Ayer y hoy se cumplen 84 años de la llamada Kristallnacht, pogromo que marcó el inicio de la “solución final”, proyecto de exterminio masivo particularmente dirigido contra los judíos ideado y puesto en práctica por el Tercer Reich, resultando en la destrucción de gran parte de las comunidades judías de Europa, y en el aniquilamiento de más de una tercera parte del pueblo judío a manos de las hordas nazis de diversas nacionalidades, no solo alemanas.
Desde las primeras horas nocturnas del 9 y durante el día del 10 de noviembre de 1938, una ola de violencia antisemita irrumpió por todo el territorio alemán. Coordinadamente, en las ciudades y aldeas del país fueron perpetrados hechos devastadores teniendo como objetivo a la población judía.
El gobierno de Hitler azuzó a las turbas vandálicas con la excusa del asesinato de Ernst von Rath, tercer secretario de la Embajada alemana en París, a manos de Herschel Grynszpan, un joven nacido en Hanover, en el seno de una humilde familia judía proveniente de Polonia. Grynszpan se había refugiado en Francia huyendo de las agresiones antisemitas, y decidió actuar al conocer la deportación de sus padres de Alemania hacia la población fronteriza de Zbaszyn, con el pretexto de un desacuerdo entre el gobierno polaco y el Reich.
En vez de solo detener y juzgar a Grynszpan, los nazis aprovecharon este caso individual para enfocar la atención en la presunta amenaza judía, ya tenían planificada la violencia antisemita generalizada. Reinhard Heydrich, jefe de la policía alemana, declaró: “Como réplica al asesinato del Legionsrat von Rath deben llevarse a cabo manifestaciones antijudías”. Escasas horas después, las pandillas nazis asaltaron los negocios, las casas y las sedes de instituciones comunitarias, incendiando y destruyendo. En esa trágica noche de los “Cristales Rotos”, murieron 91 judíos y unos 30 mil fueron trasportados a campos de concentración. Kristallnacht constituyó un punto clave en el trato a la judería alemana, a partir de la fecha se promulgaron leyes adicionales con las que se excluyó a los judíos de la economía y de la sociedad alemana.
El horror de esa violenta noche no surgió de forma inmediata ni espontánea; fue el producto de años de organización y adoctrinamiento por parte de los nazis, a través de la difusión de prejuicios en los medios de comunicación. Por vía de la propaganda, se fue preparando sicológicamente a la población alemana para ese odio y la exterminación industrializada en los campos de concentración. No cabe duda de que las falsas acusaciones e insultos que deshumanizan a las víctimas de este embate, constituyen el primer paso firme para la tragedia.
En el último tiempo, pese a la terrible experiencia y dimensión del Holocausto, vemos una irresponsable línea que lo minimiza. Por un lado, el régimen odiador de los ayatolas que niega que haya ocurrido el asesinato sistemático de los judíos con el fin de su completa desaparición. Por otro lado, la misma teocracia iraní y sus apoderados, entre ellos Hezbolá, Hamás, Yijad Islámica y una alianza contranatura con la ultraizquierda, promueven una visión manipulada y arbitraria de los vaivenes del conflicto en el Medio Oriente, con el empeño de demonizar al Estado de Israel.