Nosotros, como afroamericanos, debemos impedir que personas sin interés real en nuestro bienestar nos digan cómo comportarnos con nuestros primos judíos
Joshua Washington*
A principios de la década de 1980, Clayborne Carson, profesor afroamericano de historia de la Universidad de Stanford y director del Instituto de Investigación y Educación Martin Luther King Jr., publicó un artículo titulado “Negros y judíos en el movimiento de derechos civiles: el caso del SNCC”. En ese texto, Carson ofreció una muy necesaria y clara explicación sobre las relaciones entre judíos y negros en los Estados Unidos, y sobre qué había causado el aumento de las tensiones entre ellos. Puede decirse que el punto de inflexión más visible fue la publicación, por parte del Comité de Coordinación No Violenta para Estudiantes (SNCC por sus siglas en inglés) de The Palestine Problem, un artículo que envió un mensaje muy fuerte y claro a sus seguidores judíos y a los judíos en general: que mientras apoyaran al Estado judío serían enemigos del SNCC.
Mural que representa a George Floyd con una kefia y la bandera palestina, pintado en la pared de separación entre Israel y Cisjordania
(Foto: Twitter)
El artículo de Carson aborda este proceso, y ofrece un contexto crucial a lo que de otro modo parecería un cambio abrupto de actitud. Algo que señala Carson es la investigación sesgada del SNCC sobre la guerra de 1967: «La reunión del Comité Central del SNCC en medio de la victoria de Israel sobre las fuerzas árabes en junio de 1967, solicitó que el equipo de investigación y comunicaciones del SNCC indagara los antecedentes del conflicto. Ethel Minor, editora del boletín del SNCC, se ofreció como voluntaria para esta tarea. El comité quería una «crítica objetiva de los hechos»; sin embargo, Minor no fue imparcial sobre el tema, ya que había sido amiga cercana de estudiantes palestinos durante sus años universitarios, y conocía la tradición nacionalista negra urbana a través de su participación en la Nación del Islam. Minor nunca escribió un documento para tomar una posición [equilibrada], ni el SNCC llevó a cabo una discusión extensa sobre el conflicto del Medio Oriente».
Carson dice, además: «En el boletín del SNCC ella enumeró 32 ‘hechos documentados’ sobre ‘el problema de Palestina’, incluidas afirmaciones de que la guerra árabe-israelí había sido un esfuerzo por recuperar la tierra palestina, y que durante la guerra de 1948 ‘los sionistas conquistaron las casas y tierras árabes a través del terror, la fuerza y masacres’».
El artículo estaba lleno de falsedades, muchas de las cuales han sido categóricamente refutadas. Una investigación real habría mencionado, al menos, el hecho de que los líderes árabes fueron en gran parte responsables de que los palestinos abandonaran sus hogares, ya que rechazaron cualquier compromiso y lanzaron una guerra para destruir el Estado judío. Al menos habría mencionado que los judíos mizrajíes llegaron a Éretz Israel porque fueron expulsados del Medio Oriente y de los países del norte de África en los que habían vivido durante generaciones. Al menos habría mencionado que siempre hubo presencia judía en el Levante, y que la pequeña población judía que había en el Mandato Británico de Palestina sufrió muchas masacres a manos de los árabes, simplemente por existir y ser judíos.
Está muy claro que el texto de Minor (que incluyó dibujos antisemitas) estaba parcializado en el mejor de los casos, y que fue intencionalmente calumnioso y deslegitimador en el peor. Uno podría preguntarse, además del prejuicio de tener algunos amigos palestinos, ¿por qué alguien de tanta influencia como Ethel Minor haría todo lo posible para difamar a Israel y al pueblo judío? La respuesta a esa pregunta tiene muchos niveles.
“Yo veo a Israel, y no me importa decirlo, como uno de los grandes puestos de avanzada de la democracia en el mundo, y un maravilloso ejemplo de lo que se puede hacer, cómo la tierra del desierto se puede trasformar en un oasis de hermandad y democracia. La paz para Israel significa seguridad, y esa seguridad debe ser una realidad»
Martin Luther King, 25 de marzo de 1968
El SNCC, junto al resto de la comunidad negra, se enfrentaban cara a cara con su progenie radical, y por ello la tensión aumentaba cada vez más. Incluso los radicales de las Panteras Negras de Stokely Carmichael comenzaron a distanciarse del SNCC en 1967, y para 1968 se apartaron del grupo por completo. Muchos miembros del SNCC abogaron por romper los lazos con sus donantes blancos y judíos, y cambiar la visión de la organización. El equipo votó para declarar que en adelante el SNCC sería una «organización de derechos humanos» que «alentaría y apoyaría las luchas de liberación contra la colonización, el racismo y la explotación económica en todo el mundo». Debido a ese cambio, el SNCC sintió que ello debía aplicarse a los palestinos.
El 25 de marzo de 1968, apenas diez días antes de su asesinato, Martin Luther King participó en la convención anual de la Asamblea Rabínica. Cuando el rabino Everett Gendler le preguntó sobre la creciente animosidad de la comunidad negra hacia los judíos e Israel, King respondió: “En la crisis del Medio Oriente, hemos tenido varias respuestas. La de algunos de los llamados jóvenes militantes no representa la posición de la gran mayoría de los negros. Hay algunos que se sienten ‘consumidos por el color’, sienten una especie de mística por ser de color y condenan cualquier cosa que no sea de color. No seguimos ese camino en la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur, y ciertamente la mayoría de las organizaciones del movimiento de derechos civiles no siguen ese camino”.
King continuó con su cita más famosa en el mundo sionista: “Creo que es necesario decir que lo básico y lo que se necesita en el Medio Oriente es la paz. La paz para Israel es una cosa. La paz para el lado árabe es otra cosa. La paz para Israel significa seguridad, y debemos apoyar con todas nuestras fuerzas su derecho a existir, su integridad territorial. Yo veo a Israel, y no me importa decirlo, como uno de los grandes puestos de avanzada de la democracia en el mundo, y un maravilloso ejemplo de lo que se puede hacer, cómo la tierra del desierto se puede trasformar en un oasis de hermandad y democracia. La paz para Israel significa seguridad, y esa seguridad debe ser una realidad».
También los israelíes: manifestantes de izquierda protestan contra la muerte de George Floyd frente al consulado de Estados Unidos en Tel Aviv, con una pancarta que iguala la lucha contra el racismo con el conflicto palestino
(Foto: Flash90)
Entonces el Dr. King abordó el tema de la paz para los palestinos (palestino todavía era un término relativamente nuevo en ese momento, por lo que muchos se referían a ellos generalmente como árabes): “Por otro lado, debemos ver qué significa la paz para los árabes en un sentido real de seguridad. La paz para los árabes significa el tipo de seguridad económica que tan desesperadamente necesitan. Esas naciones, como ustedes saben, son parte del Tercer Mundo del hambre, la enfermedad y el analfabetismo. Creo que mientras existan esas condiciones habrá tensiones, habrá una búsqueda interminable para encontrar chivos expiatorios. Por lo tanto, existe la necesidad de un Plan Marshall para el Medio Oriente, con el cual elevemos a los que están en la parte inferior de la escala económica y los incorporemos a la corriente principal de la seguridad económica”.
Al citar a alguien, el contexto es tan importante como la cita misma. King pronunció estas frases después de la guerra de 1967 entre Israel y tres Estados árabes vecinos, y después de que el SNCC publicara su infundado, parcializado y beligerante boletín. La respuesta de King fue pro-Israel, pro-árabe y pro-justicia. Parece que para una organización como el SNCC, adoptar una postura antiisraelí sugeriría que estaban «consumidos por el color» como decía King, por lo cual, atrapados en su lucha contra el racismo en Estados Unidos, lo veían todo a través del lente racista estadounidense, fuese esto aplicable o no. Esos militantes negros ignoraron las atrocidades llevadas a cabo por la Organización de Liberación de Palestina contra su propio pueblo, y abrazaron a Yasser Arafat, quien odiaba a los judíos y violaba los derechos humanos en nombre de la «justicia». El Dr. King dijo lo que dijo en respuesta a todo ello.
Los líderes árabes han tratado de secuestrar la narrativa negra para legitimar su causa desde los años 60. Es por eso que Mahmud Abbas se refiere a Israel como «racista» y lo compara con las leyes raciales que Estados Unidos solía tener
En 1948, después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos proporcionó a Europa occidental más de 15 mil millones de dólares de la época en ayuda. Eso fue lo que se llamó el Plan Marshall. A eso se refería King cuando dijo que era necesario un Plan Marshall para Oriente Medio.
Desde 1949, los palestinos han recibido suficiente ayuda para unos 30 planes Marshall. Incluso a finales de la década de 1960, ya habían recibido recursos más que suficientes para ascender en la escala económica. Uno podría pensar que una organización de derechos humanos como el SNCC preguntaría por qué la situación había cambiado tan poco para los palestinos, y a dónde había ido el dinero, especialmente si dicha organización se había involucrado en el asunto israelí-palestino.
Desde entonces hasta la controvertida renuncia de Andrew Young, la camaradería del reverendo Jesse Jackson con Yasser Arafat y la advertencia de Bayard Rustin a los líderes negros sobre los peligros de no condenar el terrorismo de la OLP, la comunidad negra se dividió cada vez más con respecto al tema de Israel y el pueblo judío.
Entre los líderes negros de los derechos civiles, los que están en contra de Israel tienden a ver una similitud entre su lucha y la lucha palestina. Además del hecho de que la noción es absolutamente falsa, es intencional. Los líderes árabes han tratado de secuestrar la narrativa negra para legitimar su causa desde los años 60. Es por eso que Mahmud Abbas se refiere a Israel como «racista» y lo compara con las leyes raciales que Estados Unidos solía tener. Tal campaña de propaganda solo es efectiva entre los “consumidos por el color». Si uno está “consumido por el color”, todo lo que los enemigos de Israel tienen que lograr es que vea al Estado judío como un país de europeos blancos. Prácticamente no hay nada más que hacer; el “consumido por el color” llenará los espacios en blanco con ese sesgo. Es por ello que Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina, llama a Israel un «estado de apartheid«, aunque nada en Israel se parezca a un apartheid. Para el sudafricano negro, con un dolor no resuelto y amargura por el apartheid, no hay mucho más que decir.
Pancarta muy explícita que pretende igualar dos temas muy diferentes
(Imagen: Australian Jewish News)
Avancemos rápidamente hasta nuestros días: el Movimiento por las Vidas Negras (M4BL) es uno de los principales socios de Black Lives Matter (“Las Vidas Negras Importan”). En sus plataformas políticas tienen una sección de «desinversiones» que, bajo el ítem «recortar los gastos militares», menciona a Israel como un régimen genocida y de apartheid que detiene habitualmente a palestinos de 4 años de edad. Todas esas son mentiras, pero han tomado su lenguaje directamente del libreto del SNCC; un libreto, recuérdese, basado en libelos no investigados y no verificados, y estereotipos antisemitas escritos por alguien que tenía vínculos personales previos con los palestinos. Desde su comienzo, Black Lives Matter ha tenido un sesgo antiisraelí. Desde sus primeros momentos, «De Ferguson a Palestina» fue un eslogan asumido inmediatamente después del asesinato de Michael Brown por el oficial Darren Wilson. El eslogan decía «De Ferguson a Palestina, la ocupación es un crimen». Este apoyo fingido no es más que un esfuerzo calculado de los líderes palestinos para desviar la atención de cómo oprimen a su propio pueblo. Y ahora sabemos que eso no es nada nuevo.
Lo que agrega insulto a la herida es que Black Lives Matter busca apoyo de la comunidad judía, siempre que esta se oponga al Estado judío. Pero no se debe esperar que los judíos revisen su sionismo para unirse a BLM; no debería esperarse que los judíos hagan eso, más de lo que debería esperarse que un keniano denuncie a Kenia, o que un brasileño denuncie a Sudamérica. ¿Pueden los afroamericanos imaginarse apoyando un movimiento de justicia filipino que les pida que renuncien al movimiento de los derechos civiles para apoyarlos? No. No lo haríamos. Imaginemos un movimiento que pretendiera buscar justicia para los sudafricanos negros que postulara que la esclavitud era voluntaria, y que los africanos occidentales se embarcaban en las naves esclavistas porque estaban entusiasmados de venir a América para trabajar hasta la muerte. No hay ningún escenario en el que un estadounidense negro, al descubrir eso, pudiera formar parte de dicho movimiento. Es alucinante que alguien pueda esperar que alguien más hiciera algo así.
Aprecio a mis hermanos y hermanas judíos que buscan incursionar en la comunidad negra, ya que han estado haciendo esos intentos durante décadas; pero con respecto a Black Lives Matter, ya sea que sus miembros negros estén conscientes o no, debe haber una conversación sobre su posición oficial sobre Israel. No solo con respecto a Israel, y no solo BLM, sino en cualquier movimiento, es simplemente un buen comienzo descubrir de qué trata el movimiento más allá de la fachada antes de comprometerse con él.
Personalmente tengo problemas con muchas de las posturas oficiales de M4BL. La gran mayoría de nuestros valores no se alinean, por lo que si me uniera a ellos no sería por otra razón de que son los más ruidosos y todos lo están haciendo. Esas son malas razones, y la comunidad judía no debe caer en esa trampa. Hemos visto lo que le sucedió a los miembros judíos del SNCC cuando ese grupo decidió cambiar su postura sobre Israel y los judíos. No sería prudente unirse a un movimiento que tiene al antisemitismo como piedra angular.
A los niños palestinos se les enseña a matar judíos de cualquier forma, incluido el atentado suicida, y esto se les inculca en campos de entrenamiento terrorista y con los programas de televisión de Hamás. Hay calles a las que se ponen los nombres de palestinos que cometen atentados suicidas con bombas si logran matar suficientes judíos. Por más intenso que haya sido el sufrimiento de la comunidad negra, nunca, como pueblo, hemos recurrido a matar personas blancas en todas partes solo porque son blancas
Esa imagen es solo uno de los ejemplos recientes de cómo los palestinos continúan tratando de equipararse a nuestras luchas. Otra que se encuentra fácilmente en internet es una pintura de George Floyd, recientemente asesinado, con un kefia y una bandera palestina detrás, que lo representa como un mártir palestino. Eso está mal de muchas maneras, ya que nuestra lucha no podría ser más diferente.
Una de las mayores diferencias es el terrorismo. La Autoridad Palestina alienta e incentiva a los palestinos a matar judíos. Los palestinos que matan judíos reciben un estipendio mensual de la AP. Las familias de los palestinos que se suicidan matando judíos reciben un estipendio mensual. A los niños palestinos se les enseña a matar judíos de cualquier forma, incluido el atentado suicida, y esto se les inculca en campos de entrenamiento terrorista y con los programas de televisión de Hamás. Hay calles a las que se ponen los nombres de palestinos que cometen atentados suicidas con bombas si logran matar suficientes judíos. Por más intenso que haya sido el sufrimiento de la comunidad negra, nunca, como pueblo, hemos recurrido a matar personas blancas en todas partes solo porque son blancas. Nunca hemos alentado la muerte de nuestros propios hijos por nuestra causa. Nunca hemos producido programas de televisión para enseñar a nuestros hijos a matar a los blancos. A lo que se dedica la Autoridad Palestina no es a una lucha contra la opresión; es puro y simple odio a los judíos, y los líderes palestinos harán todo lo posible para legitimarlo, incluso explotar el dolor de los negros.
Nosotros, como estadounidenses negros, debemos darnos cuenta de estos intentos de engañarnos. Tenemos que dejar de permitir que personas que no tienen un interés real en nuestro bienestar nos digan cómo comportarnos con nuestros primos judíos. Los negros y los judíos tenemos mucha más historia que nos une de lo que podríamos tener con personas como la OLP, Hamás, la Yijad Islámica Palestina o Mahmud Abbas. Sin embargo, reconozco que compartimos una lucha común con el pueblo palestino, y esa es la lucha contra muchos líderes manipuladores que dicen ser nuestros salvadores. Pero esa es una conversación para otro momento.
*Director del Instituto para la Solidaridad Negra con Israel (IBSI por sus siglas en inglés).
Fuente: The Times of Israel. Traducción NMI.