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Eitan Weisman
rabinoeitan@gmail.com
Rabino de la Unión Israelita de Caracas
E n esta parashá, rica en mitzvot, se mencionan varios preceptos interesantes, a partir de los cuales podemos enriquecer nuestros conocimientos. Uno de ellos es hashvát avedá, “devolución de un objeto perdido”. La Torá nos exige hacer lo necesario por lograr la devolución de un objeto perdido por su dueño, y que ha sido encontrado por nosotros. Es más, nos advierte sobre la indiferencia y simular no haber visto tal artículo: “Se puede engañar diciéndole al prójimo que no fue visto, pero al Todopoderoso no”.
En la enunciación de este mandamiento, se aprecia cómo la Torá nos estimula a respetar las pertenencias de nuestros semejantes; naturalmente, el individuo que cuida mucho sus objetos trata de hacer todo lo necesario para que no se pierdan. Cuando se trata de objetos que pertenecen a otros, por naturaleza somos más “tolerantes”. Normalmente no se hace un mayor esfuerzo para recuperar un bien que le pertenece a otro individuo, se considera que con no hacerle daño es suficiente.
Los principios judíos son otros. La Torá, en varias ocasiones, pretende que seamos más estrictos y exigentes. Las pérdidas ajenas nos deben importar y afectar, debemos hacer lo posible por recuperar un objeto perdido para devolvérselo a su dueño.
En el cumplimiento de esta mitzvá se aplica la máxima enunciada por rabí Akiva: Veahavtá lereajá kamója, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Al igual como quisieras que tus semejantes se ocuparan y preocuparan en devolverte tus objetos perdidos, de la misma manera debes actuar con los objetos extraviados que se encuentran a tu alcance. Se puede y debe profundizar más sobre este precepto. La Torá utiliza varias veces en la redacción de esta mitzvá la palabra ajija, cuyo significado es “tu hermano”. El dicho famoso Kol Israel Ajím, “Todo el pueblo de Israel son hermanos”, no es solo un cliché, no es solo una frase que se utiliza en charlas en las que se diserta sobre la importancia de la unidad de Am Israel. Se nos pide considerar al semejante como un hermano; lo que le afecta a él, también debe afectarte. Si realmente tu hermano hubiese extraviado un objeto y casualmente lo hubieses encontrado, ¿se mantendría perdido? Por supuesto que no. Entonces, si estás consciente de que el dueño del objeto que encontraste es como tu hermano, ¿cómo no lo devolverás?
Todo el pueblo judío tiene un alma como base común. Igual que el cuerpo es uno y tiene muchos órganos, así ocurre con el pueblo: es uno con muchos miembros. Cuando una pierna duele, sufre también la mano. Cuando vemos un judío sufriendo, debemos sufrir también. Por tal motivo, la Torá escribe que cuando te consigues un objeto perdido, Lo Tujál Leitalém, “No podrás pasar desapercibido”. ¿Por qué no podrás? Porque en el fondo de tu alma no lo puedes hacer; tu alma también es afectada al no recuperar lo que pertenece a tu prójimo.
De lo expuesto, también se deduce la razón por la cual está prohibida la venganza. Si se hace sufrir a otra persona del pueblo, tú también sufres. ¿En qué te beneficias?
La Torá nos enseña que al cuidar las pertenencias de otros, al estar pendiente de lo que es de los demás, es como cuidarse a sí mismo. Al igual que eventualmente cuidarás las pertenencias de los otros, así los otros cuidarán las tuyas. ¡Esta es la armonía que Dios desea que tengamos los integrantes de este bendecido pueblo!
En estos días en que estamos preparándonos para los Yamim Noraim, las fiestas importantes de Rosh Hashaná y Yom Kipur, la unión del pueblo es sumamente importante. Es como una póliza de seguro de vida. Esta mitzvá es solo una parte de esa unión deseada.
¡Cuando estamos unidos, somos fuertes!