De la trágica, y a la vez emblemática, contienda que surgió en el desierto, donde Kóraj, hijo de Kehat, se enfrentara al líder por excelencia de Israel, Moshé Rabéinu, surgieron resultados nada agradables. Pero, mano a mano, el pueblo judío logró atesorar uno de los más grandes pilares de nuestra fe: Dios puede romper las reglas de la lógica y la naturaleza, en cualquier momento.
Una de las pruebas que utilizó Moshé para demostrar que Dios le había mandado a guiar a Israel y a trasmitirle la voluntad del Creador del universo, fue la de asegurar que Kóraj y sus seguidores morirían al final de su discurso, pero no de forma natural, sino, a través de una muerte “novedosa”. “Y dijo Moshé: ‘Por medio de esta (prueba) sabrán que Dios me envió para realizar todos estos hechos, pues no han sido de mi propia voluntad. Si por medio de la muerte de todo hombre, morirán, y el camino de todos es impuesto sobre ellos, no fue Dios Quien me mandó. Y si una creación cree Dios, y la tierra abre su boca y los traga a ellos y todo lo que les pertenece, y caen con vida al abismo; entonces sabrán que estas personas se levantaron en contra de Dios” (16, 28-30).
Dice Rabí Shimshón Hirsch, ZT”L: “La razón por la que Moshé optó por este tipo de prueba, y no se conformó con pedir que simplemente fueran castigarlos con una forma de muerte común, era porque de esta manera se demostraría el principio de que en ese momento estaba en tela de juicio que Dios interviene en Su mundo fuera del orden natural de las cosas. Y es en esta ocasión en que el Nombre de Hashem (y no Elokím) se manifiesta. Pues la encomienda que en ese momento realizaba Moshé daría fe y testimonio de que el orden natural surge de Él, y se mantiene por Su causa. Toda la existencia Lo necesita, y Él no necesita de ellos. No es solamente Elokim (Dueño y Señor de toda la creación), quien en una ocasión creó el cosmos, sino, Hashem, quien cambia y renueva la existencia, a placer. Al enviar a Moshé a conducir al pueblo de Israel, quiso Dios comenzar a educar a la humanidad con el fin de retornarlos a Hashem, para que accedan a la verdadera libertad moral. De esta manera, la encomienda de Moshé, o de cualquier profeta, es algo que actúa de forma absolutamente libre. Por esta razón, no había forma de demostrarla sino a través de un fenómeno que le diera su respectiva veracidad: Un tipo de muerte que no se había visto hasta ese momento”.
Kóraj no solamente quería poner en duda la profecía de Moshé, sino el principio de que Dios interviene en Su mundo con plena y absoluta voluntad. Que puede cambiar el destino de las personas, sanar enfermedades “incurables”, enriquecer a los pobres, llevar a la persona al más grande de los éxitos, etc. Él se interesa en lo que nos ocurre, y no deja el destino de la humanidad en manos de un suceso de eventos “naturales”.
Una manera de oponernos frontalmente a la ideología de Kóraj, es saber firmemente que Dios puede cambiar nuestra situación para bien, en cualquier momento y en todo lugar.
Shabat Shalom
Yair Ben Yehuda