N ació el 3 de marzo de 1923 en Bucarest, Rumania. En 1946 emigró a Venezuela, donde se casó con Alegría Bentolila; de esa unión nacieron Conrad, Elías, Joyce y Judy.
Jack Goldstein llegó a San Cristóbal en el año 1964, y rápidamente se integró a la vida social y empresarial de la región, donde se granjeó muchos amigos gracias a su gran carisma y temperamento jovial. Era muy dado a los chistes, lo que relajaba cualquier tensión donde se presentase. El nombre de su quinta en la urbanización Las Lomas de San Cristóbal revela en parte su buen humor: “El gato de la piedra de oro”, un juego de palabras con un apodo autoimpuesto y la traducción de su apellido.
Pero además de estas cualidades, sus amigos de la época lo recuerdan también como un hombre “de mundo y de amplia cultura”. Goldstein hablaba fluidamente seis idiomas, y se le consultaba frecuentemente sobre los temas de la geopolítica internacional, siempre dando una visión amplia y rica en detalles. En San Cristóbal llevó a cabo una notable vida comercial y filantrópica; se desempeñó en varios cargos gerenciales, vinculado a firmas como la FIAT y Tractomotores Táchira, entre otras. Fue miembro fundador y directivo de la Asociación de Ejecutivos del Estado Táchira, e integrante de la Cámara de Comercio e Industria.
Además ejerció como agregado cultural de la embajada de Estados Unidos, y fue un importante miembro del Rotary Club San Cristóbal, ocupando diversos cargos, entre ellos su presidencia en el período 1969-70. Se recuerdan esos años como de suma importancia para los rotarios locales, porque individuos de diferentes credos religiosos (católicos, protestantes y judíos) integraban la directiva con fraternidad y cohesión sin igual.
Durante su presidencia en el Rotary Club San Cristóbal, Jack se planteó dos metas puntuales: una biblioteca para el hospital, y ayudar a las personas necesitadas a conseguir sus medios de vida. En este sentido, conocedor como era de los diferentes niveles de tzedaká (justicia social y/o caridad) establecidos por el sabio judío Maimónides, Goldstein sabía que el nivel más elevado es ayudar a una persona a mantenerse por sí misma, bien dándole trabajo o ayudándole a conseguir uno, u otorgándole un préstamo para que iniciara un negocio, de forma tal que no dependa de la ayuda en el futuro. Eso precisamente era lo que él deseaba.
También participó a los asociados del club que la junta directiva se iba a dedicar a la construcción del edificio Rotario, lo que animó a todos a trabajar para conseguir esta meta, la cual se materializó en pocos años de manos de sus sucesores; aún continúa prestando servicio a la comunidad tachirense.
En su presidencia rotaria consiguió integrar como socios honorarios al gobernador del estado para la época, Jorge Francisco Rad Rached; al presidente de la municipalidad, José Enrique Ravelo Rejón; y al comandante de la Primera División de Infantería, general José Primitivo Godoy.
El entusiasta y fraterno Jack Goldstein unió a los rotarios del Táchira con los rotarios del Norte de Santander, región colombiana con la cual mantenía estrechos vínculos, y expresó en el seno de su club la posibilidad de atender una petición de los nortesantanderanos, quienes solicitaban colocar una antena repetidora en el cerro El Picacho para llevar la señal de la televisión venezolana hasta esa región del hermano país.
Muchos eran los proyectos que tenía Jack. No obstante, el 27 de diciembre de 1970, cuando viajaba de San Gil a Bucaramanga, falleció en un aparatoso accidente de tránsito este querido y recordado personaje de la comunidad judía tachirense. Contaba con tan solo 47 años de edad, y había entregado la presidencia del Rotary San Cristóbal seis meses antes. La prensa, tanto en Bucaramanga como en San Cristóbal, informó que el automóvil donde viajaba junto a su esposa Alegría (quien resultó herida de gravedad) y el matrimonio Cremonini Rueda, fue embestido por un autobús interdepartamental cuando “al transitar por un sitio destapado y polvoriento de la vía, un bus de la empresa Omega adelanta a otro de Copetrán a una velocidad tal que junto con la enorme polvareda, le impidió al conductor advertir el vehículo que marchaba en sentido contrario, presentándose el desastre”.
El acontecimiento produjo un profundo pesar en el estado Táchira, como lo reflejaba el diario La Nación en una página especial para reseñar el trágico suceso: “Honda consternación ha causado en esta ciudad la noticia de la trágica desaparición del Sr. Jack Goldstein, conocido y apreciado comerciante de la capital regional, vinculado a distinguidas instituciones tanto gremiales como de servicio público. A su residencia se han acercado numerosos amigos y relacionados a expresar sus condolencias”.
De inmediato, los rotarios y la comunidad judía se movilizaron para brindar apoyo. Los rotarios declararon duelo, mientras que la kehilá expresó su sentir por tan lamentable pérdida de uno de sus miembros. También la Cámara de Comercio y la de Ejecutivos. Fue inhumando en el cementerio judío de San Cristóbal el 29 de diciembre de 1970.
Jack vivió una vida fugaz pero plena. Su recuerdo sigue aún intacto en su viuda, Alegría Bentolila de Goldstein, en sus hijos y en la comunidad tachirense.
Fuentes consultadas:
Nota: Agradezco especialmente a Daniela Holzknecht por la investigación hemerográfica realizada en la República de Colombia para este artículo. Asimismo a Luis Hernández Contreras, cronista de la ciudad de San Cristóbal, por los datos y orientaciones realizadas; y a Elías Goldstein, por la revisión y corrección de datos referente a su padre.