A fines del reciente pasado abril, un legislador jordano, Imad al-Adwan, fue arrestado al cruzar en carro el puente Allenby entre Jordania e Israel. Según los informes, al-Adwan es miembro del “Comité de Palestina” en el Parlamento jordano; tiene un historial de apoyo a organizaciones terroristas palestinas y de retórica antiisraelí.
La investigación del Shin Bet mostró que al-Adwan contrabandeó aves, cigarrillos electrónicos, armas y oro en 12 ocasiones desde febrero de 2022; este año, varias veces introdujo pistolas y rifles antes de ser capturado con cientos de armas y una cantidad de oro destinados a Judea y Samaria.
Esta situación amenazó con avivar más las aversiones entre Jerusalén y Ammán. Días antes, funcionarios israelíes acusaron al ministro de Relaciones Exteriores jordano de activar las pasiones entre ambos gobiernos; señalaron a Ayman Safadi por no calmar las tensiones en el Monte del Templo que, a principios de ese mes, vio enfrentamientos entre la policía israelí y alborotadores palestinos. El gobierno jordano responsabilizó a Israel por la escalada, y la Cancillería israelí respondió pidiendo a Ammán que a través del Waqf, entidad encargada de los sitios musulmanes en el Monte del Templo, tome medidas serias. Safadi retuiteó una declaración inadmisible del Parlamento jordano que decía: “No se logrará una paz justa a menos que Jerusalén sea liberada como la capital de un Estado palestino independiente”. Los funcionarios jordanos se sumaron a la provocación con la difusión de la centenaria mentira sobre la supuesta destrucción por parte de Israel de la mezquita de al-Aqsa, lo cual a su vez condujo a olas de terror contra israelíes y judíos.
El diputado jordano Imad al-Adwan y el único contrabando de armas que no logró pasar hacia Israel en su propio vehículo, luego de 12 oportunidades en que tuvo “éxito”
(Foto: All Israel News)
Los jordanos también hicieron alegatos igualmente falsos, acusando a Israel de impedir el acceso a los cristianos a sus lugares sagrados en Jerusalén. Los jordanos sabían que eso fue dirigido desde Teherán a través de los grupos terroristas Hamás, Yijad Islámica y Hezbolá, para generar violencia y caos durante Ramadán. La grave escena con Adwan se produce en este enrarecido ambiente.
Por un lado, Jordania tiene una población mayoritaria palestina que permanentemente presiona para actuar con hostilidad hacia Israel, y, por otro lado, su minoría hachemita gobernante intenta surcar las orillas de los intereses globales más amplios.
Tal vez por esa delicada circunstancia interna jordana, periodistas y comentadores israelíes sabían que al-Adwan no permanecería mucho tiempo preso en Israel. Efectivamente, a principios de mayo Israel llegó a un entendimiento con Jordania, según el cual al-Adwan sería arrestado a su regreso a Amán, procesado y castigado.
En abril pasado, los funcionarios jordanos se sumaron a la provocación con la difusión de la centenaria mentira sobre la supuesta destrucción por parte de Israel de la mezquita de al-Aqsa, lo cual a su vez condujo a olas de terror contra israelíes y judíos
Sin embargo, este caso nos deja un sabor amargo, pues Jordania alberga con absoluta comodidad a la terrorista palestina Ahlam Tamimi, involucrada en el ataque con bomba contra un restaurante Sbarro en Jerusalén en 2001, que mató a 15 personas e hirió a más de 130. Estuvo presa en Israel hasta 2011, cuando fue liberada como parte del acuerdo con Hamás por el rescate del soldado Gilad Shalit. Tamimi está en la lista de los más buscados del FBI, y EEUU ha solicitado su extradición en virtud de un tratado con Ammán, pero Jordania se desentiende.
Por lo pronto, al entregar a al-Adwan, responsable de atentados terroristas contra civiles, se perdió la oportunidad de volver a capturar a la terrorista Tamimi. Se pueden entender las preocupaciones de Israel, EEUU y el mundo occidental acerca de la precaria estabilidad jordana; no obstante, el rey Abdulá II debe ejercer su autoridad a plenitud y poner fin a todos estos abusos de su país, que arriesgan la paz en la región del Medio Oriente.