Un creciente grupo de mujeres cristianas sirias se está organizando en milicias para enfrentar a ISIS, según informan el diario británico Daily Mail y la agencia AFP.
Se trata de féminas de la minoría siríaca de la provincia de Hasakeh. De sus campos de entrenamiento, ubicados en el pueblo de al-Qatanye (Kabre Hyore en lengua siríaca), han salido hasta ahora unas 50 combatientes.
El reportaje incluye varios testimonios, como el de una mujer a la que identifican como Babilonia, de 36 años: “Extraño a mis hijos Limar y Gabriela, de 9 y 6 años, y me preocupa que estén hambrientos, con sed y frío. Pero les digo que estoy luchando para proteger su futuro”.
Ella trabajaba en una peluquería antes de volverse miliciana. Cuenta que fue su esposo, también soldado rebelde, quien la alentó a unirse al grupo llamado “Fuerzas Femeninas de Protección de la Tierra entre los Dos Ríos” en referencia al Tigris y el Éufrates. Él le dijo que está en contra de la noción de que las mujeres siríacas solo sirven para ser amas de casa y maquilladoras. “Soy cristiana practicante, y pensar en mis hijos me fortalece y me vuelve más determinada en mi lucha contra ISIS”, agrega Babilonia.
Otro caso es el de Ormia, de 18 años: “Al principio me asustaba el ruido de los cañones, pero ese miedo desapareció rápidamente. Me gustaría luchar en el frente contra los terroristas”. Por su parte Thabirta Samir, de 24 años y quien supervisa los entrenamientos de la milicia, cuenta: “Yo trabajaba para una asociación cultural siríaca, pero ahora me gusta participar en el área militar. No le temo a ISIS, y estaremos presentes en las futuras batallas contra ellos”.
Los siríacos pertenecen a la tradición cristiana oriental, en las ramas católica y ortodoxa, y rezan en arameo; constituyen un 15% de los 1,2 millones de cristianos de Siria. Antes de la guerra civil que se inició hace casi cinco años, unas 11 sectas cristianas formaban aproximadamente 5% de la población del país.
Existe otro grupo de milicias femeninas que luchan contra los yijadistas en Siria: las integradas en las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo. Estas fuerzas se han incorporado a una coalición llamada Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), en la que hay cristianos, kurdos y musulmanes. En días recientes las FDS lograron capturar el pueblo de al-Hol, estratégicamente ubicado entre los territorios que el “Estado Islámico” controla en Siria e Iraq; esta fue su primera gran victoria, aunque ya habían tomado el control de unas 200 aldeas en las últimas semanas de 2015. El FDS ha recibido apoyo de la coalición que enfrenta a ISIS, liderada por Estados Unidos, en la forma de armas y entrenamiento.
Algunas de las siríacas entrevistadas citan como inspiración para su lucha las llamadas masacres Sayfo (“Espada”) que tuvieron lugar en 1915, cuando los turcos otomanos asesinaron a decenas de miles de cristianos siríacos, asirios y caldeos en Turquía e Irán. Ithraa, de 18 años, dice: “Somos una comunidad oprimida. Queremos evitar una nueva masacre como aquella, cuando los otomanos trataron de borrar nuestra identidad cristiana y siríaca”.
Cuando se difundió esta noticia, aparecieron comentarios en las redes sociales que se preguntaban cómo es que tantos miles de hombres jóvenes musulmanes huyen de Siria a Europa, mientras que estas mujeres, pertenecientes a una minoría siempre perseguida, se quedan para luchar por lo que siguen considerando su país.
La cantidad de judíos franceses que ha emigrado al Reino Unido durante los últimos años es tan alta, que una sinagoga decidió contratar a un rabino francés para sus servicios.
Londres se ha convertido en el segundo destino preferido por los franceses que se van de su país, después de Israel. Más de la mitad de los niños que ingresaron recientemente en las escuelas primarias judías de la ciudad son franceses, señala el diario Evening Standard.
La Sinagoga Liberal de St John’s Wood ha incluido en su plantel a René Pfertzel, quien trabaja para la comunidad de Lyon, con el fin de que los nuevos feligreses francófonos, de los cuales unos 100 se han afiliado a esa sinagoga en pocos meses, pueda contar con servicios en su idioma.
Según los dirigentes comunitarios londinenses, la inmigración desde Francia se incrementó rápidamente el año pasado tras el atentado terrorista contra la revista Charlie Hebdo y el supermercado Hyper Cacher, y nuevamente por los ataques en varios lugares de París el 13 de noviembre. El rabino Pinjas Goldsmith, presidente de la Conferencia de Rabinos Europeos, ha calificado a Francia como “el principal campo de batalla entre la esperanza y el miedo por el futuro de Europa, especialmente para la comunidad judía”.
El episodio más reciente del antisemitismo en Francia fue la agresión con un machete contra un profesor judío de Marsella, por parte de un joven kurdo que dijo estar inspirado por ISIS. El docente sobrevivió, pero a raíz de este caso el líder de esa kehilá de 60.000 integrantes, Zvi Amar, sugirió que los hombres dejen de usar kipá en público; esto generó indignación y un intenso debate en todo el país y fuera de sus fronteras. El rabino jefe de Francia, Haim Korsia, llamó a Amar “derrotista”, y varios funcionarios del país también rechazaron la idea; el parlamentario Xavier Bertrand replicó: “Si los judíos de Marsella ya no pueden usar kipá, Francia ya no es Francia, pues significaría que estamos dejando ganar a aquellos que quieren cambiar nuestra forma de vida. No podemos dejar que eso suceda”.
Luego se inició una campaña a través de las redes sociales para que todo el mundo —sin importar su religión— use kipá en la calle, lo cual resulta muy improbable. Porque no sabemos si cuando Xavier Bertrand se preguntaba si Francia sigue siendo Francia, se refería a la de 1789 o a la de 1942.
Esta semana se produjo una reunión entre el presidente ruso Vladimir Putin y una delegación del Congreso Judío Europeo, cuyos representantes hicieron referencia a la “cultura del antisemitismo en Europa”, que calificaron como la peor desde la Segunda Guerra Mundial.
En respuesta, Putin replicó: “Durante la época soviética se fueron, entonces ahora regresen”. Y agregó, haciendo con la mano un gesto de bienvenida: “Aquí, vengan a nosotros”, señalando que la situación de los judíos en Rusia es la mejor de cualquier país en ese continente.
Según el portal Tablet, los funcionarios judíos, sorprendidos, apenas pudieron contener la risa. “Esta es una idea fundamentalmente nueva”, respondió diplomáticamente Viacheslav Moshe Kantor, presidente del CJE.