E sta semana, en parashá Koráj, leeremos en el texto sobre uno de los retos más feroces a la autoridad de Moshé Rabeinu. Koráj convence a 250 personas, líderes del pueblo, a cuestionar el liderazgo de Moshé y Aharón. La premisa de Koráj suponía que Am Israel no requería de quien los guiara, ya que toda la nación estaba compuesta por individuos del alto calibre: todos habían escuchado a Dios en Har Sinaí, manifestando su voluntad. Según la tradición trasmitida por nuestros sabios, la verdadera motivación de Koráj se sustentaba en su deseo de obtener el poder y liderazgo, que él creía le correspondía.
Moshé no solo se molesta por la actitud del grupo rebelde, el cuestionamiento no es solo hacia él, también va dirigido al Todopoderoso, ya que el nombramiento de Aharón como cohén gadól (sumo sacerdote) ocurrió por una orden expresa del Creador. Moshé teme el castigo que pudiese causarle al pueblo, otra rebelión más.
Para impedir que alcance a todo el pueblo, Moshé en su plegaria solicita a Dios: “No aceptes la ofrenda de ellos. Yo no tomé de ellos ni siquiera un burro ni a ninguno de ellos hice daño”. El mismo Moshé que se sacrifica por sus hermanos al matar a un egipcio, hecho este que le hace perder su condición de príncipe de Egipto; el mismo Moshé que deja a su familia en Midián y se dirige de vuelta a Egipto a liberar a sus correligionarios; el mismo Moshé que sube a Har Sinaí por cuarenta días a fin de estudiar la Torá directamente con el Todopoderoso y así poder trasmitirla a su pueblo, ese mismo Moshé menciona que no tomo para sí algo tan insignificante como un asno.
El significado de no haberse apropiado de algo tan banal, mencionado por el personaje que hizo los mayores sacrificios por Am Israel, viene dado por el hecho de que la grandeza del individuo viene medida por el día a día, por la sumatoria de las acciones que parecen no tener importancia o sentido, si se consideran individualmente, pero que aportan una enormidad al analizar su conjunto.
Un relato talmúdico nos puede aclarar lo expresado. En la época en que los romanos prohibieron el estudio de la Torá y amenazaron con la muerte a quien desobedeciera dicha orden, una cantidad muy importante de nuestros sabios arriesgaron sus vidas al continuar con las enseñanzas de nuestra sagrada Torá.
Rabí Janina Ben Tradión era uno de aquellos que desafiaron la voluntad romana. Cuenta el Talmud que cuando rabí Yósi ben Kísma estaba en su lecho de muerte, rabí Janína lo visita, interroga al enfermo y le solicita conocer cuál será la porción que rabí Janína tendrá en el olám habá (mundo venidero). Rabí Yósi pidió a rabí Janína le relatara alguna mitzvá que hubiese hecho. Entonces rabí Janina le contó que una vez se le mezcló en el bolsillo su dinero con el que había juntado para tzedaká. Decidió entregar a beneficencia todo lo que llevaba consigo en ese momento. Cuando rabí Yósi escuchó lo relatado, afirmó que él quisiese ser merecedor de una porción tan privilegiada en el olám habá como la que le correspondía a rabí Janína.
Se preguntan los sabios: ¿cómo un hecho sin mayor trascendencia, comparado con el riesgo que corre rabí Janina por enseñar Torá, le hace acreedor de tamaña recompensa? La explicación es que una gran persona se mide precisamente por cosas pequeñas. Por esas acciones ocultas. Las acciones muy notorias y publicitadas, que hacen sentir a quien las ejecuta como un individuo importante y honorable, esas acciones muchos las desean y de hecho las hacen. Pero no tantas personas están en disposición de actuar anónimamente. Por ese motivo, rabí Yosi se impresionó cuando se enteró de que rabí Janína renunció a su dinero entregándolo a tzedaká sin que nadie se enterase.
El arriesgarse por la enseñanza de la Torá era algo sumamente notorio. Quizá esta era la razón por la que Moshé le dice a Dios que no tomó para sí ni siquiera un asno, demostrando que aún las pequeñas acciones fueron ejecutadas con extrema lealtad y entrega.
Ojalá logremos seguir esos ejemplos, ser rectos y correctos, comportándonos adecuadamente aun en las mitzvot que parecen ser pequeñas y secreta su ejecución a nuestros semejantes.