“Cuando un hombre tome a una nueva esposa, no saldrá al ejército, ni se le impondrá ninguna obligación para cualquier asunto; libre estará para su casa un año entero, y alegrará a su esposa que tomó”.
Dice Rabí Shimshon Hirsch, ZT”L: “El recién casado está exento de participar, no solamente en objetivos militares, sino en cualquier propósito nacional o social, y así se entiende la expresión del texto “para cualquier asunto” y “libre estará para su casa”.
Esta es la visión de la Torá, trasmitida por medio de esta ley: el concepto de “bien colectivo” o “estabilidad social-nacional” logra tener sentido únicamente cuando todos y cada uno de sus miembros son contados de manera particular, de tal manera que el beneficio colectivo no opaque la individualidad de sus miembros.
La paz colectiva se alcanzará únicamente por medio del florecimiento y la felicidad de cada integrante. Por lo tanto, la alegría familiar que surge y florece es un aporte que materializa los objetivos de la comunidad en general. De esta manera, es una obligación comunal tomar en cuenta a cada individuo y promover su felicidad, y apreciar su situación.
El mundo suele perderse en dos tipos de sociedades: principalmente una dedicada al desarrollo particular de cada uno, llámese capitalismo; y la otra, entregada totalmente a las exigencias populares, en la cual las necesidades particulares no tienen sentido a menos que sean las de todos los demás: comunismo-socialismo.
Cada una tiene razones para prevalecer. El socialismo propone la solidaridad, la unión del pueblo para su bien, igualdad, etc. El capitalismo aboga por el desarrollo personal, la lucha individual y la materialización de los ideales de cada uno de sus miembros. Sin embargo, como ya se ha comprobado, estas ideologías resultaron tener deficiencias y, consecuentemente, no lograron mejorar la sociedad.
La Torá propone una interacción entre estas dos corrientes, con miras no solamente a alcanzar la paz y armonía sociales, sino además a trascender colectivamente a través del cumplimiento de la palabra de Dios.
En el judaísmo, el altruismo (jésed) es simplemente pensar en los demás. Pero no debemos descuidar nuestro esfuerzo personal, en buscar a toda costa nuestra cercanía personal a Dios. El principal lugar donde se ha de materializar esa bondad es la familia, base misma de la sociedad.
Por este motivo, el flamante novio, antes de buscar hacer el bien a los demás, deberá dedicarse un año entero a consolidar su microcosmos. De esta forma su bondad será auténtica y su altruismo perfecto.
Shabat Shalom
Yair Ben Yehuda