Hace algunos días nos encontrábamos disfrutando el día en esta hermosa y ______ ciudad. Espacio en blanco dispuesto para que cada lector la rellene con aquella palabra que más se ajuste al adjetivo calificativo que considera que la califique mejor, combinado con la palabra “hermosa” que, no solo a mi manera de ver, si no a la de los que vivimos aquí, de los que han emigrado, ni decir de los que se han ido y han regresado, y todos los que hemos tenido algo que ver con esta ciudad, comunidad, podemos admirar de ella, más objetiva que subjetivamente.
Tal vez el espacio a rellenar sea un antónimo de “hermosa” o simplemente una palabra que aún le da más fuerza a este impuesto pero considero, bien ganado, primer y mejor adjetivo calificativo.
Continuando la historia, hace algunos días, nos encontrábamos con el Ávila como paisaje de fondo en la celebración de una boda y, cuando nos dispusimos a felicitar a los familiares de los novios, ellos, al unísono, nos respondieron con la siguiente respuesta: Lanu Velajem: “Para nosotros y para ustedes”. Al ser la primera vez que escuchábamos la frase,nos quedamos repitiéndoladurante un rato para entender el significado de algo que parecía ser una berajá. Y nos sonó similar a cuando asistes a una celebración en motivo de cualquier ocasión alegre y te encuentras con alguien, generalmente de origen israelí, y te saluda con un efusivo Mazal tov, costumbre digna de copiar, porque te felicita por el simple hecho de que estás ahí participando en la celebración, sea o no sea por una ocasión de Simjá tuya o de tu familia. Y es que es verdad, estar ahí, de pie, con salud y bienestar, con tu mejor pinta, con tu mejor sonrisa, con ánimos de alegrar a los homenajeados, ya es una razón para felicitarte y que tengas un buen grado de felicidad por eso. Asistir a las fiestas es un privilegio más que una obligación, es un gusto más que un deber, es una oportunidad que te brindan Hashem y la vida para alegrarte y alegrar a los demás.
Pensando en la festividad que está por llegar, Janucá, y como nada en esta vida sucede por casualidad, reflexiono acerca de esa berajá y la asocio con estos días iluminados. Lanu Velajem. Tenemos la mitzvá de encender la Janukiyá con el fin de recordar los milagros que nos sucedieron en esos tiempos y los que suceden en nuestros días, Lanu –para nosotros, pero también para propagar el milagro; Lajem: para ustedes. Para aquellos que admiran desde el otro lado de la ventana. Para aquellos que también encienden y que además al ver nuestro candelabro encendido se animan, se motivan y se emocionan. Para aquellos que están alejados de nuestras tradiciones y al ver la luz recuerdan y celebran las maravillas sucedidas. Para aquellos que desde otros credos admiran la llama que sigue latente no la misma fecha de diciembre pero sí la misma de nuestro calendario hebreo, por, si Dios quiere, muchos años más.
Una pequeña llama tiene el poder de iluminar una gran área que previamente se encontraba apagada.
La raíz hebrea de la palabra Janucá es jinuj (“educación”), una pequeña palabra de aliento puede iluminar el mundo de un niño en proceso de aprendizaje. Puede educar de una manera muy sencilla y a la vez muy poderosa. Una sonrisa puede elevar una amistad y convertirla en eterna. Un gesto de apoyo en momentos difíciles enciende chispas nunca antes vistas. Alabar la pequeña obra de bien que acaba de hacer tú cónyuge, aunque no sea algo del otro mundo, puede ayudarle a sentirse mejor y elevar sus futuras acciones hacia tu persona, además de modificar para bien su concepto actual acerca de si mismo, tan cambiante día a día, en esta ciudad tan hermosa y tan _______ a la vez.
Creo que estamos viviendo momentos en los que todos queremos sentir que estamos haciendo las cosas bien. Nos fortalecemos con todo tipo de recursos internos y constantemente buscamos auparnos, nos damos golpecitos en la espalda que dicen: “sigue así, vas muy bien”. Sin embargo, nunca está de más que venga alguien querido y te diga lo bien que lo hiciste sentir, o cómo con esa pequeña acción le diste sentido a su día. Vivimos momentos en los que a veces es difícil encontrar la luz del día, la conexión se pierde, la señal es intermitente.
Reconectarnos entre nosotros mismos es un gesto que puede ayudar a la continuidad en la llama, volver a encenderla para que se mantenga iluminando por siempre.
Lanu Velajem. Para nosotros y para ustedes. Que siempre podamos vivir en comunidad, alegrarnos por los demás, obtener los frutos de vivir unidos y conectados. Quiera Hashem que la luz de este Janucá llegue a nuestros y a vuestros hogares y que podamos seguir fortalecidos, unidos a Hashem y a su chispa divina, a la Torá que emana tanta sabiduría e iluminación.
«Llenarse en Janucá», por el Rabino Eitan Weisman
«Mis deseos para Janucá», por Rachel Chocrón de Benchimol