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N uestra parashá abre con el tema de las primicias de la tierra, las cuales cada uno deberá ofrendar en el Bet Hamikdash. Deberá aproximarse al cohén y declarar que efectivamente retiró el diezmo y demás dádivas destinadas a pobres y necesitados, que escuchó la voz del Eterno, y que le conceda bendiciones en todos los aspectos.
Continúa la Torá diciendo que hay una orden de erigir piedras grandes al otro lado del Jordán, al momento de entrar a la “Tierra prometida”, y escribir en ellas toda la Torá. Además deberán construir un altar para Dios y ofrendar en él sacrificios shelamim (una parte se ofrendaba a Dios, otra la consumían los cohaním y una tercera era para aquellos que la traían).
Posteriormente, dice la parashá que al entrar a la tierra de Israel deberá dividirse el pueblo en dos. Seis tribus se pararán en el monte Guerizím y seis en el monte Eibal, la tribu de Leví permanecerá en medio y abrirán con maldiciones hacia el monte Eibal, y con bendiciones hacia el monte Guerizím.
La primera de las maldiciones es: “Maldito será quien haga un ídolo o imagen, abominaciones de Dios, construidos por alfareros, y los coloque en un lugar oculto, y el pueblo dirá: Amén”. Se sabe que todo tipo de idolatría es aborrecida por Dios, entonces ¿por qué cuando alguien la hace a escondidas Dios le otorga una maldición? ¿Qué relación guarda este hecho con el comienzo de nuestra parashá?
Explica el Abné Nezel, ZT”L: “No hay algo más bajo que cuando alguien hace una acción que Dios odia y repudia, como la idolatría, y lo oculta a ojos de los demás. Extiende una cortina de rectitud y piedad en la puerta de su casa, y palabras de Torá sacará de su boca, solamente para cubrir una falsa ideología y una forma de vida frontalmente opuesta a la ley del Todopoderoso. Muchos utilizarán el sentimiento nacionalista y enaltecerán el ardor patriótico, la cultura y el iluminismo, pero por detrás descansan pensamientos y objetivos contrarios al Judaísmo y a la Torá”.
Si ellos hablaran de manera abierta y frontal, todo mundo se resguardaría de ellos, mantendrían distancia, y sus ideas no serían peligrosas. Pero cuando son cubiertos por una cortina de “bellas ideas” y sentimientos “elevados”, todos están expuestos a dejarse llevar y desviarse del camino de la Torá. Por este motivo Moshé escribió: “Maldito será quien haga esto”.
A través de esta idea podemos entender también por qué la Torá coloca estas maldiciones justamente después de la orden de traer las primicias y erigir esas piedras grandes, ya que después de hacer acciones tan elevadas y a ojos de todos, es muy factible creer que estas lleguen a cubrir acciones no muy rectas que podamos hacer dentro de nuestros hogares a puerta cerrada.
Así funciona la sicología humana, pues pensamos que las acciones “grandes” y públicas pueden borrar un comportamiento dudoso y no tan kasher. Por ello la Torá nos advierte de las personas que así se comportan y por fuera se ven como justos absolutos, pero en sus adentros acarrean algún tipo de idolatría, ya que Dios les mandará una amonestación y una falta de bendición también de forma oculta y a veces imperceptible.
Quiera Dios que seamos siempre leales a su ley y al pueblo de Israel, en nuestro aspecto externo y, principalmente, en nuestros hogares y recintos privados.
¡Shabat Shalom!
Yair Ben Yehuda