La música es el lenguaje universal por excelencia. Personas de distintas culturas, etnias, idiomas e ideologías se conectan a través de este recurso que mediante el sentido auditivo logra despertar sentimientos y emociones. El klezmer, género judío asquenazí, ha renacido durante las últimas décadas adaptándose al mundo contemporáneo
María Alejandra Peñalver
E n el mundo coexisten distintos géneros musicales que tienen sus raíces en distintas tierras; algunos son relativamente nuevos, otros han perdurado a través de muchos años, en ocasiones siglos. Este último es el caso de la música judía asquenazí klezmer.
El término klezmer combina dos palabras hebreas: kli (herramienta, utensilio) y zemer (para hacer música). Su lengua es el idish, nacida a comienzos del siglo VIII entre Alemania, Polonia, Ucrania, Rumania, Rusia y países circundantes.
Sin embargo, fue en el siglo XX cuando se reconoció al klezmer como un género en sí mismo. The Klezmorim fue primer grupo de “revivalismo” klezmer, y pionero en realizar grabaciones utilizando dicho término. La música klezmer es actualmente un boom en varias partes del mundo.
Tras la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén y el inicio de la diáspora, se estableció entre los judíos un gran luto, razón por la cual varios rabinos, haciendo uso de las indicaciones halájicas, prohibieron los instrumentos musicales, salvo el shofar que se emplea en las fechas de Rosh Hashaná y Yom Kipur. En las sinagogas, la música instrumental fue sustituida por el canto del jazán.
Estas medidas provocaron que el uso de la música fuese disminuyendo cada vez más en eventos públicos. Asimismo, el Holocausto fue un acontecimiento que demolió gran parte de la cultura asquenazí. Reconocidos y destacados músicos fueron víctimas de esta catástrofe, ocasionando que valiosas partituras y grabaciones se perdieran para siempre.
La música klezmer clásica contaba en ocasiones con la compañía de un marshalik (cómico) o un cantante de temas populares; posteriormente estas melodías fueron adquiriendo matices folklóricos según el país o región, creando una relación más cercana con el sentir y alma de las personas que la escuchaban y bailaban.
Joachim Stutchewsky, en su libro Klezmorim, señala: "La cuna de la música klezmer no está en las cortes de los nobles, ni en los salones de los aristócratas y ricos, ni en las aulas junto al piano y, por supuesto, tampoco lo está en las partituras". Es decir, es una compilación de sonidos y registros de cada pueblo, cada región en que los judíos tenían su hogar. Esto generó gran variedad de influencias y que el repertorio musical sea muy extenso, desde canciones religiosas, melodías populares, temas en idish y hasta piezas clásicas.
Trágicamente, la tendencia europea del klezmer ha escasa oportunidad de crecer, porque poblaciones enteras de músicos idish y su público desaparecieron en la Shoá.
La música klezmer es bailable. No obstante, su ritmo no siempre es animado y exaltado; los temas pueden ser muy melancólicos y a la vez muy alegres.
Los músicos que la interpretan son llamados klezmorim, y se caracterizan por dejarse llevar por el ritmo de la melodía, lo que significa que no siempre se rigen por un patrón.
Durante el siglo XIX, una orquesta klezmer estaba compuesta instrumentalmente por un violín (encargado de la melodía), un segundo violín o viola, un címbalo, un chelo y una flauta. Sin embargo, al pasar los años esta composición ha ido cambiando. Por ejemplo, algunos grupos incluyeron entre sus sonidos la trompeta, el piano y hasta un teclado eléctrico.
El sonido klezmer sufrió alteraciones con la migración de muchos judíos a Estados Unidos a partir del siglo XIX; por ello, precisar el sonido y melodía original de la música de aquella época resulta un poco difícil para los expertos. Lo que actualmente conocemos como klezmer es el resultado de la fusión con el jazz, adquiriendo un ritmo bohemio.
En los años 1970 se produjo un redescubrimiento del género klezmer, y varios personajes tuvieron trascendencia, como Giora Feidman, The Klezmorim, Zev Feldman, Andy Statman, y la Klezmer Conservatory Band, gracias a su trabajo e inquietud por rescatar esta melodía, ya casi inexistente para ese entonces. Ello sirvió de inspiración a otros músicos, entre ellos algunos no judíos, motivados a probar nuevos sonidos y melodías.
Para el llamado “segundo revivalismo”, en las décadas de 1980 y 1990, destacaron Joel Rubin, Budowitz, Khevrisa, Di Naye Kapelye, Yale Strom, The Chicago Klezmer Ensemble, New Klezmer Trio y The New Orleans Klezmer All-Stars.
El resurgimiento del klezmer se difundió velozmente en Estados Unidos y Europa, originando la formación de cuantiosos grupos orquestales multiculturales. Los músicos judíos se integraron a esta corriente de nuevas bandas, logrando revivir poco a poco ese valor cultural y musical casi olvidado.
A diferencia del rock y la música de influencia africana, el klezmer se baila tomándose de las manos, en grupos o en pareja.
“Klezmer”, “klezmeruke” y “klezmeriwke” eran términos empleados de forma despectiva hacia esos músicos en tiempos antiguos, pero poco a a poco lograron ganarse una buena reputación que los llevaría a ser muy solicitados.
Los músicos judíos viajaban con sus instrumentos por toda Europa Oriental para tocar en eventos religiosos como la introducción de un nuevo Séfer Torá, en la inauguración de una sinagoga, en circuncisiones y en casamientos.
La mayoría de los músicos a principios del siglo XIX, que vivían recluidos en guetos, aprendían a tocar de oído, trasmitiendo los temas y estilos de generación en generación por medio de una jerga en idish denominada klezmerloshn, llena de anagramas y dobles significados. Entre colegas constituyeron gremios, a fin de ejecutar presión ante las autoridades.
Posteriormente, desde su resurgimiento, se han destacado tres tendencias de ritmo del klezmer. En primer lugar están los músicos que se presentan en los eventos festivos de la comunidad judía; por otra parte están los tradicionalistas, que hacen uso de arreglos antiguos y los traen a nuestros tiempos de forma actualizada. No obstante, para los klezmorim contemporáneos, el género consiste en expresar las ideas fusionándose con ritmos como el jazz, el pop, el rock y tendencias étnicas tales como la música india, bhangra, árabe y céltica, entre otros. Sin duda, esta música en todas sus facetas sigue permaneciendo junto al pueblo judío como uno de sus legados culturales más perdurables.
La mayor colección de música klezmer
La colección más amplia de este género se encuentra en Charlottesville, en el estado norteamericano de Virginia, hogar de algunas de las mejores canciones country. Christopher King, productor discográfico y experto en restauración de sonido, está encargado de esta colección. Él logró rescatar más de 9000 grabaciones originales a lo largo de siete años, algunas de las cuales se consideraban perdidas.
A pesar de las dificultades que se presentan para la restauración de estos viejos discos, Christopher King considera que aplicar la tecnología digital sobre estas reliquias no es suficiente. “Cuando alguien toma un disco de 78 revoluciones por minuto, lo pone en el tocadiscos y coloca la aguja sobre él, la mayoría no tiene ganas de probar y afinar el sonido, o tratar de descubrir cómo habrían sonado los músicos en el estudio; simplemente ponen la aguja. Luego lo trasfieren a un CD y ello debería ser suficientemente bueno, pero yo no trabajo de esa manera”.
Una vez que la música klezmer arrasó en tierras norteamericanas, fue desarrollada y asimilada, al igual que los inmigrantes que la habían traído. Joel Rubin, profesor asociado de música en la Universidad de Virginia, jugó un papel central en el renacimiento de la música klezmer en Estados Unidos, en un momento en que casi no había músicos vivos de los cuales aprender; cuando descubrió por primera vez algunas grabaciones originales, empezó a aprender las melodías de oído.
“Tenía un reproductor de casete y un par de auriculares, así que solo encendía el reproductor, sin posibilidad de cambiar la velocidad, por lo que durante dos años escuché sin parar las grabaciones, las escuchaba y luego las descomponía, tomaba la primera frase y la volvía a escuchar. Era como construir por bloques y aprender un nuevo lenguaje”, indica Rubin.
La colección reunida por King fue adquirida por el músico y filántropo Sherry Mayrent, quien la donó a la Universidad de Wisconsin; ahora está disponible en la web de forma gratuita.
La supervivencia y renacimiento de la música klezmer no habría ocurrido de no ser por el trabajo de estos pocos entusiastas dedicados.
Y así como antaño se trasmitió de padres a hijos en tierras lejanas, su recuperación y restauración en el corazón del estado de Virginia significa que pasará a las generaciones futuras como un vínculo inquebrantable y para compartirla con el resto del mundo.
Clínica de música klezmer en Buenos Aires
La imperante necesidad de revivir y mantener las raíces de una generación a otra, se vuelve en ocasiones cuesta arriba, debido a la lejanía de las tierras y las trasformaciones que han ocurrido a través de los años. La Fundación IWO, preocupada por mantener vivas esas costumbres, organizó el repositorio de la cultura asquenazí en Buenos Aires, un encuentro de jóvenes músicos interesados en la música klezmer. Está a cargo de Gustavo Bulgach, nacido en Buenos Aires y quien desde hace 25 años desarrolla su labor en Los Ángeles.
Más de 30 músicos, con sus instrumentos, se reunieron el pasado mes de mayo para escuchar las experiencias del destacado profesional, sus consejos, su introducción al ritmo klezmer clásico y a la evolución del mismo en los países donde la emigración judía llevó su cultura y la fusión con las culturas locales. El encuentro sirvió para que los jóvenes intercambiaran experiencias y explicaran cómo descubrieron la música judía, las diversas melodías y canciones que los atraparon, cómo se sintieron identificados con las mismas y cómo los emociona. Además, expresaron su deseo de seguir estudiando este género.
Con la compañía de clarinetes, trompetas, trombones, tubas, acordeones y pianos, los músicos comenzaron entonces a interpretar música klezmer. Ante la solicitud de los asistentes, se decidió continuar con estos encuentros, para que las nuevas generaciones continúen profundizando en el conocimiento de esta música que eligieron para expresarse.