Entre 2012 y 2015, las inversiones chinas en Israel experimentaron un aumento del 100% interanual. Pero las presiones estadounidenses y el nuevo tratado con Irán seguramente frenarán este crecimiento
Bryan Acuña*
Históricamente las principales dinastías chinas, principalmente la Tang en el siglo VII, mantenían importantes relaciones comerciales con el mundo musulmán, tanto árabe como persa. Según los relatos, casi dos décadas después de la desaparición física del profeta Mahoma, Utman Ibn Affan, tercer califa del Islam, habría enviado una delegación diplomática al emperador Gaozong de la dinastía Tang que sería encabezada por Saad Ibn Abi Waqqas, tío materno del profeta originario de Quraish.
Es con la dinastía Tang que se ejecuta la denominada “Ruta de la Seda”, y donde se incorporan regiones que fueron islamizadas en esa época, por lo que las relaciones con las poblaciones musulmanas eran constantes, incluyendo un importante movimiento de comerciantes de origen árabe y persa que llegaron a China por medio de la mencionada ruta y del puerto de Quanzhou. Es en el siglo VIII que se levantó la primera mezquita en territorio chino: la gran mezquita de Xian.
El verdadero “último emperador”: Xi Jinping impulsa un globalismo chino de creciente alcance
(Foto: wsimag)
Sin embargo, en la época actual no es común la incursión directa de la agenda política de la República Popular de China en la región. Aun así, su política económica, proyectos de infraestructura, además de la presión por la guerra comercial contra los Estados Unidos, han llevado al gobierno chino a abrirse espacio en la región con la venia de la Federación Rusa, que es su aliado funcional del eje euroasiático.
Este país es el principal consumidor de petróleo para su industria, como gran fabricante del mundo. Al menos el 40% de las importaciones de crudo realizadas por este país provienen de Oriente Próximo, principalmente de Arabia Saudita, Iraq e Irán, en orden de importancia de los proveedores. Solamente en el caso saudita, en junio se reportó un repunte de las exportaciones de crudo, la potencia global de 15%, enviando aproximadamente 7,98 millones de toneladas en ese mes como lo reportó MEMO. Monitor de Oriente (2020).
Es probable que el porcentaje de importaciones provenientes de la República Islámica de Irán le proporcione una mejor posición a este país después del acuerdo firmado con la República Popular de China, el cual aumentaría el comercio en al menos 600 mil millones de dólares en los próximos 10 años.
La relación con Teherán tendría como sentido seguir impulsando su proyecto de comunicación marítima denominado “Collar de perlas”, con el cual logra contrarrestar la geopolítica indo-pacífica de India en alianza con Japón y con beneplácito de los Estados Unidos, desde donde se pretende cortar sus accesos directos en rutas comerciales. Se sumarían los iraníes en un canal trascendental de movimiento de materia prima.
Se debe destacar con respecto a lo anterior que la ruta del “Collar de perlas” va desde la China continental hasta Port Sudan en el Cuerno de África; los puntos marítimos tienen contactos trascendentales en los estrechos de las líneas marítimas, atraviesan varios puntos importantes de congestión marítima como el Estrecho Bab el-Mandeb, Malaca, Ormuz y el Lombok, así como también que cuenta con puntos estratégicos marítimos en Pakistán, Sri Lanka, Bangladesh, Maldivas y Somalia.
En ese paso por las regiones de Oriente Próximo y su contacto con Irán, debe tomarse en consideración que se busca también contrarrestar la influencia de los estadounidenses, quienes aún hoy presentan importantes bases navales en el Sultanato de Omán, principalmente en los puertos de Duqm y de Salalah, desde donde se controlan los movimientos en Ormuz y las salidas de petróleo proveniente de los países del Golfo.
Es importante, retomando el tema sobre las relaciones con los países de esta zona, que entre los proyectos chinos de la “Ruta de la Seda” hay dos documentos de los años 2015 y 2016 desarrollados por el gobierno de Beijing. El primero es Visión y acciones para construir conjuntamente el cinturón económico de la Ruta de la Seda y la ruta marítima de la seda del siglo XXI (2015), que muestra el mapa de acciones marítimo-terrestres para abrirse paso hacia la mayoría de las rutas comerciales de importancia para este país, incluyendo Irán y Turquía.
El otro documento importante, que muestra que la agenda no será exclusiva para las relaciones con la República Islámica de Irán sino que incorpora a otros actores, al menos en el planteamiento de China que es funcional, se trata del Documento de política árabe (2016), donde tanto Xi Jinping como el premier chino Li Keqiang dejaron en claro el acercamiento con el mundo árabe para desarrollar proyectos de beneficio mutuo.
Sobre las relaciones con Siria, el gobierno chino juega el rol de apoyo a la agenda política rusa, por lo que vota de manera similar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; por lo tanto, tiene mayor cercanía momentánea con el liderazgo de Bashar al-Assad y posteriormente, si se gesta, sería de los promotores del cambio conforme a los deseos manifestados por Rusia de encausar elecciones presidenciales en el gobierno de Damasco.
No hay intenciones reales por parte de China de meterse en el conflicto del Medio Oriente, cuando su objetivo es convertir a la zona en una opción estratégica ante lo inestable del resto de la región
Ahora bien, en el tema de Yemen, el “think tank” Al-Monitor informó que, el 22 de noviembre de 2019, el representante permanente de China ante las Naciones Unidas, Zhang Jun, presentó la visión de Beijing para el futuro pos-conflicto de Yemen, donde se plantea una asistencia personalizada y un trabajo conjunto con las partes para resolver la difícil situación que vive su población debido a la guerra; el interés chino entra por buscar la posibilidad de actuar cerca del estrecho de Adén en contrapeso con los puertos omaníes, donde se encuentran los estadounidenses.
En las relaciones palestino-israelíes los chinos también han tomado cierto activismo, aunque de manera secundaria, ya que sus intereses no involucran más que un alineamiento conjunto con el gobierno de Moscú. Por un lado, promueve la agenda de una solución consensuada entre ambas partes. En los últimos meses, la Autoridad Nacional Palestina se ha acercado al gobierno en Beijing para que presione a los israelíes en sus objetivos de declarar la soberanía sobre los territorios de Judea y Samaria (Cisjordania), y lo que se ha hecho es una declaración sin mayor sazón; no hay intenciones reales por parte de China de meterse en el conflicto, cuando su objetivo es convertir a la zona en una opción estratégica ante lo inestable del resto de la región.
En 2017, China planteaba un “Plan de paz de cuatro puntos” para palestinos e israelíes, donde, a través de la cooperación en infraestructura e impulso de la zona que, como ya fue mencionado, tiene una volatilidad menos peligrosa que el resto del vecindario, y a través del Banco de Inversión en Infraestructura de Asia (AIIB), beneficiaría económicamente a israelíes y palestinos en un tipo de paz económica que no sería la única que se ha planteado con respecto a este conflicto de manera inicial.
Lo complicado de esta participación china tiene que ver con las relaciones entre Estados Unidos e Israel. El gobierno de Washington ha presionado al de Jerusalén para que corte los lazos comerciales y de inversiones con China, que se han estrechado por la necesidad del gobierno israelí de encontrar mercados alternos, debido a los llamados al boicot comercial provenientes de occidente.
El sitio China Go Abroad indicaría que: “[…] las estadísticas del Ministerio de Economía de Israel mostraron que, entre 2012 y 2015, las inversiones chinas en Israel experimentaron un aumento del 100% interanual. En 2015, el 40% del capital de riesgo utilizado para establecer empresas de nueva creación en Israel procedía de China, mientras que el 50% de los proyectos de inversión en Israel recibieron fondos chinos. Dado que un número creciente de empresas chinas han invertido en Israel, China se ha convertido ahora en un mercado clave para las empresas israelíes y los israelíes”.
China ganó la concesión de un puerto en Haifa hasta el año 2021, ante lo cual Mike Pompeo, Secretario de Estado de EEUU, llegó a presionar al gobierno israelí para evitar este movimiento que podría poner en riesgo las operaciones conjuntas entre Washington y Jerusalén. Y de hecho, el acuerdo firmado entre Beijing y Teherán ha planteado que se reconsidere esta concesión ante el riesgo que pudiera significar.
Este alejamiento incluirá cualquier intención de China para lograr el desarrollo de la tecnología 5G de Huawei por temor a la seguridad nacional; mismo argumento utilizado por otros países que le han rechazado al gobierno chino esta posibilidad. En una región donde el ciberterrorismo se hace cada vez más frecuente, las relaciones entre chinos e israelíes podrían estar camino a tener cierto alejamiento, que podría replantearse después de las elecciones de noviembre en Estados Unidos y, sin duda, esta afectación dañará de algún modo las aspiraciones palestinas para tener beneficios de dicha vinculación.
Esto es solamente sobre las relaciones entre China y la región de Oriente Próximo, tan solo un análisis superficial. La agenda de política exterior de Beijing es por demás globalista, aunque quizá ha recibido menos propaganda negativa que la que se ha hecho al gobierno estadounidense en las últimas décadas.
REFERENCIAS
*Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Internacional de las Américas (Costa Rica), especializado en la temática de Oriente Medio.
Fuente: Wall Street International (wsimag.com).
Versión NMI.