron trasladados a Israel.
Tras las renovaciones, la colección volvió a su lugar en el año 2000. Ahora, con el uso de tecnología del siglo XXI, sus custodios están decididos a hacer accesibles las obras a los interesados alrededor del mundo. La curadora de Etz Jaim, Heide Warncke, dice que el objetivo es asegurar que el conocimiento que guardan sus páginas nunca vuelva a perderse.
Ktiv, cuyas fuentes tienen varios siglos de antigüedad como las de Etz Jaim, está integrado por archivos de alta resolución inmunes al deterioro digital. Para garantizar su seguridad, esta base de datos está almacenada en varios servidores por todo el mundo.
“Como muchos sobrevivientes del Holocausto, los libros de Etz Jaim han mostrado una notable capacidad para engañar a la muerte”, dice Aviad Stollman, jefe de colecciones de la Biblioteca Nacional de Israel. “Pero tenemos que poner de nuestra parte para asegurar que esta exquisita biblioteca se preserve para los siglos por venir”.
La sede de Etz Jaim es una estructura de madera de dos plantas, con una escalera en espiral de fuerte pendiente y dos tragaluces octogonales en el techo que le dan una luz difusa. Está abierta al público solo unas pocas veces al año, para visitas guiadas que deben solicitarse previamente; los académicos acreditados tienen acceso todo el año. Warncke señala que esta política restrictiva tiene el objeto de proteger los libros, que pueden sufrir daños por la humedad y los cambios de temperatura.
La colección de Etz Jaim fue incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco en 2003, y debe su riqueza a los judíos ibéricos que la crearon, agrega Warncke. Esos inmigrantes fueron pioneros en Filosofía, Medicina, innovación y comercio. Cuando huyeron de la Inquisición trajeron a los Países Bajos sus conocimientos de Teología, Astronomía (como se evidencia en un libro en hebreo del siglo XVII titulado Colección de tratados astronómicos) y Medicina.
Un volumen marcadamente moderno, el Diccionario de términos marítimos, fue publicado en Ámsterdam en 1780 por el traductor David Franco Mendes, y contiene términos en holandés, francés, portugués y español, junto a refinados esquemas de partes de barcos. Mendes, miembro prominente de la congregación judía, era corredor de seguros.
Otros sefardíes aprovecharon la relativa tolerancia de los Países Bajos para reanudar el estudio de los textos judíos, que se había atrofiado a lo largo de Europa tras la Inquisición. “La gente que fundó e hizo crecer la biblioteca Etz Jaim había sido perseguida durante décadas”, dice Ruth Peeters, una de sus principales bibliotecarias. “En los libros puede verse su entusiasmo por poderse reconectar abiertamente con sus tradiciones judías y reanudar su estudio. Etz Jaim es un testimonio del renacimiento cultural que encabezaron”.
En ocasiones, el entusiasmo por el debate teológico puso a prueba los límites de aceptabilidad incluso en Holanda, pues a pesar de ser una nación relativamente tolerante, también era profundamente cristiana. Una de esas publicaciones fue un libro discretamente titulado Trabajos selectos de varios autores. Escrito en español en el siglo XVII por Saúl Levi Mortera, contiene una “Refutación de los Evangelios, actos, epístolas”, y “Argumentos contra el Cristianismo”. Estas publicaciones explosivas fueron guardadas en Etz Jaim y rara vez fueron impresas, dice Warncke, para limitar su distribución y no irritar a la sociedad holandesa.
La cultura del debate en la comunidad judía, así como la exposición a diferentes religiones e ideas que permitía el comercio internacional, produjo herejes como los filósofos Baruj Spinoza –quien fue excomulgado del Judaísmo por sus reflexiones ateas, posiblemente porque también ofendían a los cristianos– y Uriel da Costa. No existen evidencias, pero ambos personajes (que fallecieron en 1632 y 1640 respectivamente) podrían haber frecuentado Etz Jaim para llevar a cabo sus investigaciones, pues como señala Warncke: “Después de todo, se trataba de la mayor colección de escritos judíos que había en los alrededores”.
Aunque no hay registros de las actividades de Spinoza en la biblioteca, su padre lo había inscrito en el Seminario Etz Jaim, el primer centro de estudios judeo-portugués en Ámsterdam, del que la biblioteca formaba parte.
Otra figura controversial que dejó una marca indeleble en la biblioteca fue Shabetai Zvi, el excéntrico iluminado nacido en Turquía que dividió al mundo judío con su declaración de que era el mesías; bajo coacción, terminó convirtiéndose al Islam en 1666. Uno de los documentos más notables de Etz Jaim es una carta enviada ese año a Zvi por 24 judíos holandeses que abandonaron la comunidad para apoyar sus pretensiones mesiánicas. En el documento, de tres páginas en hebreo, solicitaban alguna palabra de su mesías y recordaban la historia de Shabtai Rafael, quien había sido proscrito de la ciudad por apoyar a Shabetai Zvi. La carta nunca llegó a su destino, probablemente porque Zvi ya se había convertido al Islam cuando el mensajero que la llevaba llegó al Imperio Otomano. Mientras este tipo de documentos han sido bien estudiados, constantemente se hacen nuevos descubrimientos, dice Warncke. Como ejemplo cita la dedicatoria de un autor a su esposa que data del siglo XV, un infrecuente tributo a una mujer que refleja la naturaleza progresista del Judaísmo holandés de aquel tiempo. La digitalización, comenta, “hará accesibles nuestros manuscritos a un público mayor. Eso puede generar más conocimientos. Aún hay muchos secretos por revelar”.
*Periodista, columnista en The Times of Israel y Jewish Telegraphic Agency.
Fuente: The Times of Israel. Traducción NMI.