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D ijo Dios a Moshé: "toma la vara y reúne a la congregación. Tú y tu hermano Aharón le hablarán a la roca a sus ojos (del público), dará sus aguas y sacarás agua de la roca, y abrevarás a la congregación y a sus rebaños. Y tomó Moshé la vara de delante del Eterno, como le fue ordenado” (20, 7-9).
Moshé recibe la orden de aplacar los reclamos de Israel por medio de hacer que “la roca dé de sus aguas”. Dios le pide hablarle, pero en vez de ello la golpea en dos ocasiones. Esta infracción le valió su entrada a la tierra de Israel, como se sabe. Tratemos de analizar los detalles de este incidente y el mensaje que Dios proyectó trasmitir a Israel a través de saciar su sed, el cual no fue consumado por Moshé Rabeinu.
Dice el Kelí Yakar, ZT”L: “Si Dios le ordenó hablarle a la roca, ¿por qué le exigió tomar una vara? Y por cuanto que no le pidió tomar su propia vara, se entiende que se trataba de otra, una ya conocida. ¿A qué se refiere con que la tomó de delante de Dios? Haz de saber que esta vara pertenecía a Aharón HaCohén, pues está escrito ‘la vara’, la reconocida, la que fue puesta frente a Dios, a modo de recordatorio de la santidad de Aharón. Se trataba de un palo seco, el cual no tenía absolutamente nada de humedad, y que aun así consiguió brotar flores y frutos. Pero Dios decretó que diera agua y consecuentemente también frutos. Dios pretendía que Moshé tomara el bastón de Aharón y lo mostrara a toda la congregación de Israel, diciendo: ‘De la misma forma que el Eterno sacó agua de una madera seca e inerte, también lo hará de esta roca seca e inerte’. Y la orden de hablarle a la piedra era para que diera agua. En otras palabras, le hablarás a la roca para que haga lo mismo que hizo el bastón de Aharón. Esto está insinuado en las palabras roca y vara –סלע עץ– cuyos valores numéricos son equivalentes. Es decir, que la roca aprenda de la madera seca. Pero él, después de colocar la vara de Aharón, tomó la suya y golpeó la piedra… entonces dio agua”.
Moshé Rabeinu no consiguió trasmitir el mensaje de la vara y la roca. Pero ¿cuál es el punto de esta enseñanza? ¿Qué debió aprender Israel de él? Me parece deducir que Dios quiso enseñar una gran lección en lo referente al altruismo, pues beneficiar a los demás y ayudarles en lo que necesiten no entra en la categoría de acciones optativas, sino en la de las obligaciones diarias.
Dentro de todo lo que podemos hacer por los demás, se encuentra, en primer lugar, asumir la existencia de los otros, entidades ajenas a nuestra realidad, que también tienen necesidades, preocupaciones y demás problemas, como nosotros mismos. Consecuentemente, y en segundo lugar, la ley básica es: no le hagas daño o generes en él cualquier tipo de sentimiento que tampoco quisieras sufrir. “No le hagas al prójimo lo que no te gustaría que hicieran contigo”. Y en tercer lugar, beneficiarlo de todas las formas posibles: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Así como a ti te gustaría recibir favores y que te ayuden a resolver dificultades, busca hacer lo mismo con tu prójimo. ¿En qué instancia? ¿Cuando la situación sea óptima y nos es fácil preocuparnos por él? ¡No! Inclusive cuando nos es difícil y tenemos que invertir esfuerzo extra para ayudarle. ¡Aunque pensemos estar secos y no tengamos nada que ofrecer! Porque Dios es quien da los medios y concede las fuerzas para ocuparnos de nuestros hermanos. Lo único que nos pide es decidir hacer el bien a los demás.
Dice la Torá: “No seáis indiferente ante la sangre derramada de tu prójimo”. Esta mitzvá no solo nos obliga a no ignorar a nuestro hermano en sus momentos de aprieto, sino además a que si la sangre de nuestro hermano ya fue derramada, reflexionemos: tal vez sucedió porque no fuimos suficientemente conscientes de él y de sus problemas.
El Todopoderoso nos ayude a dar de nosotros mismos en toda situación y bajo cualquier circunstancia. Amén.
¡Shabat Shalom!
Yair Ben Yehuda