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Naomi Sandweiss*
En ocasión de Tu Bishvat, es apropiado recordar cómo miles de muchachos inmigrantes, o hijos de inmigrantes de origen judío, formaron parte de uno de los programas más exitosos del gobierno estadounidense para salir de la Gran Depresión, que además sirvió para integrarlos plenamente en la sociedad de su país.
L os árboles siempre han ocupado un lugar especial en el judaísmo, desde el Árbol de la Vida que se ilustra en la liturgia y la iconografía judaicas, hasta la celebración anual de Tu Bishvat de esta semana. En efecto, los judíos conceden tal importancia a los árboles que el sabio Shimón bar Yojaienseñaba: “Si tienes un retoñolisto para sembrar en la mano y alguien te dice que cerca apareció el Mesías, primero planta el retoño y luego ve y saluda al Mesías”.
En el imaginario judío, la siembra de árboles se vincula de manera inexorable al Estado de Israel y las icónicas cajas azules del Keren Kayemet (Fondo Nacional Judío). Sin embargo, muchos no están al tanto de que los judíos participaron activamente en lo que llegó a conocerse como el “ejército de los árboles” de Estados Unidos, el Cuerpo Civil de Conservación (Civilian Conservation Corps, CCC) de la década de 1930. Cada año, miles de jóvenes judíos se contaron entre aquellos que plantaron tres millardos de retoños, desde el estado de Montana hasta Carolina del Sur. En ese recorrido, los judíos del CCC exploraron partesrecónditas del país,mudaronsu piel de inmigrantes, y abrazaron por primera vez sus identidades tanto estadounidense como judía.
Un mes después de asumir la presidencia, Franklin D. Roosevelt estableció el CCC. Fue la primera medida entre las que formaron parte de los programas del New Deal (Nuevo Pacto),nacido de la desesperación que siguió a la caída de la Bolsa en 1929 y la consiguiente Gran Depresión. Neil M. Maher, autor de Nature’s New Deal(El Nuevo Pacto de la Naturaleza), observa que el interés de Roosevelt en el conservacionismo se desarrolló en los años tempranos de su vida, en la propiedad familiar de Hyde Park, Nueva York. Roosevelt pensaba que trabajar en el campo era terapéutico, y además esperaba que el CCC abordara la crisis nacional del empleo de manerainmediata.
A principios de los años 1930, más de la mitad de los estadounidenses menores de 25 estaba desempleada. Los jóvenes judíos encontraban obstáculos mayores que la mayoría para obtener trabajo e independencia económica;el antisemitismo campeó durante los años de la Depresión, alentado por personalidades de la radio como elpadre Charles Coughlin. En New York Jews and the Great Depression(Los judíos de Nueva York y los años de la Gran Depresión), Beth S. Wenger escribe: “Educados para creer que Estados Unidos era una tierra de oportunidades y protección, los jóvenes judíos de la década de los 30 encontraron, por el contrario, una sociedad de posibilidades escasas, antisemitismo creciente y agitación social y política”.Para los pocos trabajos disponibles, muchos anuncios de oferta de empleo señalaban que su solicitud se reservaba a “solo cristianos”. Las cuotas limitaban las oportunidades de formación, y las familias estaban desesperadas por conseguir cualquier ingreso que pudieran aportar los más jóvenes.
El CCC ofrecía empleo pago sin restricciones religiosas: se reclutó a ciudadanos estadounidenses solteros, desempleados, de edades comprendidas entre los 18 y 25 años escogidos de las listas de la asistencia pública, para que trabajaran durante períodos de seis meses renovables hasta dos años. Comoesfuerzo conjuntodel Departamento del Trabajo, el Servicios de Parques y el Departamento de Guerra, el programa ofrecía comidas regulares, oportunidades para viajar y medios para contribuir con el ingreso familiar. A los participantes les pagaban 30 dólares al mes, 25 de los cuales les solicitaban enviar a sus familias.
Apenas aprobaban la evaluación física obligatoria y llegaban a los campos, a los hombres se les suministraban uniformes e insumos, literas o estructuras improvisadas de madera para que durmieran en carpas, y se esperaba que prestaran servicio durante ocho horas al día después de desayunar y hacer un poco de calistenia. Gracias a la comida gratuita y abundante que se servía en el comedor, el participante promedio del CCC aumentó más de cinco kilos y medio durante el primer mes. Las reglas del campo eran estrictas: se prohibían el licor, las apuestas y los autos privados.
Se reclutó a participantes del todo el país y, mientras a los hombres de ciertas regiones geográficas los juntaban –con excepción de los nativos americanos inscritos–, a los participantes no los asignaban cerca de su hogar. El número de estadounidenses de primera generación era alto: según informes de Monthly Labor Review, el padre o la madre de al menos la cuarta parte de los hombres había nacido fuera de Estados Unidos. Había participantes de origen italiano, irlandés y polaco, entre otros. De los 450.000 incorporados alrededor de 3.000 eran judíos,según un artículo de la época en el Jewish Daily Review.
Pese a recibir a los hijos de inmigrantes, los campos del CCC no aceptaban abiertamente a todos los estadounidenses. En el programa continuaba practicándose la segregación racial —participaron afroamericanos, pero en modo separado—y, pese a las exhortaciones de Eleanor Roosevelt, nunca se permitió que la mujeres ingresaran al CCC.
El programarealizó labores en los 48 estados y diversos territorios, y no se limitó a reforestar sino que también creó cortafuegos, y construyó diques y sistemas de drenaje. Los documentos del Servicio Nacional de Parques muestran que los hombres del CCC plantaron árboles a modo de cortavientos bajo tormentas de arena en Oklahoma. Según la Sociedad Histórica de Cornwall, en Connecticut despejaron matorrales y sembraron miles de pinos rojos, árboles de cicuta y abetos blancos. Asimismo, los participantes del CCC levantaron estructuras —muchas de las cuales aún existen— en parques estatales y nacionales.
Algunos capellanes de los campamentos, empeñados en el fortalecimiento de la ciudadanía y el carácter, organizaban paseos para que los jóvenes se mantuvieran entretenidos. Entre ellos se encontraba el rabino Julius Leibert, quien había pertenecido a la congregación Emanuel de Spokane, en el estado de Washington. De origen lituano, Leibert adoptó su apellido en honor a la libertad que disfrutó al emigrar a Estados Unidos. En 1934, el patriótico Leibert organizó una gran celebración del cuatro de julio para todos los hombres del CCC de su región. Entre los oradores se encontraba el gobernador de Idaho, y los participantes disfrutaron de competencias atléticas, comida y baile en una sala erigida para esa especial ocasión.
No solo hubo festejos de tipo cívico. Durante el primer año del CCC, los participantes judíos se comunicaron con la Asociación de Rabinos de Nueva York, que hizo arreglos con el Departamento de Guerra para que a los jóvenes practicantesde la religión se les concediera un asueto para RoshHashaná.
En 1935, Leibert celebró el año nuevo judío junto alos capellanes católicos y protestantes en Spokane. El evento atrajo a más de200 miembros judíos del CCC, entre ellos un grupo numeroso de hombres provenientes de Brooklyn y el Bronx en Nueva York, así comode Trenton, Nueva Jersey. De acuerdo con Leibert, era la primera vez que el gobierno facilitaba instalaciones para efectuar un servicio religioso dirigido a los miembros del CCC y que delegaba esa responsabilidad en los encargados de oficiar. En su sermón, exhortó a que los hombres “se aferren a las libertades que les brinda este país y sean ciudadanos leales”, sentimiento plasmado en un artículo de 1935 del Spokesman-Reviewde Spokane.
En toda la nación, las comunidades judías establecidas, desde la congregación reformista Beit Elohim de Charleston, Carolina del Sur, hasta la Kahlo Kadosh Benéi Abraham(hoy templo de Rockdale), enCincinnati, dieron la bienvenida a miembros del CCC para las festividades. En algunos casos, fueron en realidad capellanes cristianos quienes coordinaron los eventos. En 1934, el capellán Charles I. Conrad enfatizó: “Todos ellos son mis muchachos,y pienso dejarlos aferrarse a la fe de sus ancestros así como lo hago con sus compañeros protestantes y católicos”.
La observancia religiosa no se limitó a la que el programa facilitaba. Por ejemplo, en un campo de Fernwood, Idaho, los miembros judíos del CCC establecieron su propia congregación, que celebraba servicios semanales de Shabat.
Los líderes judíos aceptaron abiertamente la participación en el CCC, ansiosos de deshacerse de la imagen de inmigrantes y reforzar el patriotismo de los judeo-estadounidenses. En 1934, el conocido banquero Felix M. Warburg se quejaba de que los jóvenes judíos estaban tratando de “establecerse en la vida más fácil, sin esforzarse físicamente ni en actividades de pioneros que precisan todos los países”.La Junta Judía de Bienestarse esforzó en brindar apoyo a los participantes judíos del CCC, facilitándoles libros de oración y talitot.
Adicionalmente al hecho de que el CCC se concentrara en el conservacionismo y el empleo, parte del atractivo del programa para las masas era su énfasis en la condición física, que contrastaba de manera clara con los estereotipos delos inmigrantes urbanos. Los afiches del CCC para el reclutamiento reforzaban esta imagen, mostrando a jóvenes musculosos que empuñaban hachas.
Otro punto que favoreció la imagen del programa fue su énfasis en el carácter ciudadano. El capitán Jay Mark Gleason llamó al CCC una “escuela de ciudadanía estadounidense, con medio millón de alumnos”.A los hombres de algunos emplazamientos les dieron capacitación para la ciudadanía y libros publicados por los capítulos locales de las Hijas de Revolución Americana. También se sintieron cercanos y amplios los temores por la influencia comunista dentro de los campos del CCC:la presencia o ausencia de actividades comunistas debía registrarse en los informes de las inspecciones oficiales.
En el momento más álgido del programa, en 1935, la inscripción en el CCC alcanzó medio millón de hombres, pero el CCC se desmanteló de manera inmediata después del ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 y la consecuente entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Muchos participantes judíos, como sus demás compañeros del CCC, hicieron sin dificultadla transición a las fuerzas armadas, valiéndose de sus destrezas, fortaleza y adiestramiento para luchar del lado de los Aliados.
Los nueve años del CCC dejaron una huella inconfundible en el paisaje estadounidense y en posteriores proyectos conservacionistas.Su legado lo constituyen numerosos parques estatales, cortafuegos, refugios, diques y, por supuesto, los árboles.
Además, el programa dejó su huella en los participantes y en las familias a las que mantuvieron durante la Depresión. Cuando se piensa en el CCC, es inevitablerecordar el encuentro talmúdico entre el estudioso y el anciano que sembraba un algarrobo. Al preguntarle por qué se tomaba la molestia de plantar un árbol que nunca vería madurar, el anciano explicó que había disfrutado de los árboles sembrados por sus ancestros, de modo que él también plantaría para que sus descendientes pudieran cosechar los frutos de su trabajo. Los jóvenes judeo-estadounidenses del CCC se hicieron más fuertes y robustos con la experiencia, enraizándose con firmeza en tierra norteamericana. Aún hoy disfrutamos los frutos de su labor.
*Autora de The Jewish Albuquerque y editora de Legacy, publicación de la Sociedad Histórica Judía de Nuevo México.
Fuente: Tablet Magazine. Traducción y versión NMI.
En ocasión de Tu Bishvat, es apropiado recordar cómo miles de muchachos inmigrantes, o hijos de inmigrantes de origen judío, formaron parte de uno de los programas más exitosos del gobierno estadounidense para salir de la Gran Depresión, que además sirvió para integrarlos plenamente en la sociedad de su país.