El miércoles 13 de junio, la Asamblea General de Naciones Unidas se reunió en forma “urgente” para considerar la situación en la frontera entre Israel y Gaza, sabiendo previamente que ya estaba redactada una resolución retórica con voto favorable automático para decidir condenar al gobierno de Israel en forma no vinculante. O sea, en forma de espectáculo político sin consecuencias punibles de ninguna especie.
Para sorpresa de los proponentes de la “resolución”, Estados Unidos propuso que se condenara a Hamás, incluyendo una enmienda. El sistema reglamentario de la Asamblea General llevó a que primero se tuviera que votar la moción de introducir una enmienda y eso fue aprobado. Después tuvieron que votar la enmienda, y allí la Asamblea encontró que casi la mitad de sus integrantes aprobaron que Hamás era lo que es: una organización terrorista causante de la violencia y generador de violencia desde Gaza. Pero entonces, una tercera votación adujo que se necesitaban dos tercios para incluir la enmienda y la condena a Hamás quedó registrada en una secuencia donde se ve para qué sirve la Asamblea General.
Primero, se tomó una resolución de condena a Israel en la cual Hamás no existe. Segundo, cuando Estados Unidos hizo votar una enmienda para demostrar que obviamente Hamás es terrorismo puro, entonces Hamás sí existe. Tercero, cuando por un tecnicismo la enmienda no se puede incluir y hay que votar una propuesta sobre lo que sucede en la frontera entre Gaza e Israel, Hamás otra vez no existe. Y no es broma. Es la tragedia de los organismos inútiles invadidos por la hipocresía, los intereses creados y la falta de memoria sobre cuáles fueron las bases históricas para crear la ONU.
Establecer que 30 mil personas que manifiestan su intención de romper una frontera para entrar y quemar y asesinar a los habitantes del otro lado es una manifestación pacífica, no tiene calificativo adecuado en castellano. Y en ningún idioma. Las Naciones Unidas pretenden decidir que Israel no tiene derecho a defender su frontera y que es pacífico quemar campos y bosques e intentar asesinar israelíes. Les guste o no que se les diga a los que aprobaron esta seudorresolución, eso es lo que votaron: legitimar la invasión y quitar al invadido su derecho a la defensa.
Algunos de los que votaron la legitimación de una agresión son países que cerraron y defendieron con armas sus fronteras hace menos de un año cuando refugiados sirios (sin armas y sin agresividad alguna) intentaban desesperadamente entrar en Europa, escapando del genocidio de Assad contra su propia gente. No hubo Asamblea General de ONU diciendo nada entonces. Faltaba más.
Cada espectáculo con votaciones como las del 13 de junio aleja más cualquier posibilidad de paz en esa parte de Medio Oriente. Posibilidad que ya es bastante remota y que con estos golpes de retórica (mucha de ella llena de odio e incitando al odio) las tiran a un abismo sin fondo.
Estos espectáculos favorecen a Hamás y a su patrocinador, Irán. Hamás ya anunció que el viernes 15 de junio (esto lo escribimos un día antes) comenzará su ataque en la frontera con 5000 cometas incendiarias para destruir bosques y plantíos del otro lado de la frontera, y que acarreará civiles junto con sus hombres armados, ¿para qué?. “Para crear mártires”.
Los que votaron la declaración de la mala voluntad en la Asamblea General, incluyendo América del Sur, con las excepciones valiosas y lúcidas de Argentina y Paraguay, ¿desean que sigan las agresiones, las muertes inútiles, los heridos, los campos quemados, los civiles en refugios? Porque eso es lo que lograron.
Fuente: El País (Montevideo). Versión NMI.